(AFP / Diego Lima)

Cuando una ‘buena’ historia es noticia

Cordoba, Argentina -- Cordoba -- Pareciera que desde hace un tiempo las ‘malas’ noticias pintan una cara demasiado despiadada del mundo aún para quienes estamos desde hace años detrás de las noticias. Por ello, jamás imaginamos que el testimonio de Noelia Garella, la primera maestra preescolar con síndrome de Down en Argentina, se convertiría en una historia ‘viral’ para AFP, compartida millones de veces en las redes sociales de medios de comunicación en Latinoamérica y Estados Unidos. 

Tampoco que popularizara el perfil de Facebook de la protagonista hasta tal punto que recibió nuestro despacho en tailandés escrito por una periodista de ese país que desea conocerla, además de dos invitaciones internacionales.

(AFP / Diego Lima)

Menos imaginable aún era que miles de lectores agradecieran “por estas noticias que sí valen la pena”, como escribió un internauta de la cadena hispana estadounidense Univision, donde el 25 de octubre empezó a dispararse una historia que parece haber gustado no solo por el carisma de Noelia, sino también por las declaraciones de sus colegas en el área educativa, sus padres y los padres de los pequeños que la han tenido en sus salas o recreos jugando de ‘tú a tú’ o leyendo fábulas infantiles para maternales.

En esta era de sobreinformación hemos ‘naturalizado’ los titulares de los bombardeos en Siria, la agresividad de la campaña electoral de Estados Unidos o la desmesurada crueldad de los ataques del Estados Islámico desde París hasta Kuwait. En Argentina hemos descrito marchas sociales y ajustes económicos, narrado excéntricos casos de corrupción administrativa hasta la ola de asesinatos salvajes de mujeres.

Pero de pronto rompimos la rutina de trabajo al viajar a Córdoba para cubrir la historia del Cura Brochero -quien en octubre se convirtió en el primer santo argentino- y nos encontramos con reportajes que sin robo ni sangre, sin saboteos ni mafias, interesaron.

El caso de Noelia, según interpretamos los barómetros de la era de sobreinformación digital, trajo millones de ‘shares’, decenas de miles de ‘likes’ y cientos de miles de ‘comments’. ¡Se leyó! Eso sí es un notición.

(AFP / Diego Lima)

¿Están seguros que se trata de una maestra titulada? ¿Pero ella puede quedarse sola con los niños? ¿Qué les puede enseñar a los pequeños? Fueron algunas de las preguntas que nos hicieron amigos o colegas en la etapa de preproducción del reportaje sobre Noelia, historia que los medios nacionales cubrieron varias veces desde 2012, cuando obtuvo su puesto oficial en un preescolar público.

En el terreno, la supervisora Alejandra Senestrari nos explicó cómo conoció a Noelia mientras apoyaba un programa de odontología infantil en el que daban talleres de higiene bucal en preescolares municipales. “Me di cuenta que conectaba muy bien con los chicos y tenía iniciativas para acercarse a ellos”.

Noelia sacó sus estudios primarios, secundarios y de docencia con esfuerzo propio y fuerte voluntad de su familia, que la sigue acompañando en todo.

Su ingreso en el sistema público como maestra de preescolar, obviamente tiene excepciones. No presentó el concurso que hacen la mayoría de los maestros para ocupar estas plazas, siempre está guiada por otra compañera que lleva el programa educativo del curso y aún es incierto cómo progrese en la docencia.

Con Iván quisimos explicar esto ahora porque hemos recibido algunos mensajes de padres de niños síndrome de Down que nos felicitan por mostrar el potencial que tienen, pero a su vez consideran precisar que no todos pueden llegar tan lejos como Noelia. La verdad es que no lo sabemos.

Sí comprobamos para la nota que hay varios casos en el mundo de chicos con síndrome de Down que rompen los moldes.

Médicamente no tenemos idea de los parámetros que existen para determinar los grados de nivel intelectual entre una persona u otra con este cromosoma extra en el par 21.

“Ese cromosoma de más me hizo diferente, pero yo soy igual a vos y a vos y a todos, y al mismo tiempo todos somos diferentes ¿cuál es el problema?”, nos lanzó Noe a Iván y a mí en la antesala de una de las entrevistas en un parque. Nos dejó tan perplejos como cuando actúa frente a sus alumnos de dos años.

Lo que nos pareció notable desde el minuto cero de este reportaje es que si Noelia está trabajando como maestra en un preescolar es porque hubo alcaldes, supervisoras, directoras, maestras y padres de esos alumnos que se abrieron a la experiencia más allá de los prejuicios.

La hazaña de Noelia es extraordinaria también porque no la hizo sola sino en comunidad.

Hace un año y medio nos conocimos con Iván en la redacción de la AFP Buenos Aires, pero recién este año nos tocó una cobertura de varios días y se nos sumó luego Diego Lima, el fotógrafo que, junto con las tomas de Iván, captó en imágenes el alma de Noelia, su gracia y ternura con los niños, su jovialidad inmediata hacia el desconocido.

Gracias al viaje de ocho horas en auto a Córdoba desde Buenos Aires nos dimos cuenta de que detrás del reportaje de Noelia se escondían recuerdos y preguntas por experiencias personales de cada uno.

Hace casi 10 años Iván se convirtió en tío de Maia, una pequeña con este síndrome cuya capacidad de dar amor no deja de sorprenderlo y le hace preguntarse con frecuencia “¿Quiénes somos los verdaderos discapacitados?”

En voz de Iván:  “Yo desconocía lo que significaba síndrome de Down hasta que llegó Maia. La explicación que recuerdo de mi hermano fue que son chicos especiales, más sensibles, más amorosos, requieren de más cuidado y más amor.  Entonces ¿dónde está el problema?

Creo que tener uno de estos seres especiales en el entorno cercano de tu vida es una bendición, sólo siento admiración por ellos, todo lo ven más simple, todos los días valoran las cosas que los ‘normales’ solemos ir desvalorizando.

Todos los días intento aprender más de la filosofía de vida que tienen, que una sonrisa es más poderosa que un regaño. Que un abrazo espontáneo es más genuino que un apretón de manos, que un ‘te quiero mucho’ no se escatima con la gente que quieres”.

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Por mi parte, desde que Iván propuso esta historia la relacioné con la ‘evolución’ social de otra experiencia de integración de la que formé parte sin tener conciencia.

Toda mi primaria, en aquella infancia feliz que tuve en Venezuela, la hice en la sala A de la Escuela Comunitaria, un grupo de 24 alumnos escogido para integrar a Agustín San Blas, quien tres años antes que todos nosotros nació con síndrome de Down.

Hasta ahora recordaba sin lagunas miles de anécdotas con él, las veces que nos ponían a leer en voz alta, juegos en los recreos donde no le gustaba mucho perder, su pasión por las golosinas que debíamos ayudar a controlar, sus cartas de amor a la ‘más linda e inteligente’ de la sala, nuestros primeros bailes al son del merengue de Juan Luis Guerra.

Pero, de una manera muy vaga, recordaba la ilusión que nos hizo cuando nos nombraron en un libro que tuvo su prensa para mediados de los 80: “Agustín un niño especial”.

Entre las inesperadas repercusiones de la hazaña de Noelia, me sorprendió reconectar con algunos de mis compañeros que desde los cinco años recorrimos la educación básica en aquella escuela de San Antonio de Los Altos con una lección de inclusión que naturalizamos como lo hacen en Jeromito, el preescolar donde trabaja Noelia.

“Agustín fue el primer niño integrado en una escuela común en Venezuela y no faltaron padres que me decían que era un disparate lo que estábamos haciendo”, me enteré recién en estos días de todo esto por la madre de Agustín, Gioconda San Blas, a quien pude ubicar gracias a la nota de Noelia.

“La oportunidad y apertura que nos dio entonces la Escuela Comunitaria, su cuerpo docente y ustedes como compañeritos de clase que intuitivamente recibieron a Agustín con cariño, lo cuidaron y respetaron fue un gran paso en su desarrollo”, resumió Gioconda, actual presidenta de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, que en su blog tiene la versión actualizada en 1997 del libro sobre Agustín.

Sin saberlo, la experiencia de Noelia, la había vivido antes desde otro lugar.

(AFP / Diego Lima)

“¿Qué raro el impacto de la historia de la Noe con todo lo que está pasando?”, se preguntaba Iván pocos días después de que seguíamos recibiendo mensajes positivos por varias vías de un reportaje que partió sin grandes pretensiones y que estuvo a punto de frustrarse cuando ya habíamos recorrido 800 kilómetros para poder dar con Noelia y familia.

“Hay paro de profesores el miércoles y después no sé si vuelve en la semana al preescolar”, nos dijo su madre, Mercedes Cabrera, en un audio por Whatsapp.

Cuando conocimos a Noelia, a su madre y a su hermana menor Romina, hubo empatía inmediata. “Ay pobres, viajaron de tan lejos yo les hablo donde quieran”, nos repitió la protagonista.

Nos abrieron las puertas de su casa, fuimos a las clases de danza donde Noe se transforma bailando ritmos tropicales y su mamá me dio detalles íntimos mientras Iván y Diego la filmaban nadando.

En testimonio teníamos oro, pero la imagen más fuerte para el reportaje, Noelia en clases, parecía imposible de obtener.

Mientras con Iván analizábamos cómo salvar la nota, Noelia confiaba, como se lo demostró su propio destino, en que todo saldría bien. “Mirá Ivancito yo mañana pregunto si el viernes podemos estar en el Jeromito con mis jeromitos”, dijo en referencia al preescolar y como llama a sus alumnos.

Al final salió una nota que a Noelia le ha valido una serie de invitaciones que no ha podido corresponder pero que ella y su familia califica como “algo hermoso”: Fue invitada a la inauguración de Juegos Paralímpicos en Bolivia y también a la grabación del Teleton en los estudios de Univision en Miami.

“No tenemos visa y parece que sería para ir por un día”, lamentan los Garella Cabrera desde Córdoba, a unas  12 horas de avión de Miami.

“Ah Paula, y podés escribir también que después de la nota tengo novio. Ya estamos de novio con Mario”, dijo sobre su nueva relación.

(AFP / Diego Lima)

También después de este reportaje me enteré de que Agustín San Blas, mi compañero de clases a quien seguimos viendo en nuestra adolescencia, cumple en enero 20 años trabajando en la biblioteca del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Entre la avalancha de mensajes que recibimos nos piden mostrar más historias como la de Noelia Garella, “lo positivo”, “lo bueno”, “las lecciones” de humanidad que todavía tenemos como especie y  hubo uno que nos hizo reír: “los argentinos son gente encantadora y abierta. Esto no habría sido posible en Francia, y difícil en España”, escribió el internauta Bilbilitano en Midi Libre.

Maia es argentina y como alumna con capacidades diferentes va a la primaria de una escuela regular en Buenos Aires, como lo hizo Agustín en Venezuela. Como nos dijo Noelia, "al final todos somos iguales y al mismo tiempo diferentes". Qué bocanada de aire fresco  cuando la curiosidad y tolerancia vencen a los prejuicios, sobre todo con los vientos que corren en las grandes noticias internacionales.

(AFP / Diego Lima)