Mi gente bajo fuego
DUMA, Siria, 19 de febrero de 2015 – Un ataque aéreo me despierta, justo cerca de mi casa situada en un sector que está bajo control de los rebeldes, en los suburbios de Damasco. Son las 8h30. Al principio creo que es solo uno, pero mis esperanzas se desvanecen rápido con el sonido de otro ataque. Y luego otro.
El bombardeo no para hasta el atardecer. Los aviones del gobierno han puesto todo bajo la mira. Edificios residenciales, mezquitas, colegios, incluso un hospital. El asalto es en represalia a un ataque rebelde que dejó diez muertos en la capital un día antes. Como he hecho en momentos así antes, me dirigí a la clínica improvisada, donde fui testigo de las escenas más horribles que se puedan imaginar.
La situación médica es conmovedora. Sangre por doquier. Niños gritando y mujeres llorando. Por lo que puedo ver, la mitad de los heridos son mujeres, pero no las fotografío en esas condiciones, por respeto.
Después de eso, decido subir al techo de un edificio alto, tal vez la única manera de cubrir lo que está sucediendo. Es muy peligroso con todas esas bombas cayendo alrededor.
Hemos sufrido muchos ataques de las fuerzas del Gobierno aquí en Duma, pero éste fue el peor desde el comienzo del conflicto cuatro años atrás. He contado más de 35 ataques. Escucho al Observatorio sirio para los derechos humanos decir que han matado a, por lo menos, 82 personas, 18 de ellas, niños.
Sé que estas escenas que estoy documentando son terribles, pero detrás de ellas también hay un horror no visto. Las imágenes que no uso, las que son muy fuertes, de gente sin extremidades o cabezas, al final me lastiman por las noches. Es imposible sacarlas de mi cabeza.
Durante los 18 meses del conflicto, fui forzado a quedarme en casa después de ser herido en la pierna por una bala de un francotirador. Me dolió que el mundo supiese tan poco de lo terrible que era la situación en Siria, y en mi ciudad en particular. Y no podía hacer nada al respecto.
Cuando me recuperé, comencé a documentar las violaciones a los derechos humanos que vi en mi ciudad. Me centré en fotografiar a los heridos porque sabía en carne propia como se sentía, después de haber sido herido varias veces.
Nunca cubrí conflictos en otros países, pero estoy seguro de que es diferente cuando reportas desde tu propio hogar.
Consideré como mi deber retratar el sufrimiento de la gente. También creo que duele mucho más, cada detalle, cada historia, porque éste es mi hogar, y ésta es mi gente. También hay muchas escenas que no recojo por respeto.
Cada persona tiene su propia historia. En condiciones mejores, converso con los heridos y les pregunto sobre sus vidas. A veces eso les ayuda a sentirse mejor. Pero en momentos como éste, muchos no son capaces de hablar. Y simplemente no hay tiempo para conversas.
Abd Doumany es un fotógrafo freelance y contribuyente de AFP, radicado en Duma, Siria