Cuando me enteré de la muerte de Fidel Castro, me quedé un poco incrédulo, no podía creerlo, cuenta Alexandre Grosbois, jefe de la oficina de AFP en La Habana.
“Sobre todo porque la forma de anunciar su pérdida fue impresionante, nos tomó a todos por sorpresa, sin previo aviso, y sin detalles. Esperábamos esta noticia desde hace mucho tiempo que se había vuelto difícil de creer”.