El Santo Sepulcro

Jerusalén -- Para conocer los secretos de la gente se necesita tiempo. No se puede simplemente aparecer, tomar fotografías durante algunos días y esperar que la gente se abra, especialmente si se trata de los guardianes de la tumba de Jesucristo. Los franciscanos han permanecido los últimos 800 años en Jerusalén, convirtiéndose en el grupo cristiano con mayor permanencia en la ciudad sagrada.

Curas franciscanos oran y cantan durante una lenta procesión alrededor de la Tumba, donde se cree fue enterrado el cuerpo de Cristo en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, el 17 de febrero de 2018 (AFP / Thomas Coex)

Por lo general, un fotógrafo de agencia no tiene el lujo de pasar mucho tiempo trabajando en una historia. Cubres lo que necesitas cubrir y continúas, tal como ocurre en una oficina tan ocupada como la de Jerusalén. He trabajado para la AFP durante 30 años y esta es la primera vez que me he dedicado durante varias semanas a una misma historia.

La idea surgió mientras caminaba por el casco histórico en octubre pasado. He sido el jefe de fotografía para Israel y los territorios palestinos durante cuatro años y, cuando puedo, voy regularmente a la Ciudad Antigua, cuyas calles zigzagueantes resultan siempre en buenas imágenes.

Frailes franciscanos oran en la tercera estación de la Vía Dolorosa en la Ciudad Vieja de Jerusalén durante una procesión semanal, el 23 de febrero de 2018 (AFP / Thomas Coex)

Aquel día fotografiaba a turistas en la Vía Dolorosa, cuando ví a varias decenas de personas utilizando la misma camiseta: “800 años” se leía en ellas. Intrigado les pregunté de qué se trataba y me explicaron que conmemoraban los 800 años desde que los franciscanos llegaron por primera vez a Tierra Santa.

Los franciscanos son una de las tres principales confesiones cristianas que se ocupan de cuidar la tumba de Cristo, donde los cristianos creen que Jesús fue enterrado durantre tres días antes de resucitar.  La mayoría cree que este lugar es una pequeña gruta dentro de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Curas franciscanos observan la Tumba de Cristo desde una galería en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, el 17 de febrero de 2018 (AFP / Thomas Coex)

Me acerqué a los francisanos para que me permitieran hacer un reportaje fotográfico en profundidad sobre ellos. Al principio dudaron, son bastante reservados.  Cuando les dije que quería fotografiar más allá de lo que habitualmente la gente ve y documentar algunos momentos de su vida cotidiana, no respondieron. Pero en una fiesta me enteré que mi amigo Cyrille Louis de la revista Le Figaro tenía la misma idea. Así que decidimos unir esfuerzos y después de una gentil persuasión, los frailes finalmente aceptaron.

(AFP / Thomas Coex)
(AFP / Thomas Coex)

 

Los fotografié durante dos meses y medio, cada vez que mi apretada agenda me lo permitía. Cuando se trabaja en una historia como ésta -cuando tratas de sentir verdaderamente a los personajes- la confianza es clave.

 

Así que fui varias veces solo para conversar con ellos, aunque llevaba mi cámara, no tomaba fotos. Los franciscanos me vieron muchas, muchas veces y con el tiempo se acostumbraron a mí, así que tengo atisbos de lo que sólo ellos pueden ver.

El resultado fue un material fantástico, creo que logré transmitir una imagen agradable y texturizada de la congregación.

Curas franciscanos conversan en un corredor de la iglesia del Santo Sepulcro en la Ciudad Antigua de Jerusalén, el 21 de febrero de 2018 (AFP / Thomas Coex)

En Jerusalén, la comunidad está dividida en dos grupos. La más visible está conformada por 15 frailes que viven en el Santo Sepulcro. Se ocupan del cuidado de la tumba, realizan las misas y procesiones, y dan la bienvenida a los fieles.

Los peregrinos y turistas solo llegan a ver una sección del espacio ocupado por los franciscanos. También disponen de dormitorios, una cocina, una sala de reuniones y una sacristía.

En la iglesia, se turnan con las otras dos confesiones guardianas de la tumba: los  greco-ortodoxos y los armenios.

Los visitantes habituales del Santo Sepulcro hacen cola por más de una hora para ver la tumba –desde una línea- durante menos de un minuto. Gracias a la confianza construida con los franciscanos, logré estar más de una hora y media allí, mientras hacían la limpieza. Es algo inusual.

El fraile croata, Sinisa Srebrerovic, limpia los ornamentos dentro de la tumba donde se cree fue enterrado Jesucristo, el 2 de marzo de 2018 (AFP / Thomas Coex)

El segundo grupo de franciscanos está compuesto por 80 monjes, quienes viven en un convento a 200 metros de la iglesia. Se dedican gran parte del tiempo a orar, pero también realizan muchas actividades sociales. El convento es la sede de los franciscanos en Tierra Santa, desde donde administran varios lugares santos en los que tienen presencia, como en Belén, Nazaret, Líbano, Siria, Irak, Chipre y la Isla de Rodes. En total, emplean a 1.200 personas en Tierra Santa.

El convento es inmenso y como todo en  la ciudad, es muy antiguo, tiene varios pisos y mucha actividad. Hay frailes trabajando en el jardín, donde han cultivado plantas medicinales desde hace siglos (como hice el reportaje durante el invierno, desafortunadamente no obtuve fotografías de esta parte). También hay frailes horneando pan, ahumando carne de cerdo que compran en un kibutz y un sastre que cose las túnicas marrones que visten. Hay una pequeña ciudad dentro del convento.

Los curas franciscanos elaboran embutidos para su propio consumo, en un sótano del Monasterio de San Salvador, sede de la orden franciscana en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el 14 de marzo de 2018 (AFP / Thomas Coex)
Los franciscanos rezan antes de cenar en el convento de San Salvador, en Jerusalén, el 15 de marzo de 2018 (AFP / Thomas Coex)

 

También hay curas que se hacen cargo de los archivos. Este es el lugar más importante y seguro del convento, porque contiene documentos invaluables. Algunos son del siglo XIII, como el acuerdo de los Mamluks, quienes en aquella época otorgaron el derecho a los franciscanos de quedarse en Jerusalén. Asimismo, hay una espada del siglo XIII que es utilizada para nombrar a los caballeros del Santo Sepulcro.

 

El fraile franciscano Serge Loktionov muestra la espada utilizada desde el siglo XIII por el Custodio (el jefe de los franciscanos en Tierra Santa) para ungir a los caballeros del Santo Sepulcro. (AFP / Thomas Coex)

La orden tiene muchas actividades. Posee unos 400 departamentos en el casco antiguo de la ciudad, que deben mantener y administrar. Utilizan estas propiedades para mantener la presencia de los cristianos en el corazón de la ciudad, por lo que dejan que las personas vivan en ellos básicamente pagando solo los impuestos.

Gracias a la confianza que establecimos, pude fotografiar a los frailes haciendo deportes junto a estudiantes en la escuela de Terra Sancta o a los frailes retirados que viven en la enfermería, en el último piso del convento.

También visitan a pobladores que están demasiado enfermos para ir al a iglesia a recibir la comunión.

Pude retratar además los momentos espontáneos de su vida cotidiana. La oración antes de la comida o cuando, después de un almuerzo o una cena, van a un salón para servirse café, jugar cartas y conversar. Hay una agradable atmósfera y es una faceta de ellos que es difícil de ver.

Conocer a los frailes y retratarlos fue uno de mis reportajes favoritos porque al final logré un acceso increíble a ellos. ¿Quién además de los frailes, ha pasado una hora y media en la tumba de Cristo? ¿O cómo se relajan después del almuerzo? Necesitas tiempo para fotografiar esos momentos. Mucho tiempo.

Un fraile franciscano juega baloncesto con niños palestinos de la escuela Terra Sancta, el 1 de marzo de 2018 (AFP / Thomas Coex)

 

Thomas Coex