Regreso al mundo de los vivos

Tras cerrar 2014, un año marcado por las guerras, las masacres, las epidemias y otras tragedias, fotógrafos de AFP cuentan la historia de imágenes bellas o esperanzadoras, tomadas en el contexto de eventos dramáticos.

Un superviviente del accidente de una mina de Manisa, Turquía, se encuentra con su padre el 13 de mayo de 2014 (AFP/Bülent Kiliç)

ESTAMBUL, 31 de diciembre 2014 - Estas son las dos caras del desastre industrial más letal en la historia de Turquía. El rostro de un minero, con la mirada desorbitada que brilla en medio de una tez negra que todavía refleja el miedo a la muerte de la que acaba de escapar. Y el rostro de su padre presa de la angustia que lo besa para celebrar su milagroso regreso al mundo de los vivos.

Cuando ese 13 de mayo de 2014 llegué por la noche al pozo de la mina de Soma, los 301 trabajadores que perdieron sus vidas en este drama que parece de otro siglo, estaban probablemente ya muertos, atrapados unos pocos cientos de metros abajo. Poco después de mediodía una explosión sacudió la veta de carbón dentro de la que acababan de comenzar su jornada laboral y llenó de gas venenoso las galerías en ruinas.

(AFP/Bulent Kilic)

La noticia del accidente me llegó estando en la región de Izmir con un equipo de la oficina de AFP de Estambul para un reportaje sobre turismo "halal". La suerte quiso que en la tarde, escuchando la radio, nos enteráramos de que cientos de mineros habían quedado atrapados en el fondo de una mina de carbón en Soma, a unos 200 kilómetros de distancia. Inmediatamente nos dirigimos a este pequeño pueblo en el oeste del país, sin saber lo que íbamos a encontrar allí.

Tras tres horas de carretera empezamos a comprender la magnitud de la catástrofe. Desde antes de llegar a Soma, el firmamento oscuro reflejaba las luces azules de las ambulancias que descendían desde la mina hacia los hospitales de la ciudad. En la pequeña carretera que serpentea hacia la mina nos topamos con una columna de vehículos particulares a la que nos sumamos sin remedio. Cientos, quizás miles de habitantes, subían en fila a la mina para buscar noticias de un hermano, un hijo o un padre.

(AFP/Bülent Kiliç)

Cuando finalmente debimos dejar nuestro coche ante un cordón policial, descubrimos bajo los focos instalados por los primeros equipos de rescate un caos increíble. Mineros con la mirada ida, asfixiados y escupiendo una saliva negra, estaban siendo arrastrados por sus compañeros. Una procesión de ambulancias que, una tras otra, recibían las camillas.

Y todos los alrededores, en medio de la oscuridad y entre gendarmes tratando de mantener una apariencia de orden, familias que llegaban hasta la entrada de la galería con la esperanza de ver, de tocar, de besar a un sobreviviente. Algunos luchaban por arrancarles las máscaras de oxígeno y reconocer a los heridos que habían sido sacados a la superficie. Otros estaban sentados unos pocos metros más atrás, esperando leer el nombre de su ser querido en la lista de las primeras personas hospitalizadas. Con frecuencia, el ruido de los generadores eléctricos era interrumpido por un grito de dolor, el de una familia que se acababa de enterar de la muerte de uno de los suyos.

(AFP/Bülent Kiliç)

En medio de este indescriptible desbarajuste, fotografié la salida de este minero, entre muchos otros. El abrazo de su padre duró una fracción de segundo. Su madre, menos rápida, no logró abrazarlo: se lo impidieron los rescatistas, que rápidamente lo metieron en una ambulancia.

El sobreviviente alcanzó a preguntar por sus compañeros que quedaron en el fondo de la mina justo antes de ser llevado al hospital. Nunca volvió a escuchar sobre ellos.

Las operaciones de rescate duraron cinco días. Al día siguiente de la tragedia, los rescatistas dieron una cifra escalofriante de muertos: 301, de los más de 700 que estaban en el fondo del socavón en el momento de la explosión. El peor accidente minero jamás registrado en Turquía.

La tragedia provocó en todo el país tal conmoción y malestar que el gobierno se vio obligado a adoptar una legislación de emergencia destinada a mejorar las condiciones de trabajo de los mineros. Un texto aparentemente insuficiente. En octubre, otro accidente mató a otros 18 mineros de carbón turcos.

Bülent Kilic es un fotógrafo de la oficina de AFP en Estambul. Fue nombrado "fotógrafo de agencia del año" 2014 por la revista Time, así como por The Guardian por el conjunto de su trabajo, especialmente en Turquía, Ucrania y Siria.

Un soldado turco custodia la ruta de acceso a la mina de Manisa, el 14 de mayo de 2014 (AFP/Bülent Kiliç)

Bülent Kiliç