Gritos en la alfombra roja
NUEVA YORK – Les llaman “los Oscars de la costa Este”. Cubrir la Met Gala, también conocida como la “Costume Institute Gala” o el “Met Ball”, es un trabajo duro. Un evento sobre la alfombra roja del Metropolitan Museum of Arts de Nueva York, al que asiste lo más granado del arte, la moda, la música, el cine y la alta sociedad. Mi desafío ahí consiste no solamente en sacar fotos sino en diferenciarme de la nutridísima competencia.
Para cubrir esta ceremonia, es requisito vestirse de gala. En lo que a mí concierne, lo resolví con un “black tie” y una bufanda del mercado de las pulgas de Lexington Avenue. Había que presentarse 30 minutos antes y hacer la cola, con un número de acreditación que determina el lugar donde has de instalarte. Este año tuve suerte: me tocó el número 13.
Para esta edición, AFP consiguió también una acreditación para un editor de foto, lo cual, constaté, es particularmente útil. Entonces estaba allí con mi colega Don Emmert, de la oficina de Nueva York. Eso me permitió dedicarme exclusivamente a tomar fotos mientras él editaba y enviaba las imágenes. En oportunidades anteriores, tuve que hacer todo solo: primero tomar las fotos y después, una vez terminada la ceremonia, editarlas y enviarlas. No me acostaba antes de las 4 de la madrugada y los clientes de AFP recibían el material con retraso. No podíamos permitirnos eso más en la era de de Twitter y de Instagram. Ahora hay que ir lo más rápido posible.
Los invitados comenzaron a llegar a las 18H30, y fue entonces cuando se desató el caos. Este año, el tema fue “Manus x Machina: la moda en la era de la tecnología”. Traducción para los profanos: “Ponte la mayor cantidad de metal posible”.
Me coloqué en segunda fila, cerca de donde ingresan uno por uno los invitados, y me subí en la escalera que yo mismo llevé. Estar en lo alto me permitía ver llegar a las superstars con suficiente anticipación como para reaccionar. El espacio era muy limitado, y no había tiempo de cambiar el objetivo. Eso quiere decir que había que hacer la cobertura prácticamente toda la noche con un solo lente.
Para los fotógrafos, es un infierno que dura dos largas horas. Imagínense la escena: un flujo ininterrumpido de famosos que desfilan por la alfombra roja y se detienen a posar por algunos segundos en tres puntos diferentes. Hay que conseguir hacer la foto. Todos gritan. Pasé toda la noche al lado de un buen hombre que no paró de gritar a todo pulmón en mi oreja: “¡Ey! ¡Ey! ¡Mira para acá!”. Espero, cuando este artículo esté publicado, haber recuperado mi oído.
Claro, yo gritaba también. Sobre todo cuando me daba cuenta de que se me había escapado alguien o mi foto no había quedado bien. Cada fotógrafo tiene su grito. Algunos no dudan en gritar cosas que rayan en lo obsceno con la esperanza de conseguir una reacción. En mi caso, como la mayoría de mis colegas, me quedo con el tradicional "¡Ey, mira aquí! ¡Date la vuelta!".
Tanta gente pasa por la alfombra roja que a veces es necesario elegir. Hay estrellas que no podemos dejar escapar. Si Beyoncé aparece, dejas todo lo demás para retratarla.
También hay celebridades que no reconoces. Con los hombres, en general, no pasa. Llevan un smoking y su apariencia no cambia mucho respecto de la habitual. Pero con las mujeres es más complicado. Algunas se visten con tal sofisticación que se vuelven irreconocibles. Por ejemplo esa dama que no tiene del todo aires de ser una estrella de cine pero cuya aparición parece alborotar a todos mis colegas.
Más tarde, me di cuenta de que era la reina Rania de Jordania...
También estaba Charlotte Casiraghi. Se presentó en compañía de un tipo que se parecía al cantante de los Black Crowes. En ese momento, me costó darme cuenta de que era la hija de Carolina de Mónaco. En estos casos, sólo hay una cosa que hacer: sacar fotos a todos y pensar después.
Este año, me tocó un muy buen lugar, justo frente al punto en el que los invitados inician su caminata por la alfombra roja. Más adelante, hay una curva y se vuelve más complicado, hay mucha más gente que de este lado.
Las condiciones propicias me permitieron tomar la que considero mi mejor foto de la noche: la actriz Claire Danes en su vestido blanco estilo “Cenicienta” diseñado por Zac Posen, que resultó ser también “el” vestido de la velada.
En el Met, siempre hay un atuendo que destaca del montón. El año pasado, fue Rihanna y su vestido que, a mi modo de ver, parecía una omelette.
Esta vez, fue Claire Danes quien iluminó, literalmente, la noche. Me encanta la foto que logré tomar: simple y limpia, con el diseñador Zac Posen en segundo plano.
Durante la gala, la competencia es feroz. Una agencia envió seis fotógrafos este año. Para diferenciarme, tengo que hacer un trabajo original. Por ejemplo, hice un montón de primeros planos: las manos, los pies, las espaldas, los pechos.
La foto de Kim y Kanye era evidente. La parte de atrás de Kim Kardashian es su emblema, su marca comercial, y este año llevaba un vestido que hacía más énfasis en su trasero de lo habitual. No tomar esta foto habría sido un crimen.
Ídem para Nicki Minaj. Este año, imposible dejar pasar su pecho. Ella no hizo nada para que pasara desapercibido, así que ¿por qué debía yo ignorarlo?
Pero antes de que me llamen de cualquier forma deben saber que pocos días antes, en la ceremonia Time 100 de las personalidades más influyentes en World of Jazz, tomé una super foto de Nicki sin que su pecho se saliera por ninguna parte. Todo depende de la situación, de la atmósfera del momento.
Creo que ser un reportero gráfico versátil, que trabaja sobre todo tipo de temas, significa una valiosa ayuda para cubrir esta clase de eventos. Tomé la foto de Amy Schumer el año pasado, cuando se tropezó y se cayó durante la ceremonia Time 100 justo frente a Kim y Kanye. Un montón de fotógrafos inmortalizaron ese momento (una caída premeditada, según la afectada). Pero la mejor foto fue la mía.
Los fotógrafos tipo paparazzi se comportan de manera muy mecánica, todos toman fotos de la misma forma, con el mismo flash, el mismo objetivo. Yo soy más flexible para disparar. Cuando Amy Schumer se cayó, muchas personas dejaron escapar la escena, pero yo la vi inmediatamente.
Cuando, ya muy entrada la noche, el Met Ball terminó, habíamos enviado más de trescientas fotografías. En la madrugada, cuando las revistas, los periódicos, los sitios web, los blogs de moda y el fan club de Kendall Jenner habían ya publicado las imágenes de la noche, volví a casa a curar mis pobres oídos.
(Este artículo fue escrito con Yana Dlugy en París).