Masacres en medio del apagón informativo

Doble atentado suicida contra la Gran Mezquita de Kano el 29 de noviembre de 2014 (AFP / Aminu Abubakar)

LAGOS, 3 de febrero de 2015 - Esta semana, mi colega Célia Lebur fue a la frontera entre Chad y Nigeria. Su objetivo era recoger testimonios de hombres y mujeres que escaparon a la que probablemente sea la peor atrocidad cometida por los yihadistas de Boko Haram en seis años de insurgencia: el ataque a la ciudad de Baga el 3 de enero pasado.

Allí estaba Aladjis Garb Aisha, una joven madre que acuna al bebé en la canoa en la que dio a luz en el lago Chad, mientras huía de Nigeria. También Moussa Zira, que fue rozado por una bala y que se sumergió durante horas en el monte entre los cuerpos sin vida de sus vecinos antes de lograr escapar. Y Yacubu Moussa, un pastor cristiano que habla de "miles" de combatientes yihadistas en la ciudad y de montones de cadáveres en las calles.

Lo que dicen a Célia Lebur se suma a los ya numerosos testimonios de sobrevivientes que han contado a los medios  la masacre a gran escala en Baga. Pero varias semanas después, la cantidad exacta aún es imposible de establecer.

Niños nigerianos en un campamento de refugiados en Chad, el 26 de enero de 2015 (AFP / Sia Kambou)

En la oficina de la AFP en Lagos, a unos 1.000 kilómetros del epicentro de la violencia, cualquier noticia sobre un ataque de Boko Haram comienza invariablemente con un contacto con uno de nuestros valientes corresponsales en el norte de Nigeria. Un contacto que consiste, a veces, en unas pocas palabras lanzadas en las redes sociales. Ahí empieza un largo camino para llegar a la confirmación de los hechos, que nunca es fácil en un país donde los militares y el gobierno han prácticamente dejado de referirse a la insurgencia fuera de sus discursos oficiales.

"No go zone"

Baga, en la ribera del lago Chad, en el extremo nororiental de Nigeria, es una "no go zone". Lo es también la mayoría del estado de Borno, donde se encuentra esta ciudad. Se trata de la región de Nigeria más afectada por la violencia, un lugar tan peligroso que ni los corresponsales extranjeros ni los periodistas locales pueden ir allí. Incluso si decidiéramos ir sería imposible hacer nuestro trabajo: las infraestructuras de telecomunicaciones están completamente destruidas.

Captura de pantalla de un video difundido el 20 de enero , en el que el jefe de Boko Haram, Abubakar Shekau, reivindica el ataque de Baga (AFP / Boko Haram)

Los que sobreviven a un ataque Boko Haram contra su ciudad o pueblo no tienen otra opción para mantenerse a salvo que tratar de llegar a una de las zonas controladas por el gobierno, como Maiduguri, capital de Borno, o atravesar la frontera para refugiarse en Chad. Una huida desesperada que puede tardar semanas en lograrse. Una vez en un lugar seguro, estos supervivientes son la única fuente de información que permite al mundo exterior saber lo que pasó. Una fuente únicamente verbal, con todas las imprecisiones que eso supone. Buscar fotos, videos u otras pruebas materiales de un ataque es un desafío.

Atisbos de información

El 4 de enero nos enteramos de que había ocurrido un ataque en Baga. Cientos de personas huyeron de la ciudad, y Boko Haram se hizo con una base utilizada por los soldados nigerianos y chadianos para luchar contra la insurgencia en la región.

Esa era la única información de la que disponíamos.

Cuatro días más tarde, mientras el presidente Goodluck Jonathan se encontraba en Lagos para lanzar su campaña electoral, un funcionario local de la región de Baga, Musa Bukar, declaró al servicio en idioma hausa de la BBC que al menos 2.000 personas fueron asesinadas por los combatientes de Boko Haram, que arrasaron la ciudad y al menos dieciséis pueblos de los alrededores.

¿La peor masacre de Boko Haram?

AFP logró contactar a Bukar, que nos confirmó la cifra de 2.000 muertos. Pero no fue capaz de explicar cómo llegó a ella, ni de indicar con mayor precisión cuándo y dónde fueron asesinados. Sus declaraciones, sin embargo, tuvieron alcance global cuando se tradujeron al inglés y se publicaron -con precaución- en el sitio web de la BBC.

El día después, Amnistía Internacional publica un comunicado también muy prudente. La organización sugiere que si la cifra de 2.000 muertes fuera cierta, sería la peor masacre jamás perpetrada por la insurgencia en Nigeria.

Imagen de satélite divulgada por Human Rights Watch el 15 de enero de 2015 en la que se ve la magnitud de la destrucción en Baga (AFP / CNES 2015 Distribution Astrium Services / Human Rights Watch)

Durante los días siguientes no nos enteramos de nada nuevo. Contábamos con una información cauta de la BBC y un comunicado igualmente cauto de Amnistía Internacional. Pero en las redes sociales, el mundo seguía hablando de la masacre de Baga. Aunque fuera imposible de verificar y la fuente haya sido dudosa, la cifra de 2.000 muertos se confirmó con el tiempo como el balance indiscutible de la matanza.

"Nadie se queda a contar los cadáveres"

La masacre de Baga, con toda razón, horrorizó al mundo entero. Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) publicaron fotos de satélite que muestran la magnitud de la destrucción en la ciudad. Pero el costo humano sigue siendo imposible de establecer con certeza. "Nadie se queda a contar los cadáveres", dijo un habitante de Baga a HRW. "Todos nos fuimos de la ciudad".

Militares chadianos de refuerzo en Camerún patrullan la larga frontera con Nigeria, el 21 de enero (AFP / Ali Kaya)

En Occidente, cuando se produce una tragedia, nos enteramos casi en tiempo real del número exacto de muertos y heridos. Estamos acostumbrados a números precisos, a las declaraciones confiables. Un día antes de que Musa Bukar revelara a la BBC la magnitud de la masacre en Baga había tenido lugar en París la matanza de Charlie Hebdo. En cuestión de horas, el mundo entero estaba al tanto de la gravedad y los detalles de la tragedia. El presidente de la República se dirigía al lugar de los hechos, las cámaras de televisión estaban siguiendo en directo la caza de los sospechosos, las imágenes que aficionados hicieron de los ataques y las declaraciones de testigos no cesaron de transmitirse durante días, decenas de medios internacionales se trasladaron a París.

Entre 4.000 y 10.000 muertos en 2014, pero nadie está seguro

Nada similar puede ocurrir en Nigeria. Tanto para la prensa local como para los pocos medios extranjeros acreditados aquí, la información fiable e inmediata simplemente no existe.

La insurgencia en el norte de Nigeria ha entrado ahora en su sexto año. Se estima que dejó entre 4.000 y 10.000 muertes el año pasado. Pero, en realidad, nadie está seguro.

Una adolescente de 14 años, detenida con explosivos adheridos al cuerpo, es presentada a los periodistas en la sede de la policía de Kano el 24 de diciembre de 2014. Ella declaró que fue obligada por sus padres a cometer un atentado suicida (AFP / Aminu Abubakar)

Desde la masacre de Baga, han ocurrido en el noreste del país cinco atentados suicidas, uno de los cuales fue aparentemente cometido por una niña de diez años, además de una explosión de un coche bomba y un número incalculable de enfrentamientos armados y de secuestros. Boko Haram también ha perpetrado ataques en el norte del vecino Camerún y tropas de Chad han acudido a reforzar a Nigeria. Los países de la región buscan establecer una fuerza militar multinacional para luchar contra los insurgentes que amenazan su estabilidad.

Un puzzle del que falta la mayoría de las piezas

Cuando nos enteramos de que se ha producido un ataque, llamamos al gobierno y a los militares. A pesar de que sabemos que nos vamos a dar de frente contra una pared.

Sistemáticamente, los funcionarios militares locales declinan hablar con nosotros, diciendo que no están autorizados a hacerlo. Nos remiten al Ministerio de Defensa en Abuya, cuyos teléfonos siempre están descolgados o suenan en el vacío. Nuestros mensajes escritos quedan sin respuesta. O se nos remite a la cuenta oficial de Twitter del ejército, en la que en general no hay nada.

Captura de pantalla de un video divulgado 24 de agosto de 2014 por Boko Haram que supuestamente muestra una ejecución masiva perpetrada por el grupo extremista en un lugar no identificado (AFP / Boko Haram)

Cubrir la insurgencia en Nigeria es una tarea frustrante y complicada. Es como tratar de armar un puzzle del que falta la mayoría de las piezas.

Cuando se produce un ataque en una gran ciudad como Kano o Maiduguri, nuestro trabajo es más fácil, siempre y cuando la red de telefonía móvil esté funcionando. Pero las cifras oficiales proporcionadas por las autoridades generalmente minimizan la gravedad de los hechos. A veces la única solución es ir a la morgue y contar uno mismos los cuerpos.

Contar uno mismo los cuerpos

Eso fue lo que AFP hizo cuando Boko Haram atacó la Gran Mezquita de Kano en noviembre. Contamos 92 cuerpos. Más tarde, una fuente confiable de los servicios de emergencia nos dijo que habían sido 120 muertos. ¿Fue porque muchas personas habían muerto en el hospital a causa de sus heridas luego de que nuestro reportero pasara por la morgue? No lo sabemos, pero es probable.

En un país donde ocurren atentados casi todos los días, cada uno más sangriento que el anterior, un periodista no puede pasar demasiadas horas tratando de aclarar cada acontecimiento. Sencillamente no hay tiempo.

Atentado atribuido a Boko Haram contra una terminal de autobuses en Abuya el 14 de abril de 2014 (AFP)

Esto es sin duda parte de la respuesta que podemos dar a todos los que, en todas partes del mundo, se preguntan por qué Nigeria no ocupa más lugar en las noticias internacionales. Por qué la masacre de Baga consiguió tanto menos eco que los ataques de París.

Esto no se debe tanto a que este tipo de violencia es aquí el pan de cada día (y por tanto, una enémisa atrocidad perpetrada por Boko Haram nunca sustituirá, en la portada de los medios internacionales, una inusual ola de ataques terroristas en París), como a la falta de información circunstancial, porque nada de lo que sucede en Nigeria se puede comprobar con rigor.

Estamos cada vez más acostumbrados a consumir información clara. Queremos relatos fáciles de entender, imágenes impactantes, cosas que se puedan resumir en 140 caracteres o convertir en hashtag.

Pero con la insurgencia de Boko Haram en Nigeria, tener una visión de conjunto es imposible. No pueden más que entreverse unos raros atisbos de horror que permiten "llenar" un inevitable silencio mediático antes de pasar a la próxima tragedia.

Phil Hazlewood es el director de la oficina de AFP en Lagos.