Crepúsculo en la mañana del Ártico
LONGYEARBYEN, Noruega, 23 de marzo de 2015 – Me ha interesado la astronomía desde que era un niño. El año pasado dejé mi trabajo como fotógrafo de noticias de AFP para dedicarme a un proyecto documental, así como a la fotografía de los cielos nocturnos y de astronomía, que es algo que amo.
Quería retratar todo tipo de eventos en esa área, y aunque he visto eclipses parciales antes, siempre quise ver un eclipse total de sol.
Un amigo de la Asociación de Astrónomos Aficionados de Nueva York me dijo en noviembre que estaba planeando viajar para el archipiélago ártico de Svalbard en Noruega, uno de los dos lugares –con las islas Feroe- donde puedes vivir la experiencia “total”. Revisé el portal en Internet de los organizadores y como todo parecía muy profesional, me anoté en el viaje.
Resultó que otro amigo del club de astronomía también iba, junto con un profesor de la universidad de Arizona que habían conocido en un eclipse previo en Kenia. Volamos juntos a Oslo para reunirnos con la gente del tour y proseguir a Longyearbyen, la “capital” de Svalbard, a bordo de dos aviones chárter.
El primer día lo pasamos desplazándonos en trineos tirados por perros y tratando de sentir el lugar. Nos quedamos en uno de los tres hoteles de Longyearbyen, un lugar pequeño en las montañas, con apenas 2.000 residentes a lo largo del año, y con mucha calma, exceptuando a los buses llenos de curiosos para ver el eclipse.
Supimos de un incidente una noche, un turista que fue mutilado por un oso polar. Pero les aseguro que me siento seguro en nuestro grupo: hay un guardia con un rifle en cada salida que hacemos fuera de la ciudad.
La mañana del eclipse, llegué al lugar de observación cerca de las 7:30, con un grupo de gente queriendo salir temprano para instalar todo el equipamiento. Estaba a -17°C, pero a pesar del frío, la gente estaba muy emocionada. El clima era perfectamente despejado.
Aquí, en la noche, el sol está a 12 grados arriba del horizonte, así que la luz en Svalbard es siempre genial. Aun así, era un alivio para mucha gente, incluido yo, ver que el sol estaba brillando, iluminando las montañas nevadas a nuestro alrededor con un brillo rosa.
Todo el mundo estaba feliz y con cara de sueño. En total éramos unas 400 personas, y todos estábamos distribuidos a lo largo de una gran área cubierta de nieve. Había una amplia tienda con calefacción instalada por nuestra compañía de tour, en donde servían café y té, y distribuían mantas de piel de reno para mantenernos calientes.
Algunos en la multitud habían visto un eclipse total antes, así que nos contaban a los primerizos sobre qué esperar. Aun así, era algo tan impresionante.
Lo que más me sorprendió fue lo oscuro que se puso, como un profundo crepúsculo, al principio no podía ni siquiera leer los controles de mi cámara. Cuando se volvió un eclipse total, hubo un gran ruido entre la multitud y algunos aplausos. La parte total duró cerca de dos minutos, pero en realidad pareció un tiempo más largo.
Hubo una charla previa al grupo del tour, ofrecida por Jay Anderson, un especialista climático que ha visto 25 o más eclipses totales. Él describió en detalle las diferentes etapas del fenómeno, pero esencialmente le recomendó a las personas no preocuparse por tomar fotos, solo mirar con los propios ojos y disfrutarlo.
Me gusta tomar fotos, así que estoy acostumbrado a eso y a revivir luego la experiencia.
Pero por unos pocos segundos, cuando se volvió total, solo miré hacia arriba y pensé “uau”. Es realmente una experiencia increíble. Tenía instalado varios mecanismos para activar mis cámaras así que podía mirar arriba al mismo tiempo, y lo hice. Fue muy surreal.
Conseguí varias tomas que esperaba lograr, algunas fueron una sorpresa, y cometí algunos errores. Pero por encima de todo, estoy feliz. Me siento suertudo de estar aquí. Y espero que las fotos que estoy enviando sirvan para compartir con la gente una pequeña fracción de esta experiencia.
Ahora me siento cansado, pero energizado. Y el espectáculo todavía no termina: en una hora salimos nuevamente, esta vez para observar la aurora boreal.
Stan Honda es un fotógrafo independiente radicado en Nueva York. Pueden seguirlo en Instagram o visitar su site.