“Lo que más me impresionó es como todos estaban muy orgullosos de su trabajo. Cada persona involucrada en el proceso de fabricación de las estatuillas del Óscar, desde las imágenes de computadora en 3D hasta el lustre, el timbrado y el embalaje de las piezas para enviarlas a Brooklyn, donde se revisten en oro, tenía un cuidado extremo en lo que estaba haciendo”, escribe el jefe de fotografía de la oficina de Nueva York, Don Emmert.
“Supongo que es adecuado todo este cuidado para fabricar un Óscar, uno de los trofeos más reconocibles en el mundo, otorgado a la mejor película desde 1929”.