Visa contra el olvido

Tijuana - La caravana de migrantes que irrumpió en la frontera sur de México en 2018 marcó un momento histórico. Quizás nunca se repetirá de la misma forma. Los  migrantes dijeron: “basta, nos vamos juntos y así encontramos entre todos una protección que no tenemos”. 

Las personas indocumentadas que cruzan México tienen que sortear toda clase de peligros. Por ejemplo: una de cada cuatro mujeres es violada. Sin embargo, vienen huyendo de riesgos aún mayores como los que hay en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, uno de los sitios más violentos del mundo y donde inició esta marcha. 

Migrantes de Honduras que integran una caravana que se dirige a Estados Unidos, salen de Arriaga en su camino a San Pedro Tapanatepec, en el sur de México, el 27 de octubre de 2018 (AFP / Guillermo Arias)

Esta manera de migrar empezó en 2010 como una forma de protesta. Inicialmente, las caravanas eran organizadas por los encargados de albergues del sur de México y por grupos de defensa de migrantes. Nacieron para llamar la atención sobre las dificultades que los migrantes viven al cruzar México y en general se hacían durante la Semana Santa. En 2017 hubo dos marchas que fueron más numerosas que las de años anteriores  y las integraban personas que en realidad venía a solicitar asilo.

Pero la caravana del otoño de 2018 fue la más importante. A finales de octubre había logrado aglutinar a varios miles, hasta 7.000 según algunas estimaciones, caminando juntos con la esperanza de llegar a Estados Unidos. 

Vista aérea de la caravana de migrantes de Honduras tras su paso por Arriaga en le sur de México el 27 de octubre de 2018 (AFP / Guillermo Arias)

Cuando llegaron al río que separa a  Guatemala de  México, estos migrantes ya habían cruzado tres fronteras y les quedaban más de 3.500 km de camino. Esta foto tomada con un dron es una de las más significativas de la cobertura porque fue la última vez que se logró hacer con todo el grupo. La policía bloqueó a la gente por unas horas y eso hizo que se reagruparan en un solo punto.

A los dos días, Donald Trump habló de la invasión.

Foto aérea tomada el 28 de octubre de 2018 de los migrantes de Honduras descansando tras haber cruzado tres fronteras caminando en caravana. San Pedro Tapanatepec, estado de Oaxaca, en el sur de México (AFP / Guillermo Arias)

Esta otra foto fue tomada tras el paso de la caravana por el puente, es una fotografía muy íntima y desde otra perspectiva. Las canchas normalmente están cubiertas,  esta no. Y además estaba recién pintada.

Un grupo de migrantes se entrega a la patrulla fronteriza estadounidense tras haber saltado la valla de metal que separa playas de Tijuana, en México, de Estados Unidos, el 2 de diciembre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)
Una niña migrante centroamericana sostiene un libro mientras otros migrantes suben la valla fronteriza entre México-Estados Unidos en un intento de cruzar, en Playas de Tijuana, estado de Baja California, México, el 12 de diciembre de 2018 (AFP / Guillermo Arias)

 

Las imágenes de los cruces con los niños son desgarradoras. No puedo evitar pensar en qué pasará cuando crezcan, si tendrán algún rencor.  Me pregunto si alcanzarán a entender porqué sus padres se han arriesgado y les han arriesgado de esa manera.


Cuando preguntas a los migrantes la razón por la que abandonaron sus países,  la mayoría habla simplemente de su búsqueda de una vida mejor, pero una vez que empiezas a “pelar la  cebolla” descubres que vienen de situaciones realmente muy violentas

Personas que viajaron en una caravana de migrantes centroamericanos saltan la barrera metálica que separa a México y Estados Unidos para cruzar de Playas de Tijuana en México a Estados Unidos, el 3 de diciembre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)
Un migrante que viaja en una caravana de centroamericanos cruza por un agujero en el suelo bajo la barrera metálica que separa a México y Estados Unidos para cruzar de Playas de Tijuana en México a Estados Unidos, el 4 de diciembre de 2018 . (AFP / Guillermo Arias)

 

Me decían: 'mira' y de repente se levantaban las camisas y me enseñaban las cicatrices de las balas o puñaladas que habían recibido. El trasfondo de todo esto es una mezcla de violencia y pobreza extremas. Quién lo quiera negar no está en el mundo.

Recuerdo una señora  que tenía cuatro hijas adolescentes. Me dijo que uno de los pandilleros locales se había fijado en su hija mayor. “Si no me voy con todas mis hijas se las voy a acabar regalando a las pandillas”, me dijo.

¿Cómo demuestras eso ante un juez migratorio?

Un migrante envuelto en la bandera de los Estados Unidos observa el paso fronterizo de El Chaparral, en el estado mexicano de Baja California el 25 de noviembre de 2018 (AFP / Guillermo Arias)

Otra imagen que me gusta mucho, y para mí es una de las más representativas es ésta que muestra a un migrante envuelto en la bandera de Estados Unidos. Ese 25 de noviembre fue la primera vez que trataron de cruzar de manera masiva la frontera estadounidense. Hay muchas imágenes impresionantes de France Presse y de otros medios de lo que entonces pasó. A mí en lo personal me gusta esta foto que tomé ya casi al final. Se alcanza a ver la frontera atrás y los vehículos de la Patrulla  Fronteriza.

 Es ese hombre y su realidad…. pone en perspectiva la situación general del migrante ante los Estados Unidos: No eres bienvenido, y no importa que te envuelvas en la bandera. La imagen me resulta simbólica. Es el rechazo del país receptor a ese grupo de gente que viene con la ilusión del sueño americano.

Un sueño que no existe para muchos estadounidenses que se han mudado a vivir a Tijuana porque el costo de la vida es más accesible para ellos.

Migrantes hondureños participan en una caravana que se dirige a los Estados Unidos y caminan detrás de un camión cargado de comida, cerca de un albergue temporal en Juchitan de Zaragoza, estado de Oaxaca, México, el 30 de octubre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)
Migrante mexicano atrapado entre la valla que separa México de Estados Unidos cerca de la ciudad de Tijuana, en el estado mexicano de Baja California el 28 de diciembre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)

 

Cuando trabajo me gusta abrirme a las emociones. Pero al mismo tiempo doy dos pasos atrás. Me gusta dar contexto, qué las imágenes me aporten más elementos para la historia. El rostro de alguien llorando  siempre va a ser impactante pero no necesariamente te cuenta la historia. Así defino yo la madurez del fotoperiodista.

En esta cobertura se han difundido cientos de imágenes de rostros de niños en sufrimiento y la verdad es que no todo  el tiempo fue  así. Me parece injusto para ellos, porque los estás revictimizando. 

Migrantes centroamericanos huyen de los gases lacrimógenos lanzados por la patrulla fronteriza de EE.UU, después de intentar cruzar de México a San Diego, como se ve desde Tijuana, estado mexicano de Baja California, el 1 de enero de 2019. (AFP / Guillermo Arias)
Migrantes centroamericanos se paran en un montículo antes de intentar cruzar de Tijuana a San Diego en Estados Unidos en la víspera de Año Nuevo, como se ve desde Tijuana, estado de Baja California, México el 31 de diciembre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)

 

Alguien en Perpignan me preguntó porqué no había violencia en mis fotos. Yo respondí que el simple hecho de tener que dejar su país de manera forzada  ya es lo suficientemente  violento. Tenemos que contar las historias como son. Todos conocemos los trucos fotográficos para  dirigir con tu cámara cierta situación. Puede ser con un gran angular si lo pones a 20 centímetros de alguien y esa persona se tapa la cara porque no quieres que le hagan la foto.

Hablando de manera visual es una imagen fuerte, pero no necesariamente informa de manera  precisa. No es del todo deshonesto pero son pequeños trucos para darle más fuerza a una situación, tal vez mucho más simple o menos dramática.

 El cómo te mueves en un espacio puede conducir a una persona a moverse para la izquierda o la derecha y tu estás condicionando el plano que vas a fotografiar. El fotoperiodista ya está allí, es un actor más y es inevitable, así que mientras menos invasivo sea es mejor.

Y en época de fake news y ataques a los medios y periodistas, lo único que tenemos es eso: comunicar con honestidad, lo mejor que podamos.

Este blog fue escrito con Michaëla Cancela-Kieffer en París.

Migrantes, en su mayoría hondureños, que participan en una caravana con destino a Estados Unidos, hacen fila para ingresar a un refugio al llegar a Puebla, estado de Puebla, México, el 3 de noviembre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)
Migrantes hondureños que participan en una caravana con destino a los Estados Unidos, cargan sus teléfonos móviles en un refugio temporal en Juchitán de Zaragoza, estado de Oaxaca, México, el 30 de octubre de 2018. (AFP / Guillermo Arias)

 

Guillermo Arias