Un policía antidisturbios CRS queda envuelto en llamas durante enfrentamientos con manifestantes por el Día de los Trabajadores en París, el 1 de mayo de 2017. (AFP / Zakaria Abdelkafi)

El hombre en llamas

París –Estaba realmente afectado por esta fotografía y por este policía. Ahí estaba un ser humano en llamas frente a mí. En París. Él no hizo nada. Soy de Siria, donde los policías no están ahí para protegerte, donde los policías le disparan a la gente en manifestaciones con balas reales. Y esos chicos, todo lo que hicieron fue tirar gas lacrimógeno. Y estaban siendo atacados.

La foto fue tomada durante una marcha del 1 de mayo en París, una ciudad en la que he vivido por poco más de un año. Fui forzado a dejar mi hogar en Alepo, en Siria, después de perder un ojo tomando fotos de enfrentamientos.

Desde que estoy en Francia, he trabajado como fotógrafo independiente, por eso voy a muchas manifestaciones. Fui a esta, en el este de París, entre la Plaza de la República y la Bastilla, sobre el mediodía.

(AFP / Zakaria Abdelkafi)
(AFP / Zakaria Abdelkafi)

 

Vi un montón de gente, incluyendo esos chicos que visten de negro y se cubren el rostro. Están en todas las manifestaciones. Siempre los sigo porque por experiencia sé que suelen causar problemas.  

Son muy violentos. En muchas ocasiones me han tirado al piso y golpeado. El día de la marcha los estaba fotografiando mientras destruían cosas y uno de ellos tomó un cigarro y lo puso en los lentes. Para mí, son más una molestia que otra cosa. Soy sirio. Esto es un jardín de infantes, un juego de niños, comparado con lo que he visto.

Entonces los estaba siguiendo, porque sabía que harían algo. Estaba parado entre ellos y la policía, para poder fotografiar en ambas direcciones.  Mientras sacaba fotos, pensé en cuánto quería mostrar que los policías eran las víctimas ahí porque estos tipos los estaban atacando. Les tiraban piedras y botellas de vidrio, cualquier cosa que pudieran llevar en las manos. Y todo lo que la policía hacía era tirarles con gas lacrimógeno. Una vez más, hay que entender que soy de Siria, donde la policía le dispara a la gente con balas reales. Y acá, no estaban haciendo nada de eso.

Policías durante una protesta en París, en la víspera de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el 22 de abril de 2017. (AFP / Zakaria Abdelkafi)

Cuando fotografío, cuando tengo mi ojo en el lente, me olvido de todo. Así que cuando tiraron el cóctel molotov, en realidad no lo vi. Solo vi al hombre envuelto en llamas y me alejé. Fue el primer cóctel molotov que tiraron. Seguí al policía que estaba ardiendo. En esa foto que se hizo viral, él está tratando de patear una lata de gas lacrimógeno de nuevo a los manifestantes. Lo escuché gritar y los policías a su alrededor gritaban también. Me quedé fotografiando hasta que se lo llevaron los médicos.

Estaba realmente conmovido por la escena de este policía. Me gustaría ir a verlo al hospital y llevarle flores. Era un ser humano siendo quemado vivo delante de mí. Y a los manifestantes,  eso no les importaba. Seguían tirándole cosas a la policía. Poco después, prendieron fuego a un carro de supermercado y lo empujaron hacia la policía.

Sigo pensando en su rostro y en si estaría asustado. Sigo pensando en su familia. Tengo muchos amigos que han quedado desfigurados porque fueron quemados por bombas en Siria. Así que sé cómo es. Me pregunto si ellos lo saben.

Un misil casero es lanzado hacia combatientes pro-régimen en Alepo, al norte de Siria, el 24 de febrero de 2014. (AFP / Zakaria Abdelkafi)

He visto morir a mucha gente delante de mí. He visto mucha gente herida. Pero este policía realmente me afectó. Sé cómo son los malos policías. En Siria, la policía no está ahí para proteger a la gente. Los he visto disparar a las personas, en la cabeza, en el pecho. Aquí en Francia, están ahí para proteger a la gente. En esta manifestación, no hicieron nada, solo tiraron un poco de gas lacrimógeno. Ese policía es un ser humano y estaba siendo quemado vivo. Y si alguien no se siente afectado por esto, entonces no es un ser humano.

Manifestantes empujan un carro de supermercado incendiado contra la policía antimotines en París, durante una marcha por el Día de los Trabajadores, el 1 de mayo de 2017. (AFP / Zakaria Abdelkafi)

Y digo esto habiendo estado en el extremo receptor de sus patadas. En manifestaciones anteriores, algunos policías me pegaron y me patearon. Pero yo estaba parado justo en el medio de los manifestantes y, francamente, habría hecho lo mismo si estaba en su lugar.

Después de darle una rápida mirada a mis fotos, le envié una a los editores de AFP, preguntándoles si estarían interesados en publicarla. Dijeron que sí, así que me fui a la oficina para descargarlas, ya que no tenía equipo para hacerlo desde donde estaba. Me dieron el equipo, más un casco, y volví a la manifestación. Le pegué un sticker de AFP a mi casco para que la policía supiera que era un fotógrafo de prensa y su actitud cambió completamente. “S’il vous plait, monsieur.” “Por favor, señor.”

Llegué a París en diciembre de 2015. En setiembre de ese año, perdí mi ojo en Alepo. Estaba intentando tomar fotos de rebeldes rodeados por fuerzas del régimen y que trataban buscar una salida. Estaba de pie en la puerta de un edificio tomando fotos, me arrodillé para tener un mejor ángulo. Fue entonces cuando la bala de un francotirador me alcanzó.  Rebotó en la puerta detrás de mí y perforó mi ojo derecho. Afortunadamente, el francotirador estaba encima de mí, por lo que la bala golpeó el ojo desde arriba, verticalmente, en lugar de entrar en mi cabeza. Y por suerte era mi ojo derecho. Yo fotografío con mi ojo izquierdo. Así que todavía seguía en el ruedo, por decir algo.

Desde entonces, me preguntaron muchas veces si seguiría siendo fotógrafo. Y siempre he contestado: “Por supuesto. Un fotógrafo solo necesita un ojo”.

La torre Eiffel con las luces apagadas en solidaridad con Londres, luego de que esta ciudad sufriera un atentado el 22 de marzo de 2017. (AFP / Zakaria Abdelkafi)

Nunca me amargué por perder un ojo. En Siria, todos mis amigos y yo sabíamos que terminaríamos muertos o heridos. Era uno u otro. Así que me convertí en el fotógrafo que perdió un ojo. Lo acepto y continúo con mi vida.

Los primeros tres meses aquí en París, estaba deprimido, iba y venía del hospital por mi ojo. ¿Y ahora? Ahora tengo amigos aquí, me gusta París. Me recuerda a Alepo. Cuando viajo a otras ciudades en Francia, quiero volver a París. Fui entrevistado en televisión y después de eso algunas personas en el metro me paran y me dicen “Oh, eres Zakaria”. Me empiezo a sentir en casa aquí.

Estoy empezando una nueva vida. Mi solicitud de refugiado ha sido aceptada. He aplicado para reunirme con mi esposa, mis dos hijos y mis padres. Ahora mismo están todos en Turquía.

Por supuesto, extraño Siria, es mi país, pero tal como lo conozco está acabado. Mi Siria ya no está. Por eso estoy comenzando una nueva vida aquí. Francia me ayudó. Y quiero devolverle algo.

Este blog ha sido escrito con Acil Tabbara and Yana Dlugy en París.

El fotógrafo Zakaría con su equipo. (Foto cortesía de Zakaria Abdelkafi)

 

Zakaria Abdelkafi