"Posiblemente era mi 18 o 19 intento. Estaba sentado en el jardín de la oficina de la AFP en Kabul para tener más cobertura. Intentaba contactar con un hombre en la remota provincia afgana de Uruzgan. Su 'precioso' hijo adolescente había sido secuestrado por un comandante de la policía local para convertirlo en su esclavo sexual, según me contaron unos vecinos suyos", cuenta Anuj Chopra, director de la oficina de Afganistán.
"Había perdido prácticamente todas las esperanzas de dar con él, cuando finalmente su teléfono dio tono. Pero se negó a hablar, tal vez por miedo o tal vez por vergüenza. 'Lo que escriba no cambiará nada, me dijo. Luego colgó".
"Pero la historia tenía que ser contada", agrega.