(AFP / Yamil Lage)

Cuba, el petróleo y la escasez

La Habana - Sábado 5 de octubre, 11:00 am. Acabo de recorrer tres estaciones de servicio en La Habana y no encuentro diesel. La aguja de mi tanque cae peligrosamente; tengo apenas un cuarto. El calor es abrumador, pero apago el aire acondicionado. Desperdiciar combustible está fuera de cuestión.

Intento una cuarta estación donde hacen cola veinte autos y calculo mentalmente: tendré de una hora a una hora y media de espera. "Vaya, está bien", pienso. Y es que ya llevo dos semanas escuchando historias de colas de cinco o seis horas, a veces todo un día, con automovilistas que directamente hacen vigilias frente a una estación.

Autos hacen cola en una estación de servicio en La Habana, el 19 de septiembre de 2019 (AFP / Yamil Lage)

Todo comenzó el 11 de septiembre. Ese día, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel apareció en televisión para explicar que la isla enfrentaba una escasez de combustible "coyuntural". ¿La causa? Las sanciones aplicadas por Estados Unidos desde abril a las compañías de barcos que transportan petróleo venezolano. Y es precisamente Venezuela la que suministra casi todo el petróleo crudo que Cuba necesita.

En televisión, el líder socialista adopta un tono tranquilizador y explica que un barco llegará en tres días y otros a fines de mes. No hay razón para preocuparse: muy pronto la situación volverá a la normalidad.

Pero el efecto es inmediato. Las colas comienzan tan pronto como termina la transmisión: en pánico, muchos cubanos se apresuran a las estaciones de servicio para repostar... y llenar varios bidones de reserva.

Cubanos hacen cola para comprar combustible en La Habana, el 12 de septiembre de 2019 (AFP / Yamil Lage)

Los días pasaron, las colas se alargaron y el gobierno comenzó a implementar medidas de ahorro de energía, como reducir las frecuencias de trenes y autobuses, apagar los aires acondicionados e incluso la electricidad durante unas pocas horas al día en empresas estatales. En el campo, se volvieron a utilizar bueyes y caballos como modo de transporte en lugar de tractores.

(AFP / Yamil Lage)

Para los cubanos, es como un déjà-vu: en la década de 1990, con la caída de la Unión Soviética, la isla se hundió en una profunda crisis económica que la obligó a aplicar las mismas medidas. Fue el llamado "Período Especial", una expresión cuya evocación sigue siendo traumática para la población que no ha olvidado el hambre, la enfermedad y la desesperación que entonces empujaron a 45.000 cubanos a abandonar el país.

Durante este año en el que he estado en Cuba, país bajo un embargo de Estados Unidos desde 1962, me acostumbré a todo tipo de escasez, que tiene el buen gusto de tocar un producto diferente cada vez: pasamos semanas sin harina, luego desapareció el pollo y recientemente fueron la mantequilla y agua los que parecieron haberse esfumado.

Cubanos hacen fila frente a una panadería en La Habana, durante una escasez de harina, el 13 de diciembre de 2018 (AFP / Yamil Lage)

Aprendemos a comprar de 10 a 12 unidades cada vez. En general, desde que estoy aquí, mi vida está organizada en torno a la escasez. Y, por supuesto, para eso el auto es muy útil.

Ante la falta, la solidaridad también se organiza con la ayuda de Whatsapp. Desde hace años se crean grupos para intercambiar datos. Cada uno tiene varios cientos de miembros, a menudo con listas de espera para registrarse cuando están completos. Actualmente soy miembro de seis grupos diferentes, algunos donde compartimos información sobre alimentos disponibles en supermercados, otros de compra-venta entre particulares, etc.

Un pequeño detalle a aclarar: hasta hace unos meses, Cuba era uno de los países menos conectados del mundo, con una internet que se reducía al acceso a wifi (pago) en algunos lugares públicos. La llegada en diciembre de 2018 el 3G alteró este panorama y ha dado un impulso a los grupos de Whatsapp, aún cuando las tarifas siguen siendo muy altas en comparación con el salario promedio en la isla.

Tres hombres empujan un vehículo cargado con alimentos en La Habana, el 5 de abril de 2019 (AFP / Yamil Lage)

Todos los días leo mensajes básicos como “¿dónde encuentro agua embotellada?”, “¿alguien vio cerveza?”, “¿papel higiénico?”.

Por lo tanto, no es una sorpresa que la crisis del combustible haya encontrado rápidamente un eco en estos grupos: el día después de la aparición televisiva del presidente Díaz-Canel, una decena de grupos habían florecido en torno a la agonizante pregunta "¿dónde hay combustible?”

Algunos grupos se especializan en torno a la gasolina o el diesel, porque la escasez cambia: la primera semana es la gasolina y la nafta súper lo que falta, las siguientes, el diesel.

A mi alrededor, todo el mundo está afectado: amigos me dicen que han esperado casi 24 horas frente a una estación donde debía llegar combustible. Para pasar el tiempo, vieron series en una tableta. Mi esposo fue a buscar nafta súper un domingo por la mañana... recién lo vi cinco horas después.

Un hombre carga combustible en su auto en La Habana, el 12 de septiembre de 2019 (AFP / Yamil Lage)

Mi niñera, que también tuvo dificultades para llegar a casa, me cuenta que vio a un conductor de autobús cepillarse los dientes junto a su vehículo, paralizado durante varios días frente a una estación de combustible.

En los grupos de Whatsapp, donde hay muchos taxistas, leemos historias similares. Los primeros días, el ambiente fue bueno, con esa costumbre cubana de reírse de todo. Así, cuando alguien preguntaba dónde hay gasolina, otro respondía: "¡En Venezuela!".

Pero a medida que pasan los días, la tensión aumenta y el que se atreve a este tipo de broma queda excluido del grupo de inmediato. Los conductores parecen en extremo preocupados: su sustento se ve directamente afectado.

Taxis hacen fila en una estación de servicio en La Habana, el 19 de septiembre de 2019 (AFP / Yamil Lage)

"Tengo amigos que han estado durmiendo durante cuatro días frente a una estación", dice uno, mientras otro asegura que ha estado esperando durante siete días en una cola. "Hace 10 días que no puedo trabajar y llevo dos sin volver a casa, aquí, frente a la estación de servicio", dice un tercero. Y algunos se enojan después de trasladarse hasta una estación gastando sus últimos litros... en vano.

En la cola donde estoy el sábado por la mañana, hablo con el conductor de un camión que transporta frutas y verduras. Desde la experiencia de sus 30 años de trabajo, trata de tomar las cosas con filosofía: "Todo esto es político, no podemos hacer nada. Pero cada vez, somos nosotros, las personas, quienes sufrimos”. El objetivo de Estados Unidos es atacar al gobierno cubano, al que acusa de apoyar militarmente al presidente venezolano Nicolás Maduro. En los hechos, son las personas comunes las que pagan el precio.

Turistas caminan por Habana Vieja, el 7 de mayo de 2019 (AFP / Yamil Lage)

A medida que las dificultades económicas empeoraron, el gobierno  alentó a la población a acostumbrarse a esta "normalidad diferente", como dijo el presidente Díaz-Canel, que consiste en apretarse un poco más el cinturón.

En general, hay mucha resignación entre los habitantes, a quienes les gusta decir que están perpetuamente "en lucha", desde hace 60 años, ya que la revolución data de 1959.

Y a pesar de que los barcos venezolanos han podido entregar petróleo a la isla en octubre, desde principios de noviembre las colas han reaparecido, como algo cíclico a lo que nos debemos acostumbrar.

¿Y las bicicletas?, me dirán. Ese es un tema aquí. En el momento del "Período Especial", los cubanos las usaban mucho... pero esa época los ha traumatizado tanto que no quieren escuchar demasiado al respecto. El ciclismo se ha mantenido asociado con esa década tan difícil para todos.

En cuanto a mí, una vez que lleno el tanque, me apresuro a enviar un mensaje al grupo: "Aquí hay diesel, hay cola pero avanza bastante rápido".

Katell Abiven