Trabajadores del metro exigen mejoras salariales, durante una huelga que ha causado grandes congestiones de tránsito en la mayor ciudad de Brasil. Sao Paulo, 9 de junio de 2014 (AFP / Nelson Almeida)

Bienvenido al Mundial: un día en taxi

Por Mauricio ARBILLA

SAO PAULO, 11 de junio de 2014 - Vengo de Montevideo, una ciudad de poco más de un millón y medio de habitantes en un pequeño país de tres millones, donde los embotellamientos y las largas distancias son, a ojos de un extranjero, un drama inexistente. Por eso, para alguien acostumbrado a llegar en 15 minutos a todas partes, arribar a Sao Paulo para cubrir el Mundial puede ser una odisea en la que más vale tener los nervios bien templados.

La travesía comienza tras un viaje de avión sin sobresaltos, de casi dos horas y media, entre Montevideo y la megaurbe brasileña. Pero la cola en la parada de taxis a la salida del aeropuerto ya es un aviso de lo que me espera: aún a pesar de que los taxi se paran uno atrás del otro, más de cincuenta personas están esperando.

Pese a  que la hora en la que tomamos el taxi es considerada “buena” por el conductor (las once y media de la mañana de un lunes), el trayecto hasta nuestro hotel en el exclusivo barrio de Jardins –una de las principales zonas de hoteles y restaurantes 'chic' de Sao Paulo– nos toma exactamente dos horas y media. En otras palabras: esos 25 kilómetros en taxi significan para mí lo mismo que los casi 2.300 km en avión. Claro que, en parte, la demora se debe a la huelga del metro que afectó a esta ciudad hasta el lunes y que promete recrudecer si las negociaciones salariales no llegan a buen término.

El estadio Corinthians Arena en Sao Paulo el 8 de junio de 2014 (AFP / Miguel Schincariol)

Tras hacer el check-in en el hotel, nuevamente a la calle, a la búsqueda de la acreditación mundialista en el estadio Arena Corinthians. Salgo para allá con una colega que vive en Sao Paulo. Previendo los problemas de tráfico, ella decide –es la que manda– tomar un taxi hasta una estación de trenes Estacao Da Luz, vecina a “crackolandia”, una zona popular donde pululan como zombis los adictos al crack y otras drogas duras. Desde allí tomamos un tren que nos deja ante las puertas del estadio donde Brasil y Croacia jugarán el partido inaugural y que, cuando falta sólo un día, aún no está terminado.

Ahora bien, el viaje en taxi desde el hotel hasta la estación, que supuestamente está cerca, nos toma unos 45 minutos, más los otros 45 minutos del viaje en tren. “Una ganga”, dice mi colega. “¡En ese tiempo yo voy en auto desde Montevideo a Punta del Este!”, le respondo. En un día cotidiano en Sao Paulo, habíamos hecho el viaje que hacemos los montevideanos cuando nos vamos de vacaciones.

La acreditación, por suerte, nos toma 15 minutos. 

Ahora la vuelta al hotel. En el estadio nos encontramos con otro colega que nos invita a regresar con él en su taxi para ir luego a cenar. “¿No demoraremos mucho tiempo?”, pregunto, aterrado ante esa perspectiva. El taxista, cuya autoridad en materia automotriz no me atrevo a cuestionar, asegura que no, porque iremos en sentido opuesto al tráfico. Cierto, los choferes de los carriles contrarios de seguro no la están pasando nada bien, pero de todos modos el viaje de regreso hasta el hotel nos lleva una hora y media.

Resumiendo: entre chequearme en el hotel y buscar la acreditación viví cinco horas en un taxi y casi una hora en un tren. Prácticamente el mismo tiempo que demoro en ir en auto desde Montevideo hasta Buenos Aires, 590 kilómetros. Antes de que llegue la gran fecha del jueves, ya me guardo una recomendación en la mochila: en Sao Paulo hay que estar muy bien de los nervios.

El estadio Corinthians Arena el 4 de junio de 2014 en Sao Paulo (AFP / Nelson Almeida)

* Mauricio Arbilla es editor del desk de Deportes en español en Montevideo, ahora acreditado en Sao Paulo.