Ritual del baile en candela, caminar sobre brasas encendidas, en Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

Sorte: Un Woodstock religioso en Venezuela

Ritual del baile en candela, caminar sobre brasas encendidas, en Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

La montaña de Sorte, para la mayoría de los venezolanos, es sinónimo de misterio, superstición, espíritus y posesiones. Y allí María Lionza, la llamada Reina, es una figura de culto y religión que representa la madre Naturaleza, la Pacha Mama, y que es conocida no solo por los venezolanos —sin importar si son católicos, evangélicos, espiritistas o santeros— sino también por extranjeros como el salsero panameño Rubén Blades, quien en una visita le compuso una canción.

En la montaña de Sorte por Yaracuy en Venezuela vive una diosa en la montaña de Sorte por Yaracuy vive una diosa una noble reina de gran belleza y de gran bondad amada por la naturaleza e iluminada de caridad

Gente observa un ritual en la montaña de Sorte, Yaracuy, oeste de Venezuela, el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

Pero más allá del imaginario popular que espera ver trances demoníacos y entes “del otro mundo”, la práctica del espiritismo y la santería en este paraje sagrado en el estado de Yaracuy, al oeste de Venezuela, es un espectáculo para curiosos y devotos que dista de ser una tenebrosa jornada de ocultismo.

La llegada a Sorte es a través del pueblo de Chivacoa, que se prepara para recibir a los miles de visitantes con ocasión de celebrar el 12 de octubre la fiesta de María Lionza, coincidiendo con lo que en muchos países de América Latina se conoce como día de la Raza, pero que en Venezuela la iconografía chavista ha denominado el día de la Resistencia Indígena. 

En Chivacoa destaca el ambiente adecuado a la creencia. Los tambores africanos, imprescindibles para los ritos de invocación, repican a través de equipos de sonido y gigantes parlantes en las esquinas. También abundan los negocios donde se venden velas, tabacos (habanos), imágenes de las potencias de la religión yoruba, o de las “cortes” de deidades que forman parte del sincretismo religioso venezolano: la referida María Lionza, el médico milagroso José Gregorio Hernández, el prócer independentista Francisco de Miranda, Pedro Camejo “Negro Primero”, el Negro Felipe, o una serie de caciques autóctonos que guerrearon contra los españoles durante la época colonial como Guaicaipuro, Tamanaco, Sorocaima o el propio Yaracuy, el padre de María Lionza.

Para quien acude por primera vez a Sorte no es difícil hallar la ruta. En las calles de Chivacoa el ambiente es de fiesta y feria, con grupos de santeros vestidos de blanco de pies a cabeza que sirven como guía para saber dónde está la famosa montaña. Después del pueblo toma unos 15 minutos en automóvil recorrer el camino, primero asfaltado y luego de tierra. Algunos creyentes, pagando alguna promesa o cumpliendo un sacrificio, hacen el trayecto descalzos sobre el asfalto caliente o las piedras filosas para demostrar su fe, siempre con un tabaco en la boca.

Un hombre participa en una ceremonia espiritista en la montaña de Sorte, Yaracuy, oeste de Venezuela, el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

La montaña de Sorte es un monumento natural declarado y protegido por el Estado venezolano desde 1960, con decenas de veredas y trochas. Los espiritistas con más años afirman que “se puede recorrer la montaña durante tres días y no la conocerás toda”.

La celebración de María Lionza, con la gran cantidad de visitantes, provoca que a las 4 de la tarde del 11 de octubre la entrada al parque esté atestada de tarantines ambulantes de venta de comida y merchandising religioso. Allí se consiguen camisetas con los nombres de Ochun o Shangó (potencias Yoruba); pañuelos y gorros para santeros, cascos vikingos con los tradicionales cuernos de las tierras nórdicas, espadas de los libertadores de Venezuela y hasta la curbata y el cumaco, las piezas de percusión de madera para que suenen las melodías rítmicas de tambores africanos. 

Tras un amplio camino donde se han construido improvisadas posadas, un pequeño escenario y algunos restaurantes populares, se llega a la orilla del río Yaracuy y a la zona del Altar Mayor, donde se reúnen las imágenes de María Lionza, Guaicaipuro y otros entes frente a los cuales hombres, mujeres e incluso niños de 10 años les rezan tabaco en mano, creando un manto de humo de habano que impregna el ambiente de un cargado olor a ceniza y vela quemada.

Personas bañándose en el río Yaracuy en la montaña de Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

El río Yaracuy, que baja de la montaña, es un Ganges o Jordán en miniatura: allí se hacen sanaciones, limpiezas, rezos, descargas de energías y demás ritos derivados de la creencia espiritista. Con un caudal de menos de un metro de profundidad y unos 15 metros de ancho, resulta un vado apropiado para adentrarse en Sorte.

El mismo paso sobre el río cuenta también con un puente peatonal de cemento y hierro, que es la puerta de entrada a las decenas de altares y caravanas (grupos de espiritistas) que pernoctan en Sorte.

Oficialmente la custodia de la montaña es responsabilidad de un destacamento militar de la Guardia Nacional que vigila el acceso al parque natural y algunos de los senderos en Sorte, con algunas rondas esporádicas. Pero en general, el ambiente es regido por la propia organización de las caravanas, y las mafias que algunos santeros denuncian que cobran miles de bolívares por permitir el uso de un espacio que es público.

Varias personas participan en una ceremonia de despojo en Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

Las materias y la sangre

A las seis de la tarde del 11 de octubre la caída de la luz da paso a la penumbra de las velas. Los rezos se extienden y los curiosos se agolpan tras las cuerdas que delimitan los espacios para altares y ritos. Una velación, limpieza de energías que permite “evolucionar y eliminar trabas”, atiende a cuatro practicantes del espiritismo que yacen recostados en pantalones cortos sobre figuras marcadas con tiza en el suelo, y que simbolizan la fuerza de los espíritus a quienes claman su ayuda.

El aguardiente y el tabaco son los conductores del procedimiento, al tiempo que los tambores marcan el ritmo de los "mantras":

Negra Francisca ¡Fuerza!Sorocaima ¡Fuerza!Reina María Lionza ¡Fuerza!

El ritmo y fuerza del golpe seco a la madera y cueros indica la intensidad y el clímax de la consulta espiritual. El maestro santero —líder de la caravana—, padrinos y practicantes rocían el aguardiente escupiéndolo sobre los hombres acostados. El proceso dura lo que demore el tabaco en quemarse, y según los espiritistas, tardará más cuanto más energías negativas haya.

Iconos de personajes a los que se rinde culto en los altares y ceremonia en Sorte (AFP / Federico Parra)

La materia, sujetos aptos para invocar espíritus a sus cuerpos al desincorporar el suyo propio, recibe la carga negativa que según el rito ha sido expulsada de los asistentes. Cargado de toda esa energía perjudicial, una serie de movimientos espasmódicos y contorsiones sugieren una posesión por espíritus no bienvenidos.

El golpe del tambor se intensifica y decenas de curiosos cantan ¡fuerza! para dar ánimo a la materia bañada en aguardiente y resistiendo el mal, creando una atmósfera sobrenatural que raya en la euforia colectiva.

En este trance es frecuente ver sangramientos de cortes o quemaduras, que se supone son infligidos por los espíritus presentes a los cuerpos terrenales de las materias. Un profuso sangramiento llama la atención por lo intenso del color rojo, que hace pensar si no es un efecto especial y un truco de ilusionista.

¿Sangre o el ilusionismo de la fe? Ritual en Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

Las dudas asaltan a quien acude como observador. El instinto escéptico del periodista hace pensar en si no es falso. El fotógrafo y el videasta que me acompañan coinciden conmigo: “La sangre es falsa, pero a la gente no le importa. Quieren show”.

Esas ansias de lo sobrenatural también causan que abunde la charlatanería, denuncian los propios espiritistas. “Te cobran por bajarte un santo o hacerte una velación”. Las sumas son millonarias por una consulta o “trabajo”. Es una forma de vivir, un negocio, lamentan quienes asumen el espiritismo con verdadero fervor.

Al final de la velación la materia se estabiliza dentro de su trance. Debe entonces “limpiarse”, con un procedimiento secreto que nadie sino el propio recipiente de las malas energías sabe cómo y dónde hacerlo. Aquí el río Yaracuy es una opción, y es común ver los baños de quienes acaban de liberar de las trabas a quienes requerían la velación.

El baile en candela

En la noche en Sorte se intensifican los rezos y los tambores, pero también los peligros de la inseguridad criminal pues la mística montaña no escapa a la realidad de Venezuela, uno de los países más violentos del mundo según la ONU.

Hombres participan en una ceremonia espiritista en la montaña de Sorte, Yaracuy, oeste de Venezuela, el 12 de octubre de 2014 (AFP / Federico Parra)

La Guardia Nacional, los espiritistas y otros conocedores de la montaña nos advierten que debemos cuidarnos, más cuando un par de días antes habían asesinado a un espiritista en uno de los caminos de la montaña, suceso que estuvo a punto de ocasionar la suspensión de toda la celebración. La noche no solo da amparo a los espíritus sino también a los delincuentes.

Aun así a las 8 de la noche ya es difícil caminar entre el tumulto de curiosos y creyentes, todos haciendo tiempo para que llegue la medianoche, cuando ya será 12 de octubre y se dará inicio a las celebraciones del baile en candela, un ritual donde las materias en trance de posesión, y ayudados por sus bancos (asistentes), danzarán sobre brasas de madera carbonizada encendidas en llamas. O al menos eso espera el público.

El establecimiento de la celebración de María Lionza como un espectáculo ya turístico se constata al ver que la gobernación del estado Yaracuy organiza una arena circular, con un gran altar de María Lionza de fondo y donde 50 materias y sus bancos danzarán sobre 5 piras de leñas en llamas desde la medianoche.

Alrededor, un espacio tipo anillo para que la prensa y medios de comunicación asistentes puedan capturar en texto, imágenes y videos el ritual.

Y retirados del escenario, a unos 10 metros, cientos de personas conforman el público que aguarda por la fiesta de los tambores y los espiritistas que retan al fuego.

A las 11 de la noche crece la expectativa. El sistema de sonido contratado mezcla música instrumental de Los Beatles y Simon & Garfunkel en flauta dulce con el himno militar Patria Querida, emblema del chavismo que recuerda a su líder Hugo, y probablemente una petición de las autoridades de la gobernación.

Pero esa misma imposición de la agenda política promueve que el baile de la candela sea precedido por “manifestaciones culturales de nuestros hermanos de las etnias ecuatorianas”, uno de los países aliados del gobierno venezolano y el chavismo.

Acostumbrados al ritmo frenético de los tambores afrocaribeños, la música de Los Andes es poco menos que aburrida para el público presente, que tras algunas burlas clama por los tambores.

A la 1 de la madrugada, tras abruptamente terminar la representación ecuatoriana, llaman a las materias y los tambores en vivo suenan por los enormes parlantes. El show empieza y el hipnótico fuego brilla en la noche bañada por una tenue luz de la luna.

Algunos espiritistas con canas y arrugas en su rostro cuentan a la mañana del día siguiente cómo el baile en candela de ahora “es solo un show. Esas materias no son buenas, ahora apenas saltan sobre las llamas”.

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Pero la masa que aguardaba por los tambores en la medianoche del domingo no reparaba en eso. Se emocionan con las contorsiones y gritos ininteligibles de los posesos, que se asumen como lenguaje africano desconocido y que para los testigos es señal y evidencia de la presencia de los espíritus.

Casi dos horas dura el baile en candela, y poco después de las 3 am muchos se marchan en sus autobuses de regreso a Chivacoa y otros deciden terminar la madrugada en Sorte, esperando descansar un poco en los campamentos improvisados en el descampado.

El humo de los tabacos invade el paraje natural durante los rituales en honor a María Lionza, en Sorte (AFP/Federico Parra)

A las 5 de la mañana se siente el frío y un fino rocío inunda el ambiente. Grupos de personas envueltas en sábanas y cobijas; carpas para acampar, bolsas para dormir y similares decoran el paisaje en el amanecer. El sonido de los tambores vuelve desde alguna ribera del río Yaracuy, y los rayos del sol naciente iluminan un Woodstock religioso, un viaje de creencia pero con las dificultades de pernoctar en el bosque.

Las filas de hombres y mujeres se forman en algunos baños públicos, los negocios reabren, se ofrecen sopas y desayunos y el humo vuelve a barnizar el ambiente. A las 7 de la mañana ya se reza, tabaco mediante, a las imágenes de la Reina María Lionza, y se empieza a preparar la jornada del 12 de octubre, que según la creencia es el día en que la potencia de las energías está al máximo.

Otros se bañan en el río, que sirve para lo humano y lo divino.

La jornada de fin de semana ya termina para muchos, que deben volver a sus lugares de origen a cientos de kilómetros a través de carreteras en mal estado. Los conductores de autobuses empiezan a llamar y buscar pasajeros para completar la capacidad del transporte. “¡Zulia!”, grita uno, ofreciendo un recorrido de pocas horas a este estado del oeste frontera con Colombia, pero sin paradas para comer o acudir a los servicios sanitarios.

La fila por el transporte público es larga, otro sacrificio en la creencia. Los rostros denotan cansancio. Pero el venezolano, sobre todo, tiene fe.

Una mujer se baña en el río Yaracuy en la montaña de Sorte el 12 de octubre de 2014 (AFP/Federico Parra)

Ernesto Tovar es corresponsal de la oficina de AFP en Caracas. Las fotos y el video son de Federico Parra y Jesús Olarte, respectivamente fotógrafo y videasta de AFP en Venezuela.