Unas entradas para Manuel
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El español Manuel González, un inmigrante llegado a Brasil en 1943, junto a su bisnieto Henrique justo frente a la sede de su país natal en Curitiba, Brasil, el 10 de junio de 2014 (AFP / Lluis Gene)
CURITIBA, Brasil, 13 de junio de 2014 - "Gracias, gracias". Manuel González está emocionado. Recibe como un tesoro las cuatro entradas para ver un entrenamiento de España y aviva el paso para llegar cuanto antes a la tribuna, en el Centro de Entrenamiento Cajú de Curitiba. Por el ritmo con el que anda, nadie diría que tiene 80 años.
Detrás le siguen una nieta y Henrique, su bisnieto, de apenas seis años, al que toma en brazos y que no parece entender mucho de lo que sucede.
Habían pasado seis horas en la cola para ver el entrenamiento de España. Pero las invitaciones ya estaban adjudicadas y no había ninguna posibilidad de entrar. Terco, don Manuel se plantó de todos modos ante la verja de la entrada.
Unas horas de espera no iban a desanimar a este granadino que llegó a Brasil con apenas 9 años y que se ha pasado 71 soñando reencontrarse con esa España que dejó cuando era niño y a la que nunca había vuelto.
Ahora, el destino le hizo un guiño. Nada menos que la selección española se plantaba frente a su casa. El Centro de Entrenamiento Cajú, en Curitiba, propiedad del Atlético Paranaense, fue el elegido por España para alojarse y entrenarse durante su estancia en el Mundial de Brasil.
Fans del equipo español se agolpan en la entrada de la sede de la selección en Curitiba para intentar asistir a un entrenamiento, el 10 de junio de 2014 (AFP / Lluis Gene)
Cuando supe que don Manuel no tenía garantizada la entrada, me puse a buscar la forma de facilitarle el acceso. En una cuenta contrarreloj porque el entrenamiento estaba por comenzar, comencé a buscar sin ningún éxito al encargado de la selección española, el único que podía ayudarme a hacer entrar a don Manuel y a su familia. Por suerte lo encontró otro compañero, de un diario español, que también se había tomado muy en serio la causa de nuestro amigo y estaba decidido a cumplirle el sueño. Tras escuchar las razones, el encargado estuvo totalmente de acuerdo en que la presencia del señor en el lugar era de crucial importancia. Y entraron.
Detrás de ellos, 3.000 personas habían hecho una cola con la esperanza de acceder. Pero sólo Manuel y unos pocos afortunados lo consiguieron. Había lugar para 1.000 personas y casi todas las invitaciones ya habían sido adjudicadas.
Al entrar, llevando al pequeño Henrique a su lado, don Manuel se dio vuelta y miró a la puerta de su casa, a apenas veinte metros de la entrada al campo de entrenamiento. Su mujer, Helena, estaba en el umbral, respondiendo sonriente al exultante saludo que le hacía con la mano su marido.
El arquero español Iker Casillas en un entrenamiento en Curitiba el 10 de junio de 2014 (AFP / Lluis Gene)
Luego lo vi de lejos entre el público, aunque no pude acercarme. En la tribuna no cabía un alfiler. Pude ver su expresión de felicidad. Lo llamé, pero no me escuchó. Estaba concentrando repartiendo sus miradas entre los jugadores españoles y su bisnieto, porque parecía no querer perderse las expresiones del niño. Estaba feliz por acercar a España de alguna manera al pequeño Henrique.
Justo antes de este episodio, en una conversación para un artículo sobre su vida que escribí para la AFP, don Manuel me había contado que sus padres habían sido agricultores en un pequeño pueblo de Granada y que en la España de posguerra las necesidades empujaron a sus padres a intentar la aventura brasileña junto a sus seis hijos, en 1943.
Tras medio siglo como camionero, en el que recorrió todo Brasil, se quedó a pasar la jubilación en el modesto barrio de Umbará en Curitiba. Ahora sueña con una final Brasil-España y, sobre todo, con una victoria de su país de nacimiento. Aunque no creo que la alegría de Manuel si España gana la Copa supere la expresión de felicidad que vi en sus ojos cuando entró con su bisnieto al entrenamiento.
El español Manuel González junto a su esposa en el frente de su casa en Curitiba, Brasil, justo ante el centro donde entrena el equipo de España, el 10 de junio de 2014 (AFP / Lluis Gene)
* Pablo San Román es editor jefe del desk español de Deportes en París, actualmente enviado a Curitiba.