(AFP / Amer Almohibany)

Generación Siria

Nicosia -  Cada día, decenas de imágenes tomadas por corresponsales independientes que trabajan en Siria aterrizan en la mesa de edición de fotos de Nicosia, sede de la AFP para Medio Oriente y el Norte de África. A veces, son cientos. Ha sido así durante años.

Un tanque conducido por fuerzas del régimen sirio recorre las calles de Palmira, el 25 de marzo de 2016 (AFP / Stringer)

En marzo, el conflicto sirio entró en su octavo año. Desde el principio, la AFP ha sido uno de los pocos medios internacionales que mantiene una cobertura constante en el terreno. Para lograrlo, contamos con una red de corresponsales independientes que construimos a lo largo de varios años y que probablemente no tiene equivalente entre los principales medios de comunicación extranjeros.

Todo comenzó en 2013, cuando se hizo evidente que los periodistas extranjeros se estaban convirtiendo en importantes objetivos para los yihadistas y otros grupos. Con el aumento de los secuestros en las áreas controladas por los rebeldes, ya no era una viable seguir enviando reporteros allí solo para que se convirtieran en rehenes (o algo peor).

Miembros de las fuerzas del régimen manejan una motocicleta cerca de Jabal al-Hass, al sur de la provincia de Alepo, el 14 de enero de 2018. (AFP / George Ourfalian)
Vista de una barricada hecha de cascos de autobuses para cubrirse de los francotiradores, en Alepo, el 14 de marzo de 2015 (AFP / Karam Al-masri)

Pero eso significaba que arriesgábamos no tener información o imágenes de la región y que solo podríamos cubrir un lado del conflicto -el del régimen-, ya que AFP tiene una oficina en Damasco desde hace años. Así que decidimos comenzar a trabajar con "periodistas ciudadanos": jóvenes sirios que querían mostrar lo que estaba sucediendo en su país y, para hacerlo, publicaban sus fotos en las redes sociales.

 

El elemento determinante fue un taller fotográfico, que tuvo lugar en junio de 2013 en Turquía, para una quincena de estos "periodistas ciudadanos". Vinieron desde Alepo, Deir Ezzor, Idlib e incluso Raqa para trabajar con un fotógrafo de AFP. Ninguno sabía de  fotografía, mucho menos de fotoperiodismo, pero ahí es donde todo comenzó.

En las semanas siguientes, unos 10 de ellos comenzaron a enviarnos fotos, en su mayoría bajo seudónimos. Solo unos pocos siguieron trabajando con nosotros de forma sostenible. Algunos salieron del país o fueron asesinados. Pero luego llegaron más.

Miembros de la defensa civil intentan apagar el fuego que envuelve a un hombre mortalmente herido en un bombardeo en Hamouria, en Guta Oriental, el 7 de marzo de 2018 (AFP / Abdulmonam Eassa)

Encontrar a estos corresponsales fue la parte fácil. Luego tuvimos que entrenarlos a distancia para enseñarles qué era una foto y, más importante aún, qué era el periodismo y cómo trabajamos en AFP. Nuestra misión es informar, no tomar partido. Nunca dudamos que ellos tenían una posición tomada, a menudo firmemente sostenida. Algunos todavía las expresan en las redes sociales.

Pero lo principal era que pudiéramos evitar cualquier manipulación y asegurarnos de que las fotos provenientes de Siria cumplían con los estándares de AFP: además de su valor estético, debían relatar fielmente la situación sobre el terreno y el impacto del conflicto.

Los estándares de precisión e imparcialidad no han cambiado. Siguen motivando a los ocho editores de fotografía y a sus seis colegas de video. Todos los días, se turnan para editar, verificar y autenticar cada foto y video que publicamos; un proceso tan largo y tedioso como esencial.

Un hombre carga a una niña, herida tras un ataque con bombas de barril por parte de las fuerzas gubernamentales, en Alepo, el 3 de junio de 2014 (AFP / Baraa Al-halabi)

Muchas imágenes muestran un tipo de violencia insoportable, especialmente las de niños. Nuestros editores de foto y video tienen que examinarlas para determinar su valor noticioso y para decidir cuáles se pueden usar. Es una tarea ingrata que puede conmocionar incluso a la persona más estoica y además plantea el riesgo de problemas psicológicos. El estrés postraumático es un gran peligro en mesas de edición como la nuestra. Los editores son los héroes anónimos en este tipo de cobertura.

Las fotos se envían por correo electrónico, pero nuestros corresponsales necesitan una conexión a Internet para eso, lo que puede ser un desafío. Luego comienza el proceso de verificación.

Para cada toma, debemos verificar los metadatos, que muestran la fecha en que se tomó la imagen y el equipo utilizado, es decir, la cámara o el lente. Tenemos listas de los equipos de todos nuestros corresponsales, por lo que es fácil verificar que la foto fue tomada con su equipo. Si no hay  coincidencia, lo que inevitablemente ocurre debido al daño causado por los bombardeos, contactamos al fotógrafo por WhatsApp para obtener una explicación.

No se puede verificar la ubicación de una foto sin metadatos. En el caso de Guta Oriental, la tarea es simple. Nuestros corresponsales están en una zona sitiada por el ejército sirio y no pueden irse. Entonces sabemos dónde están. Sucedió lo mismo a fines de 2016 durante el interminable sitio en Alepo oriental.

Edición de una foto proveniente de Siria en la mesa de Nicosia, el 14 de marzo de 2018. (D.R.)

Si no hay metadatos, no usamos la foto. En su lugar, le pedimos al fotógrafo que la vuelva a enviar, aunque sea alguien que conocemos y en quien confiamos.

Cuando surgen problemas de comunicación, la publicación de una fotografía puede demorarse varias horas, o incluso hasta el día siguiente. La precisión tiene su precio.

En otras situaciones, chequeamos la información de fotos o videos con nuestras historias de texto antes de verificar que las imágenes fueron tomadas en el lugar indicado por el fotógrafo. También podemos usar Google Maps para identificar ciertos puntos de referencia que nos muestran si es el lugar correcto.

Si dudamos de una foto que parece realmente interesante, pero que no podemos autenticar, aún podemos usar el laboratorio fotográfico en París, o incluso recurrir a un software muy sofisticado llamado TunGstene. AFP es uno de los pocos medios que lo tiene. En 2011, utilizamos ese programa para refutar una foto que supuestamente mostraba a Osama Bin Laden tras haber sido asesinado por los "Navy Seals".

Dos niños sirios evacuados se sientan en su equipaje frente a un local de la Medialuna Roja en Duma, el 13 de marzo de 2018 (AFP / Hamza Al-ajweh)
 
Niños sirios en una escuela en el territorio rebelde de Sahl al-Ghab, provincia de Hama, el 18 de febrero de 2018. (AFP / Omar Haj Kadour)
 

Decir que no es posible verificar o autenticar las imágenes que salen de Siria es, en lo que respecta a AFP, no solo falso sino también absurdo. Solo tienes que estar dispuesto a hacerlo, con los recursos humanos y técnicos necesarios.

 

No publicamos todas las imágenes que obtenemos de Siria, ni mucho menos. Por ejemplo, hemos publicado 161 fotos de 350 recibidas en un solo día. Difundimos las que tienen un valor informativo y se atienen a los estándares estéticos requeridos. Por ende, eliminamos las más duras. Y lamentablemente, son muchas. Lo mismo pasa en video.

Una niña herida mira a la cámara en un hospital en Duma, el 22 de agosto de 2015 (AFP / Abd Doumany)

La meta no es impresionar o hacer sensacionalismo, sino informar. Y eso significa mostrar, dentro de ciertos límites, el impacto del conflicto en las personas que viven en las zonas afectadas. No hacerlo equivaldría a despojar a las víctimas de su humanidad. Las colocaría al nivel de simples estadísticas ("127 muertos el lunes en Guta Oriental"), como si estuviéramos haciendo un informe sobre víctimas de accidentes de tránsito después de un fin de semana largo.

Son estos corresponsales los que, durante años, nos han permitido mantener una ventana abierta en esta guerra interminable. Muchas imágenes de Siria que circulan en las redes sociales son recogidas por los medios. Pero, a diferencia de las publicadas por AFP, no están verificadas ni autenticadas. La autenticación es el mayor desafío para los medios que cubren el conflicto sirio, el primero que plantea este problema a una escala tan grande.

Nuestra red creció gradualmente, con nuevos reporteros reemplazando a los que se fueron. Algunos comenzaron a trabajar en video y texto, bajo la dirección de la oficina de Beirut, que gestiona la cobertura de Siria y orienta diariamente a los corresponsales.

Un rebelde y un niño cruzan un puente dañado en Deir Ezzor, el 2 de septiembre de 2013. El autor de esta imagen, uno de los primeros periodistas ciudadanos formados por AFP, murió menos de un mes después de tomar esta foto, cubriendo un combate (AFP / Abo Shuja)

Nuestros vínculos con algunos de ellos han crecido más allá de lo estrictamente profesional. Con los años, los periodistas en Beirut y los editores de foto y video en Nicosia se han convertido en una fuente de apoyo psicológico vital para estos jóvenes sirios, que están aislados del mundo y enfrentados diariamente a bombardeos, hambruna y muerte. Hablan con ellos durante las noches por WhatsApp, dándoles ánimo y manteniendo su espíritu. Algunos se han convertido en confidentes, terapeutas y amigos de facto de estos corresponsales, incluso aunque jamás se hayan visto en persona.

Hombres retiran bebés del barrio Salihin de Alepo, tras un ataque aéreo, el 11 de septiembre de 2016. (AFP / Ameer Alhalbi)

Además de cumplir con nuestro deber de informar, uno de los mayores logros de AFP fue ayudar a formar y desarrollar una generación de periodistas jóvenes que estén bien educados en los valores de equilibrio y rigor que son fundamentales para el trabajo de la agencia.

No era imaginable que esto sucedería cuando todo comenzó en 2013. Desde entonces, sin embargo, muchos de nuestros corresponsales han sido recompensados ​​por su talento y profesionalismo con prestigiosos premios internacionales de fotografía y video, como Karam Al-Masri, Abd Doumany, Ameer Al-Halbi o Zein Al-Rifai.

Un edificio destruido en Duma, el 12 de marzo de 2018 (AFP / Hasan Mohamed)

Al mismo tiempo, nunca dejamos de cubrir "el otro lado": el del régimen, donde las imágenes no son tan trágicas, pero la gente también sufre los efectos de la guerra. Los cohetes rebeldes de Guta Oriental regularmente golpean barrios en Damasco.

Uno de los momentos más bellos de estos años terribles se produjo cuando nuestro último corresponsal en el terreno logró salir de la parte oriental de Alepo el 19 de diciembre de 2016, justo antes de que fuera retomado por el ejército sirio. Ahora está refugiado en Francia.

Uno de nuestros corresponsales en las áreas controladas por el gobierno le envió un mensaje para saber que estaba a salvo. Llamándolo "hermano", le dijo que esperaba que se encontraran un día "en un país curado de la guerra". 

Rebeldes sirios cargan jaulas de aves en la ciudad fronteriza de al-Bab, el 24 de febrero de 2017 (AFP / Nazeer Al-khatib)

 

Christian Chaise