El mundo desde mi ventana de hotel
BERLÍN – Adquirí este hábito desde marzo de 2010: cada vez que me envían fuera de Berlín a hacer una cobertura, tomo fotos de la vista desde la ventana de mi habitación del hotel. Lo hago siguiendo un protocolo muy específico: objetivo de 50 milímetros, fotos en blanco y negro, encuadre que se ajusta exactamente a lo que se encuentra frente a la ventana sin que se vea el marco…
El objetivo inicial era hacer un simple registro de los hechos: estoy aquí, esto es lo que veo desde la ventana. Mis fotos no tienen ninguna pretensión artística. Son simples recordatorios que se acumulan a lo largo de los años de los países y las ciudades por los he pasado.


La idea me vino a destiempo. En 2010 ya hacía 15 años que era reportero gráfico. Había hecho muchas imágenes de acontecimientos en todo el mundo, había pasado noches en muchos hoteles. Y lamenté no haberme tomado el tiempo o no haber sentido la necesidad de hacer un acto tan simple como tomar una foto desde mi ventana.


También debo decir que empecé mi carrera en una época en que los fotógrafos hablaban poco de sus circunstancias para trabajar. Conseguir las imágenes de una zona devastada por un desastre natural, por ejemplo, plantea problemas logísticos a menudo muy frustrantes. Teníamos que encontrar el agua suficiente para revelar los rollos de película, encontrar una línea de teléfono que funcionara... Todo eso generaba ricas anécdotas que nos limitábamos a contarnos entre nosotros porque pensábamos que no tenían ningún interés para el público.


Uno de los temas de conversación favoritos entre los fotógrafos es el alojamiento, o más bien las dificultades de alojamiento durante los reportajes. Cubrir ciertos eventos implica dormir en ciertos hoteles. El hotel Turismo en Dili, Timor Oriental, el Ahdoo’s Guesthouse de Srinagar, Cachemira, o incluso el Pearl Continental (también conocido por sus iniciales P.C.) de Peshawar, en Pakistán... Un sinfín de guaridas de periodistas que forman parte de nuestras vidas tanto como las escenas que cubrimos “en el exterior”.


Fue así como empecé este pequeño juego de fotos desde las ventanas de mi hotel y, al cabo de varios años, me di cuenta de algo: el carácter aburrido y repetitivo, no tanto de las fotos en sí como del procedimiento que me impuse, contrastaba siempre con las imágenes que tomaba para el reportaje que me había llevado hasta allí.


Así que un buen día me dije que si yuxtaponía esos dos mundos –aquel en el que vive el fotógrafo y el que muestra con sus fotos- podía hacer una modesta contribución al tema, ya de por sí rico, de la “representación” en fotografía.
A esta altura, ya tengo 117 fotos tomadas desde mis habitaciones de hotel. He seleccionado quince, las he yuxtapuesto con quince fotos de prensa tomadas durante el mismo viaje. Traté de seleccionar una muestra representativa de los diferentes lugares que visité así como de las diferentes historias que un fotógrafo de agencia es enviado a cubrir.


En lo que respecta a la foto de prensa, la idea no era mostrar la mejor o la más memorable sino más bien tener una muestra representativa de la sintaxis fotográfica particular para el tipo de reportaje en cuestión. La yuxtaposición no produce necesariamente una contradicción clara: cuenta una historia en sí misma.
El ánimo pensativo de Joachim Loew, por ejemplo, encuentra eco en el infinito del océano.


Las puntas afiladas de esta máscara en el festival Wave-Goth contrastan con la suavidad de las formas geométricas delante de mi ventana del hotel en Leipzig.


La decoración muy recargada que me muestra la vista de mi hotel londinense hace juego con una competición olímpica de equitación.


La exuberancia de Salma Hayek contrasta fuertemente con la tristeza de la vista desde mi habitación en el Ibis de Düsseldorf.


En Gao, la escena de un animado mercado contradice la claustrofobia que causa la foto desde mi ventana.


En Slavyansk, la destrucción causada por los bombardeos es visible en ambas fotografías.


La composición de esta foto del entrenador del Liverpool Jürgen Klopp delante de la bandera de su antiguo club de Dortmund contrasta con el desorden de los elementos en la composición de la vista desde mi habitación.


Por último, la alegría de cuatro jugadores del Atlético de Madrid celebrando su victoria ante el Bayern combina bien con la vista aérea que tenía desde mi hotel en Munich.

