Nabil, el chico de Adén
La mañana del martes 2 de junio Nabil al Quaety, videasta y colaborador de la AFP en la ciudad de Adén, al sur de Yemen, salió de su casa para iniciar un nuevo día dejando a sus tres hijos y a su esposa embarazada. Se sentó al volante de su coche pero no llegó lejos. Hombres no identificados dispararon contra él y lo mataron antes de huir.
Mohamed Hasni, un periodista basado en la oficina de Dubai que reclutó hace cinco años a Nabil para trabajar como colaborador de la France-Presse, le rinde le homenaje en esta publicación.

Dubai - Es difícil que alguien muera a los 34 años pero Nabil no pudo escapar de ser asesinado fríamente a tiros por un comando armado de desconocidos afuera de su casa en Adén, la ciudad portuaria yemení que tanto amaba.
Es un buen "chico" de Adén que se va para siempre.
Su ciudad ilustra la complejidad de la difícil situación yemení, que se ha prolongado durante más de cinco años sin perspectivas de solución. Es un lugar que vive un conflicto dentro del conflicto.
Adén, una localidad con un rico pasado, fue la capital del antiguo Yemen del Sur, un estado independiente hasta que se fusionó con Yemen del Norte en 1990, cuando Nabil tenía sólo 4 años.
En 2014 los rebeldes hutíes, que estaban establecidos en el norte y fueron apoyados por Irán, tomaron la capital Sanaa y el gobierno se trasladó a Adén.
Desde entonces, la ciudad de unos 800.000 habitantes ha sufrido todo tipo de problemas: escasez, ataques atribuidos a los hutíes, pero también ataques de Al Qaeda y del Grupo del Estado Islámico, que han aprovechado el conflicto para reforzar su presencia en ese lugar.
Según Naciones Unidas, Yemen se enfrenta a la "peor crisis humanitaria del mundo": 24 millones de personas, más de dos tercios de la población, necesitan asistencia humanitaria.
Para complicar las cosas aún más, a partir de 2018 también se produjeron incidentes dentro de la coalición de fuerzas opuestas a los hutíes en el sur. La crisis revela las divisiones entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, un pilar de la coalición.
En agosto de 2019 hubo nuevos enfrentamientos entre elementos separatistas y tropas del gobierno en Adén. A principios de noviembre, se firmó un acuerdo en Riad para repartir el poder.
Pero no se respetó y el 26 de abril, los integrantes del Movimiento separatista del sur (STC) proclamaron la autonomía en Adén, poniendo fin a este reparto.
La medida debilitó a la coalición que lucha contra los rebeldes hutíes que controlan el norte del país y su capital Sanaa.

Nabil creció en esta ciudad y en el corazón de un conflicto que le tocó cubrir para la AFP.
Nuestros caminos se cruzaron un día de marzo de 2015 en un pequeño hotel del distrito de Khor Maksar, que el propietario eligió curiosamente aislar del mar con un alto muro circundante, en lugar de abrirlo a las olas del Golfo de Adén.
El joven videasta había venido a ofrecer sus videos, hechos con pequeñas cámaras de aficionados, a las cadenas de televisión árabes y de otros países que habían enviado equipos a Adén para cubrir el imparable avance de los rebeldes hutíes, que después de tomar Sanaa continuaron hacia el sur.
Como recién llegado a la ciudad, mi trabajo consistía en preparar la cobertura multimedia.

Las estaciones de televisión habían desplegado equipos completos en el terreno, algunos habían evacuado sus oficinas en Sanaa cuando llegaron los hutíes, y desairaban un poco el estilo un poco estrafalario del "chico" Nabil.
En el hotel había un ambiente de agitación.
En medio del ajetréo, las transmisiones especiales en vivo se multiplicaban desde los jardines como telón de fondo, mientras un ejército de "analistas" yemeníes hacían fila para descifrar las noticias del día. Se les pagaban cien dólares por cada intervención.
En las tiendas instaladas en el jardín del hotel, la jornada laboral siempre terminaba con la inevitable sesión de qat, una sustancia eufórica que en Yemen se consume como un deporte nacional.
Masticar las hojas de este arbusto relajaba el ambiente y calmaba los círculos de consumidores, que continuaban haciendo malabares con sus teléfonos móviles.
Nabil era uno de ellos, pero no era un gran fan del qat como los que gastan mucho en esto al final de la jornada. Fue después de una discusión trivial que le propuse colaborar para la AFP, mientras buscábamos reforzar nuestra cobertura en Yemen.
Él aceptó y empezamos a explorar temas de reportaje en Adén, este antiguo puerto comercial situado frente al mar a diferencia de Sanaa, que es una austera ciudad escondida detrás de las montañas volcánicas.


Como la oficina de Dubai hacía la cobertura factual del conflicto, nos centramos en la exploración de Adén, una localidad que Nabil conocía en cada rincón.
La paciencia y la perseverancia resultaron esenciales para nuestra primera colaboración. Se trataba de un reportaje sobre un extraño cine de Adén llamado "Huracán", la última sala aún en funcionamiento de la ciudad que alguna vez tuvo varias iguales.
Nuestra paciencia fue ampliamente recompensada con imágenes increíbles: la sala sin techo con sus filas de sillas, su clientela fiel integrada por un puñado de ancianos. Uno de ellos admitió que venía cada anochecer a ver la misma película de producción india.
Luego hicimos un trabajo sobre la menguante presencia cristiana, alrededor de iglesias abandonadas o transformadas en oficinas y un convento usado como casa de retiro.
También trabajamos en la historia de un joven cineasta que produjo y dirigió una película con materiales que tenía a la mano.


Hubo muchos líos y torpezas entre un novato en video como yo y un aprendiz como él. Pero los superamos, ¡y bastante bien! Porque Nabil era un trabajador entusiasta y decidido, con una sonrisa brillante. Y un corazón así de grande. Con el tiempo Nabil se convirtió en un profesional, respetando los requerimientos de seguridad de la agencia cuando quiso mostrar al mundo los enfrentamientos y estuvo cerca de la línea del frente.
En cinco años de colaboración regular con la AFP, se convirtió finalmente en un actor clave en la cobertura de imágenes en el sur del Yemen. Todo esto no estuvo exento de riesgos.
A principios de 2019, Nabil estuvo cerca de la muerte durante un ataque a un desfile militar en una base del sur del Yemen. Sus imágenes dieron la vuelta al mundo.
Nabil también era un activista, algo que tenía en común con otros periodistas en los escenarios de guerra, en este caso junto al movimiento separatista STC. La neutralidad es casi imposible en regiones donde la existencia misma de una nación y el destino de tus seres queridos están en juego cada día.
Su compromiso militante, sin embargo, no influyó en su producción que reflejó fielmente la realidad en el terreno. Con la ayuda de la oficina de Dubai, realizó una entrevista grabada de manera profesional e imparcial con el jefe del STC, Aidarous al Zoubaïdi, cuyo bastión actual es Adén.



Como prueba del apego a su tierra, siempre se negó a abandonar Adén e incluso a cambiar de barrio, por razones de seguridad, a pesar de las amenazas.
Mientras te digo adios, Nabil tengo que agradecerte. Gracias por dejarme acompañar tus primeros pasos en la AFP.

Descansa en paz con los muchos otros periodistas asesinados en Yemen, que intentaron dar nombre y rostro al sufrimiento de una población en el corazón de la "peor tragedia humanitaria del mundo", según la ONU.
Entre estos soldados del periodismo se encontraba Abdullah Al Qadry, colaborador ocasional de la AFP, que murió en un atentado el 13 de abril de 2018 en el centro del país, con una bomba que estaba destinada a una emisora de televisión.
Otros siguen vivos y languidecen en la cárcel. En Sanaa, cuatro de ellos fueron condenados a muerte el 11 de abril por "traición".
