El equipo japonés en la Patagonia chilena, cerca de la península Antonio Varas, el 22 de febrero de 2016 (AFP / Guillermo Salgado)

La Patagonia contra viento y marea

PUERTO NATALES, Patagonia chilena, 9 de marzo de 20016 - La Patagonian Expedition Race es la carrera más extrema del mundo, no solo para sus competidores sino también para la prensa que debe seguirlos día a día por lugares azotados por vientos de hasta 100 km, lluvia o granizo y donde tomar una foto se convierte en un enorme desafío.

Esta edición, la primera tras una pausa después de 10 años consecutivos realizándose (2004-2013), se llevó a cabo completamente en la Patagonia chilena, partiendo desde Punta Dungeness, el punto más austral de Chile, donde empieza el Estrecho de Magallanes.

Del 13 al 26 de febrero, deportistas extremos de diferentes disciplinas avanzaron haciendo trekking, en kayak por mar y en bicicleta por parajes de una belleza indescriptible, entre montañas, estrechos, ríos, fiordos y glaciares, después de haber conocido los detalles de la ruta apenas un día antes de la partida.

El equipo Yoga Slackers (EEUU) cerca del Cabo Última Esperanza, en la Patagonia chilena, el 24 de febrero de 2016 (AFP / Martín Bernetti)

Un mapa y una brújula

Los equipos conformados por cuatro personas (al menos una mujer y un hombre) solo utilizan un mapa y una brújula para orientarse en los recorridos. La estrategia es la clave de la victoria, sumada a la preparación física y sicológica de los competidores, que pueden pasar hasta tres días sin dormir o sufrir duras lesiones.

Me impresionó ver a algunos de ellos tirados en medio del camino durmiendo, con su bicicleta desplomada un poco más allá, desfallecidos en algún punto de los 600 kilómetros que estaban cubriendo a pedal.

El equipo de Japón, el East Wind, lideraba la prueba cuando su capitán se quedó dormido en un tramo de bicicleta y cayó de cara al suelo, fracturándose la nariz. Tras la interrupción que supuso el accidente y los cuidados médicos pertinentes, los organizadores autorizaron al equipo a continuar y finalmente llegó de segundo a la meta.

El equipo Mind Over Body (Canadá) cerca de Punta Dungeness, el 16 de febrero de 2016 (AFP / Martín Bernetti)

Los ganadores, del Godzone Adventure Team, se mantuvieron durante unos cuantos días en el décimo lugar, pero desarrollaron una estrategia que les permitió “no quemarse”. A diferencia de lo que les ocurrió a 14 de los 18 equipos que iniciaron la carrera, que abandonaron por agotamiento extremo y lesiones.

Como el estadounidense Yoga Slecker, que tuvo que abandonar faltando apenas un día para llegar a la meta cuando uno de sus competidores tuvo una lesión inguinal. Otros equipos no llegaron a tiempo al check point, donde se cambiaba de etapa y disciplina, y quedaron descalificados.

El Godzone Adventure Team, conformado por tres británicos y una estadounidense, había ganado cinco ediciones consecutivas de la ruda competencia, y en esta ocasión tuvo que superar pruebas como hacer los 100 primeros kilómetros de bici con vientos en contra de casi 100 kilómetros por hora. Cruzaron la meta en siete días.

Ni hoteles ni cómodas camas

Los periodistas que estábamos allí teníamos también diferentes niveles de preparación y la competición puso a prueba nuestra forma física. Había entre nosotros un reportero de una revista especializada, un documentalista estadounidense independiente y algunos pocos medios internacionales. Nosotros fuimos la única agencia internacional que cubrió el evento.

La japonesa Machiko Nishil durante la Patagonian Expedition, el 20 de febrero de 2016 (AFP / Martín Bernetti)

También lo hizo –y de qué manera- el canal japonés de televisión NHK: expertos en este tipo de aventura, entre ellos algunos habían incluso coronado el Everest, con equipos super especializados, además de tener a su disposición helicópteros, botes propios, bicicletas… Ellos siguieron a los participantes hombro a hombro desde la partida hasta la meta, sometiéndose a las mismas agotadoras pruebas y a los mismos riesgos que los protagonistas de su cobertura.

Nada de hoteles ni cómodas camas. A todos los demás los organizadores nos ofrecieron alojamiento en campamentos que iban cambiando de lugar a medida que avanzaba la carrera. Tuvimos que dormir la mayor parte del tiempo en pequeñas carpas, que había que anclar con fuerza en el suelo para que los huracanados vientos no las volaran.

A eso se le sumaban marchas interminables con los equipos fotográficos a cuestas para llegar a los lugares elegidos por los organizadores, a menudo situados en cerros, para tomar fugaces imágenes de los deportistas en cualquiera de las especialidades.

Ellos también se encargaban de acercarnos a los check point, donde cambiaban las “etapas” de la carrera, para esperar la llegada de los equipos. Nos movilizamos en cuatro por cuatro y en pequeñas lanchas tipo Zodiac. Pero a pesar de eso, la experiencia ha sido la más dura de mi carrera.

Me sucedió con frecuencia terminar con el cuerpo hasta la cintura en el agua con temperaturas casi bajo cero al desembarcar del bote en el que seguíamos un tramo de kayak, como nos ocurrió en las playas al lado de grandes glaciares como el Balmaceda. O empaparnos en las pequeñas lanchas por el fuerte oleaje o con una lluvia gélida. O estar bajo un sol abrasador.

El Parque Nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena, el 26 de febrero de 2016 (AFP / Martín Bernetti)

También nos quedamos en muchos refugios escondidos en medio de esos parajes que quitaban el aliento. A veces las esperas allí o en carpas a que pasara el mal tiempo eran agotadoras.

Creada por el geólogo chileno-croata Stjepan Pavicic en 2004, la competencia conocida también como la “Carrera del fin del mundo” pretende proteger y sensibilizar sobre el frágil entorno en esta región remota del sur de Chile.

Nieve, granizo, lluvia, sol y mucho viento, 600 kilómetros en bicicleta, caminatas de 12 horas entre glaciares... Cubrir esta carrera ha sido una experiencia sumamente gratificante fotográficamente pues me permitió descubrir desde el Estrecho de Magallanes hasta las Torres del Paine, un conjunto de montañas considerado la octava maravilla del mundo.

Martín Bernetti es un fotógrafo de AFP que trabaja en la oficina de Santiago de Chile. Visite su página web y sígalo en Twitter.

Para ver el diaporama, cliquee sobre una foto.

Martin Bernetti