"Había pasado una hora de vuelo desde que salimos del aeropuerto de Albrook en la capital panameña rumbo a Puerto Obaldía, en la frontera, cuando divisamos en medio de una extensa vegetación bañada por el mar una pequeña pista de aterrizaje", cuenta Juan José Rodríguez, desde Panamá. "Rascacielos, bancos, casinos y centros comerciales dieron paso a un paisaje más idílico y paradisiaco, donde pequeñas islas indican que hay otro mundo, no muy lejos del centro financiero y el canal interoceánico de Panamá, donde parece haberse detenido el tiempo".