Dentro de Kobane liberado
Un combatiente kurdo y su hijo en Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)
KOBANE, Siria, 28 de enero de 2015 - Hemos estado esperando dos días para entrar en Kobane, desde que los combatientes kurdos retomaron la ciudad de manos de yihadistas del grupo Estado Islámico. Finalmente, la mañana del 28 de enero las autoridades turcas dijeron que nos permitirían entrar en el lugar por unas pocas horas. La policía anotó nuestros nombres y fuimos escoltados hacia la frontera con Kobane: una veintena de reporteros de la prensa turca y extranjera.
Combatientes kurdos en el centro de Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)
Inmediatamente nos encontramos con un grupo de combatientes que nos saludaron y estrecharon nuestras manos. Luego comenzamos a andar por el centro de la ciudad. Los combatientes nos pidieron quedarnos en el lado oeste, porque aún hay bombardeos en la parte este de la ciudad. Fuera de eso, teníamos libertad para movernos por las calles.
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Me las arreglé para ubicarme en un punto alto de un edificio. Un combatiente estaba allí, supervisando la zona este y comunicándose por radio con sus camaradas abajo, dándoles información sobre la situación y sugiriéndoles posiciones estratégicas.
Por lo que pude ver, el este está totalmente devastado. Grandes áreas reducidas a edificios destruidos y a escombros. Porque fue por allí por donde los milicianos del grupo Estado Islámico intentaron entrar a Kobane.
Vi combatientes del Ejército Sirio Libre y los combatientes kurdos, entre los que se contaban también mujeres. Algunos ocupando puestos de ametralladoras, otros patrullando las calles. Era posible ver en sus caras la alegría y el alivio de haber reconquistado la ciudad.
Destrozos por los combates en una calle de Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)
Era difícil ver civiles, lo que no sorprende, considerando que buena parte de la ciudad ha sido arrasada. Vi quizás unas 20 o 30 personas que no eran combatientes, incluyendo algunos niños.
Es en ese momento cuando me crucé con un niño, que permanecía cerca de un grupo de combatientes. Uno de ellos se me acercó para decirme que se trataba de su hijo. ¡Ésa es la foto que estaba buscando!
Un combatiente kurdo y su hijo en Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)
Quería saber un poco más acerca del padre y de su hijo, al menos conseguir sus nombres. Es mi forma de trabajar. Si paso tiempo en algún lugar, converso con las personas. Pero al final, no pude localizarlos para preguntarles nada.
También me las arreglé para capturar algunos momentos felices en medio del caos, como esta foto de un combatiente cargando un gato. Me recuerda a una fotografía que tomé el año pasado en Donetsk de un rebelde ucraniano con un minino en su hombro. Un extraño paralelismo entre dos guerras tan diferentes.
Quedó claro que los combatientes kurdos no tenían problema con la prensa, estaban entusiasmados por su victoria y les dábamos lo que querían al reportar lo que estaba pasando.
Cuando todo esto comenzó, yo estaba mirando hacia Kobane desde afuera, desde el lado turco. Los bombardeos, Los combates… Era el infierno. Ahora hace cuatro meses que he estado retratando esta ciudad y ha sido muy duro.
Niños kurdos en el centro de Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)
Después de todo este tiempo, finalmente logré ver Kobane desde dentro. Entrar a la ciudad ahora que la lucha terminó es muy significativo para mí.
Mientras envío mis fotografías desde una cafetería en Suruc –ya de regreso al lado turco– me pregunto qué vendrá ahora. Me imagino que habrá refugiados que querrán volver a casa. ¿Podrán regresar? No ha quedado nada. ¿A dónde irán? Esa será la próxima historia.
Combatientes kurdos en el centro de Kobane, Siria, el 28 de enero de 2015 (AFP Foto/Bulent Kiliç)