Visa contra el olvido
Tijuana - La caravana de migrantes que irrumpió en la frontera sur de México en 2018 marcó un momento histórico. Quizás nunca se repetirá de la misma forma. Los migrantes dijeron: “basta, nos vamos juntos y así encontramos entre todos una protección que no tenemos”.
Las personas indocumentadas que cruzan México tienen que sortear toda clase de peligros. Por ejemplo: una de cada cuatro mujeres es violada. Sin embargo, vienen huyendo de riesgos aún mayores como los que hay en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, uno de los sitios más violentos del mundo y donde inició esta marcha.
Esta manera de migrar empezó en 2010 como una forma de protesta. Inicialmente, las caravanas eran organizadas por los encargados de albergues del sur de México y por grupos de defensa de migrantes. Nacieron para llamar la atención sobre las dificultades que los migrantes viven al cruzar México y en general se hacían durante la Semana Santa. En 2017 hubo dos marchas que fueron más numerosas que las de años anteriores y las integraban personas que en realidad venía a solicitar asilo.
Pero la caravana del otoño de 2018 fue la más importante. A finales de octubre había logrado aglutinar a varios miles, hasta 7.000 según algunas estimaciones, caminando juntos con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Cuando llegaron al río que separa a Guatemala de México, estos migrantes ya habían cruzado tres fronteras y les quedaban más de 3.500 km de camino. Esta foto tomada con un dron es una de las más significativas de la cobertura porque fue la última vez que se logró hacer con todo el grupo. La policía bloqueó a la gente por unas horas y eso hizo que se reagruparan en un solo punto.
A los dos días, Donald Trump habló de la invasión.
Many Gang Members and some very bad people are mixed into the Caravan heading to our Southern Border. Please go back, you will not be admitted into the United States unless you go through the legal process. This is an invasion of our Country and our Military is waiting for you!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 29 de octubre de 2018
Esta otra foto fue tomada tras el paso de la caravana por el puente, es una fotografía muy íntima y desde otra perspectiva. Las canchas normalmente están cubiertas, esta no. Y además estaba recién pintada.
Las imágenes de los cruces con los niños son desgarradoras. No puedo evitar pensar en qué pasará cuando crezcan, si tendrán algún rencor. Me pregunto si alcanzarán a entender porqué sus padres se han arriesgado y les han arriesgado de esa manera.
Cuando preguntas a los migrantes la razón por la que abandonaron sus países, la mayoría habla simplemente de su búsqueda de una vida mejor, pero una vez que empiezas a “pelar la cebolla” descubres que vienen de situaciones realmente muy violentas
Me decían: 'mira' y de repente se levantaban las camisas y me enseñaban las cicatrices de las balas o puñaladas que habían recibido. El trasfondo de todo esto es una mezcla de violencia y pobreza extremas. Quién lo quiera negar no está en el mundo.
Recuerdo una señora que tenía cuatro hijas adolescentes. Me dijo que uno de los pandilleros locales se había fijado en su hija mayor. “Si no me voy con todas mis hijas se las voy a acabar regalando a las pandillas”, me dijo.
¿Cómo demuestras eso ante un juez migratorio?
Otra imagen que me gusta mucho, y para mí es una de las más representativas es ésta que muestra a un migrante envuelto en la bandera de Estados Unidos. Ese 25 de noviembre fue la primera vez que trataron de cruzar de manera masiva la frontera estadounidense. Hay muchas imágenes impresionantes de France Presse y de otros medios de lo que entonces pasó. A mí en lo personal me gusta esta foto que tomé ya casi al final. Se alcanza a ver la frontera atrás y los vehículos de la Patrulla Fronteriza.
Es ese hombre y su realidad…. pone en perspectiva la situación general del migrante ante los Estados Unidos: No eres bienvenido, y no importa que te envuelvas en la bandera. La imagen me resulta simbólica. Es el rechazo del país receptor a ese grupo de gente que viene con la ilusión del sueño americano.
Un sueño que no existe para muchos estadounidenses que se han mudado a vivir a Tijuana porque el costo de la vida es más accesible para ellos.
Cuando trabajo me gusta abrirme a las emociones. Pero al mismo tiempo doy dos pasos atrás. Me gusta dar contexto, qué las imágenes me aporten más elementos para la historia. El rostro de alguien llorando siempre va a ser impactante pero no necesariamente te cuenta la historia. Así defino yo la madurez del fotoperiodista.
En esta cobertura se han difundido cientos de imágenes de rostros de niños en sufrimiento y la verdad es que no todo el tiempo fue así. Me parece injusto para ellos, porque los estás revictimizando.
Alguien en Perpignan me preguntó porqué no había violencia en mis fotos. Yo respondí que el simple hecho de tener que dejar su país de manera forzada ya es lo suficientemente violento. Tenemos que contar las historias como son. Todos conocemos los trucos fotográficos para dirigir con tu cámara cierta situación. Puede ser con un gran angular si lo pones a 20 centímetros de alguien y esa persona se tapa la cara porque no quieres que le hagan la foto.
Hablando de manera visual es una imagen fuerte, pero no necesariamente informa de manera precisa. No es del todo deshonesto pero son pequeños trucos para darle más fuerza a una situación, tal vez mucho más simple o menos dramática.
El cómo te mueves en un espacio puede conducir a una persona a moverse para la izquierda o la derecha y tu estás condicionando el plano que vas a fotografiar. El fotoperiodista ya está allí, es un actor más y es inevitable, así que mientras menos invasivo sea es mejor.
Y en época de fake news y ataques a los medios y periodistas, lo único que tenemos es eso: comunicar con honestidad, lo mejor que podamos.
Este blog fue escrito con Michaëla Cancela-Kieffer en París.