Estábamos a finales de enero cuando me propusieron cubrir el campeonato europeo de fútbol femenino en Holanda. Era tentador. Para empezar, la propuesta llegaba en un momento en el que Praga, mi ciudad natal, estaba cubierta de nieve y la perspectiva de una cobertura bajo el sol de julio era sugerente. En segundo lugar, me encanta salir de reportaje y, en tercer lugar, adoro el fútbol.
No había nada que objetar, era idóneo desde cualquier punto de vista.