No es complicado, ¡es Carnaval!
RIO DE JANEIRO, 27 de febrero de 2015 - Son las seis de la mañana en Rio de Janeiro y ruidosos grupos ya caminan desaforados por la calle, cerveza en mano y vistiendo producidos disfraces. ¿De fiesta desde anoche? No. El Carnaval se vive de día y desde muy temprano.
Un bloco, como se llaman las fiestas callejeras durante Carnaval, puede comenzar a las siete de la mañana y la asistencia siempre será masiva. Pocos son de noche.
Los cariocas no tienen problema en madrugar para bailar, beber y claro, beijar na boca.
El beso es una parte fundamental de la ecuación carnavalesca. No hay compromisos, quizás ni intercambio de nombres. Ella pasaba por allí, cruzó miradas con él, que la tomó del brazo y le zampó un beso en la boca.
"¡Bésalo, bésalo, bésalo!", puede gritar el grupo si la muchacha tiene dudas. Terminado el beso, una palmada en el hombro de despedida y cada quien sigue su camino.
Algunos compiten sobre el número de besos en la boca conseguidos, otros ni llevan la cuenta. Algunas parejas se separan en estos días para lanzar una canita al aire y luego vuelven como si nada.
El diario O Globo incluso lanzó una campaña en la red Instagram para promover los besos del Carnaval, bajo el hashtag #BeijaEu (Bésame).
"Bésame que soy cineasta" es el nombre de uno de los más de 500 blocos que durante un mes invaden la ciudad. Entre los más famosos está el "Bola Preta", que reúne a más de un millón de personas en el centro, o el de "Carmelitas", que cuenta la historia de un grupo de monjas que escapa de un convento en el bohemio barrio de Santa Teresa para disfrutar de las fiestas. En este último bloco, los fiesteros visten velos celestes durante el recorrido, que se hace primero el viernes (la huida del convento) y se repite el martes (el regreso).
Hay también blocos especializados, como "Sargento Pimenta", que versiona canciones de The Beatles, o "Fuego es Pasión", en el que canciones romanticonas y ridículas se convierten en samba.
La creatividad de los disfraces impresiona: está la que fue de Google Maps, con la gota roja con una letra A sobre la cabeza y líneas amarillas recorriendo un traje de mapas; el grupo de Pitufos, todos pintados de azul; o los piratas que arrastraban un barco hecho de láminas de cartón. Hubo también un Jesucristo en tanga cavada y bebés de velludas piernas, apenas vistiendo un pañal. Nunca falta un Chavo del Ocho y un Chapulín Colorado.
En cualquier momento, en cualquier esquina, hay espacio para las sorpresas, las risas, las escenas surrealistas. En Carnaval, el raro es el que no está disfrazado.
En la multitud se destaca asimismo el tipo que infló sus músculos en el gimnasio y aprovecha el Carnaval para mostrar sus abdominales y pectorales, vistiendo sólo un corbatín (para estar disfrazado de algo) y un pantalón corto.
Y ahí comienza una guerra por los besos. ¿Quién llama más la atención? ¿Los "gatos" --como se le dice a los hombres guapos en Brasil-- o los creativos --que buscan llamar la atención por la originalidad de su disfraz--? Depende del gusto. De cualquier forma, hay de todo para todos.
Según su tamaño, el bloco puede ser fijo o móvil, con un camión de sonido o sólo con una batería de trompetas y tambores. Los tradicionales arrancan con las marchinhas típicas: "Usted piensa que cachaza es agua, cachaza no es agua no...", "'Cidade Maravilhosa', corazón de mi Brasil...", "Ey, ey, ey... en la pasarela...".
Cerveza va, cerveza viene... Muchos fiesteros llevan su propio porrón colgado al cuello. Y unos heladitos con vodka o cachaza saborizados con frutas y vendidos por pocos reales en sachets de nylon también se han hecho famosos.
Muchos cariocas aseguran que es en los blocos que se celebra el verdadero Carnaval, y no en el Sambódromo, donde los suntuosos desfiles de las escuelas de samba, digan lo que digan, tienen también fervorosos seguidores.
Durante los cinco días del Carnaval "oficial", cuando el ritmo de los blocos sube em intensidade, los más osados van de uno a otro hasta que el cuerpo aguante.
Y entre un beso y otro, si aparece quien apuesta por una relación de amor en pleno Carnaval, siempre habrá quien le ponga los pies en la tierra y le diga: "No es complicado, ¡es Carnaval!". Un momento para liberarse de los prejuicios y disfrutar sin tabúes.
Javier Tovar es corresponsal de la AFP en Rio de Janeiro.