"Varias semanas antes de dejar mi puesto de jefa de la oficina de Kabul, soñé que el aceite de oliva podría ser la poco probable solución para mi insomnio (...) Y entonces... ¡chan! Ya estaba despierta de nuevo. Pero al menos, por una vez, no había soñado con un ataque suicida", cuenta Allison Jackson, tras 18 meses en la capital afgana.