Ucrania, cuando todo se desmorona

Kiev - La madrugada en que comenzó la guerra el 24 de febrero, el fotógrafo de AFP Daniel Leal dormía vestido en su habitación de hotel en Kiev. Ni siquiera se había quitado los lentes de contacto. Se había corrido la voz de que la invasión rusa de Ucrania comenzaría “esta noche”.

“¿Cómo puedes dormir cuando estás esperando la guerra?”, escribió Daphne Rousseau en su diario. Había llegado desde París cuatro días antes para respaldar a la oficina de la AFP en Kiev. “Fumé cigarrillo tras cigarrillo en el balcón, mirando el cielo... Puse un podcast en mi teléfono, 'Los hermanos Karamazov' de Dostoievski, y lo metí debajo de la almohada. “Vibraba cada vez que había una notificación. Las leo todas en la oscuridad.”

Dmytro Gorshkov no creía que se llegaría a una guerra. “Todos pensaron que se podía evitar”, dijo el editor ucraniano que trabaja para AFP en Kiev desde 2013. “Esa noche estaba en mi casa con mi esposa y mi hijo” en un distrito residencial en el norte de la capital. Todo era normal.

 

Monumento a la Independencia en el centro de Kiev, con la leyenda "Amo Ucrania" en letras luminosas, en la madrugada del 24 de febrero (AFP / Daniel Leal)

 

Pero 900 kilómetros al este, en Moscú, el jefe de la oficina de la AFP en Rusia, Antoine Lambroschini, tenía un nudo en el estómago. “Estaba convencido de que habría una ofensiva rusa, aunque esperaba estar equivocado”.

“Mi hermano y su familia, que vivían en Ucrania desde hacía casi seis años, acababan de salir de Kiev temerosos de que un ataque fuera inminente. Esa noche salí con mi esposa Sofiya y unos amigos a un restaurante de moda en Moscú. Ucrania estaba en boca de todos, pero nadie pensó que podría suceder, '¡No en 2022!'”

“Entonces el presidente Volodimir Zelensky apareció en nuestras pantallas", recordó Lambroschini. "Su voz era grave mientras hablaba conmovedoramente en ruso, dirigiéndose directamente al pueblo ruso, rogándoles que presionaran a Vladimir Putin para que detuviera la tragedia que estaba a punto de desatarse”.

 

Reunión del presidente Volodimir Zelensky con miembros de su gabinete en la madrugada del 24 de febrero.Foto proporcionada por la Presidencia de Ucrania (AFP / Handout)

 

“Cuando las cosas se ponen tan serias, puedes escucharlo en las voces de tus colegas. Tiemblan un poco de emoción, miedo y cansancio. A las 3:30 de la mañana, el último de nuestros informes estaba en el hilo. Podíamos por fin ir a la cama. Pero con un sueño liviano”.

“Apenas una hora y media después, Tom Lowe, un colega en Hong Kong, me despertó. La mesa de edición de Asia hacía la guardia mientras dormíamos, y Tom había visto algunas señales preocupantes en Twitter”.

“Algo estaba pasando en la frontera ruso-ucraniana. Los sitios web de aviación mostraban aviones comerciales que evitaban Ucrania. Corrían rumores de explosiones. Desperté a la jefa de nuestra oficina ucraniana, Ania Tsoukanova. 'Algo está pasando',” le dije.

 

El sitio web de FlightRadar 24 muestra la ausencia de vuelos sobre Ucrania el 24 de febrero (AFP / Loic Venance)

 

“Alrededor de las 5:40 am hora de Moscú, Putin apareció repentinamente en la televisión. Sabía lo que venía. Mi corazón se aceleró”.

“Empezó a repetir una letanía de los errores cometidos por Ucrania, y por Occidente y la OTAN, diciendo que los rusohablantes en Ucrania estaban sufriendo un genocidio a manos de los 'nazis' ucranianos. Fue escalofriante. Podías sentir su ira. Mientras estaba sentado allí solo en pijama, me sentí un poco incrédulo por la enormidad de lo que estaba sucediendo mientras mi esposa y mis hijos dormían a unos metros de mí”.

“Tenía miedo de perderme una palabra, así que no llamé a nadie más que a mis colegas de video y foto. Nuestra alerta a las 5.50 am, hora de Moscú, dio la noticia al mundo: 'Putin anuncia una 'operación militar' en Ucrania.'”

 

 

Las explosiones pronto se escucharon en varias ciudades. La guerra había comenzado.

 

Columnas de humo tras una explosión en Kiev, el 16 de marzo (AFP / Aris Messinis)

 

La sede de la AFP en París se puso rápidamente en acción. Durante varios días había estado trabajando para establecer una base de retaguardia más segura en la ciudad occidental de Leópolis, cerca de la frontera con Polonia.

El especialista en logística Karim Menasria acababa de regresar a París tras pasar 44 días en la burbuja de covid por los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing. Ahora iba a tener que partir nuevamente hacia Ucrania con chalecos antibalas, cascos, generadores y equipos electrónicos. 

Tres días depués, Karim estaba en la frontera ucraniana con un auto comprado en Polonia repleto de equipo. De alguna manera, logró hacer sitio al reportero Emmanuel Duparcq y al periodista de AFPTV Colin Bertier junto con 20 bidones de gasolina, un bien muy preciado en una zona de guerra.

 

 

Si bien la prioridad de AFP siempre es llevar personal al terreno rápidamente, éste debe mantenerse a salvo. A los enviados especiales para respaldar nuestra oficina en Kiev desde principios de febrero se les unió una nueva ola de refuerzos. Más de 20 reporteros, videoperiodistas y fotógrafos con una gran experiencia, muchos de los cuales se ganaron sus galones en situaciones similares, llegaron desde París, Estambul, Bucarest, Atenas, Moscú y nuestra oficina de Medio Oriente en Nicosia.

Al amanecer del 24 de febrero, la aparentemente despreocupada capital ucraniana de la noche anterior ya no existía. Entró en un limbo entre la paz y la guerra.

 

Una pareja en la estación de Metro de Kiev en la mañana del 24 de febrero (AFP / Daniel Leal)
Personas se abrazan en Kiev el 24 de febrero, tras el inicio de la guerra (AFP / Daniel Leal)

 

El fotógrafo Daniel Leal salió de su hotel a las 5:30 de la mañana con casco y chaleco antibalas.

“Esa mañana las caras cambiaron. Todos estaban angustiados. Las mujeres se despedían de sus parejas... la gente se abrazaba en el metro”. Daniel capturó los abrazos largos y prolongados de parejas que no sabían si volverían a verse, mientras que a su alrededor los trabajadores seguían yendo a trabajar como de costumbre.

A medida que avanzaba el día, la gente comenzó a afluir hacia las estaciones de la ciudad con sus hijos y mascotas.

 

 

“Como padre, me sentí identificado”, dijo Daniel, que normalmente reside en Londres. “Tengo un niño de siete años, uno de cinco años y un bebé en camino. Realmente me rompió el corazón. No pude evitar verme en su situación”.

Y, sin embargo, en los días previos a la invasión, Kiev había causado tanta impresión en Daniel -por su arquitectura, sus avenidas “majestuosas” y su gente acogedora- que pensó en llevar a su familia allí algún día.

 

(AFP / Daniel Leal)
Helena, una maestra de 53 años afuera del hospital de Chuguev tras un bombardeo, el 24 de febrero (AFP / Aris Messinis)

 

Pero para los colegas ucranianos de Daniel, Kiev era su hogar y ahora estaba sucediendo lo impensable. “Son sus vidas, sus hijos, todo lo que han construido”, dijo Daphne Rousseau.

Los seis periodidstas de la oficina de AFP en Kiev tuvieron que decidir si quedarse o irse. Se supone que los hombres ucranianos entre 18 y 60 años no deben abandonar el país. Los que lo hacen son considerados desertores.

 

Soldados ucranianos se preparan para repeler un ataque en Lugansk, Ucrania, el de febrero (AFP / Anatolii Stepanov)
Un soldado ucraniano hace guardia cerca de un almacen incendiado por la artillería rusa en los suburbios de Kiev, el 24 de febrero (AFP / Fadel Senna)

 

Dmytro Gorshkov y los fotógrafos Sergei Supinsky y Genya Savilov decidieron quedarse en Kiev. Sin embargo, Dmytro persuadió a su esposa para que se mudara al oeste del país con su hijo de 14 años. Él se quedaría para informar sobre la guerra y cuidar de su madre y su abuela de 89 años.

 

Niños miran por la ventana de un tren que parte de Leópolis rumbo a Uzhhorod, cerca de la frontera con Eslovaquia, el 3 de marzo (AFP / Daniel Leal)

 

Europa ha visto otras guerras desde 1945, pero Ucrania es diferente. ¿Cómo se cubre un conflicto en tantos frentes que también involucra a una superpotencia que puso sus fuerzas nucleares en alerta máxima?

Incluso más allá de la amenaza nuclear, las implicaciones son enormes. Millones en Medio Oriente y más allá dependen de los granos ucranianos para el pan de cada día. La embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, advirtió que hasta cinco millones de personas podrían convertirse en refugiados. Ahora sabemos que 10 millones se vieron expulsados de sus hogares en el espacio de un mes.

 

 

LLovían los rumores en Kiev de que los rusos habían infiltrado la ciudad. Para erradicar a los intrusos, las fuerzas de seguridad pidieron a las personas en los puestos de control que dijeran la palabra "palyanytsa". Significa fresa en ruso pero también es el nombre de un pan tradicional ucraniano. Aquellos que no acentuaran la "a" larga al final probablemente fueran sospechosos.

 

Control policial en Kiev, el 27 de febrero (AFP / Aris Messinis)
Una integrante de las fuerzas ucranianas patrulla en la plaza Maidan de Kiev, el 27 de febrero (AFP / Aris Messinis)

 

Los equipos de la AFP se desplegaron en varios frentes de Ucrania. El fotógrafo Sergey Bobok estuvo en Járkov, en el este,  la segunda ciudad de Ucrania, a solo 40 kilómetros de la frontera con Rusia.

Viviendo bajo un bombardeo constante, Olena Ostaptchenko le dijo que se sentía como si estuviera en una película de la Segunda Guerra Mundial. Olena ahora vive entre el "baño y el pasillo", los únicos lugares de su apartamento donde se siente segura.

 

Una anciana camina frente a un edificio bombardeado en Járkov, a menos de 40 km de la frontera con Rusia, el 8 de marzo (AFP / Sergey Bobok)

 

Otros equipos de reporteros se dirigieron a Irpin, apenas ocho kilómetros al norte de Kiev. Clave para cualquier avance sobre la capital, esa ciudad estaba siendo asediada por el ejército ruso. Las fotografías de Aris Messinis de la difícil situación de los desesperados habitantes huyendo de sus hogares en llamas se graban en la memoria.

 

Un mujer pasa frente a una casa incendiada tras un bombardeo ruso contra Irpin, el 4 de marzo (AFP / Aris Messinis)
Yevghen Zbormyrsky (49) furete a su casa incendiada en Irpin, el 4 de marzo (AFP / Aris Messinis)

 

Oleksei Ivanovitch no quería salir de su casa incluso cuando los tanques rusos tomaron la ciudad vecina de Bucha.

“Fueron mi hijo y mi nieto quienes hicieron que me fuera”, le dijo al reportero Emmanuel Duparcq. Y ahora aquí estaba, a los 86 años, caminando sobre tablones tendidos sobre un río para escapar del bombardeo.

 

 

Mientras tanto, la periodista Daphne Rousseau, el reportero gráfico Dylan Collins y el fotógrafo Dimitar Dilkoff partieron hacia Chernígov, otro punto caliente 130 kilómetros al noreste de la capital, junto al traductor Oleksei Obolenski y el conductor Pavlo Popovychenko.

En el camino se encontraron con miles de vehículos que iban en sentido contrario, “todos con letreros en sus parabrisas que decían Niños”.

Llegaron a la ciudad minutos después de fuertes bombardeos. “Todo seguía ardiendo furiosamente”, dijo Daphne.

“Los edificios estaban totalmente ennegrecidos, volados en pedazos o en llamas. Fue en ese momento que entendimos que los rusos no iban a luchar contra el ejército ucraniano. Se trataría de aterrorizar y arrasar ciudades, vaciarlas y obligar a los civiles a correr para salvar sus vidas”.

“Fuimos directamente a donde había habido un ataque la noche anterior en el que murieron 47 personas”, dijo Daphne. Lo que encontraron “fue solo un campo de ruinas, con un viento glacial azotando una escena apocalíptica”.

 

Chernígov el 4 de marzo, al día siguiente de un bombardeo que dejó 47 muertos (AFP / Dimitar Dilkoff)

 

En la sede de la AFP en París, varios departamentos trabajaban a toda máquina en la guerra, desde los equipos de política y economía hasta los editores de texto e imágenes, los corresponsales diplomáticos y los departamentos de gráficos y multimedia, que producían mapas y artículos explicativos en varios idiomas.

 

Una escuela de Chernígov destruida tras un bombardeo, el 4 de marzo (AFP / Dimitar Dilkoff)

 

¿Qué significarán las sanciones diseñadas para aislar a Rusia del sistema financiero global? También se abordaron las implicaciones de cerrar el espacio aéreo a la aviación rusa, así como análisis sobre si Europa puede prescindir del gas ruso.

 

 

El equipo en Londres que cubre gran parte de los mercados mundiales de petróleo y materias primas, terminó trabajando prácticamente a tiempo completo sobre las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, dijo la editora en jefe de economía de AFP, Sophie Estienne.

“Un día hablando con economistas, historiadores y expertos en geopolítica de la agricultura”, dijo. “Al siguiente, trabajando a tiempo completo en una investigación sobre los oligarcas objeto de las sanciones”.

Se creó un equipo de crisis de Ucrania compuesto por periodistas de todo el mundo que hablan ruso y ucraniano para respaldar a los reporteros en el terreno. La mesa de París ayudó asimismo con las Notas Centrales  (los artículos que reúnen los principales acontecimientos del día) o en la transmisión en vivo de AFPTV desde Ucrania.

El equipo también trabajó en estrecha colaboración con verificadores de información, rastreando y autenticando imágenes virales en las redes sociales, así como las afirmaciones de los principales actores como Putin y Zelensky.

 

Un hombre camina frente a un edificio destruido en after a Russian missile attack in the town of Vasilkov, cerca de Kiev, el 27 de febrero (AFP / Dimitar DILKOFF)

 

Un mes después de iniciada la invasión, la destrucción es inmensa.

Los nombres de ciudades destrozadas como Járkov, Chernígov y Jersón se han vuelto demasiado familiares. La asediada Mariúpol, que Human Rights Watch describió como un "helado paisaje infernal plagado de cadáveres y edificios destruidos", se sumó a la lista de ciudades mártires junto con Alepo, Grozny y Guernica.

Kiev también está irreconocible. "La vida se detuvo", dijo Daniel Leal. Las escuelas están cerradas y mucha gente ya no va a trabajar.

 

Vista aérea de un edificio impactado por un cohete en Kiev, el 17 de marzo (AFP / Fadel Senna)

 

"Nos acostumbramos a los puestos de control, a largas colas en los pocos supermercados y farmacias que están abiertos", dijo Dmytro Gorshkov.

Cubrir el sufrimiento de su propia ciudad natal ha sido difícil de soportar. Pero Dmytro quedó desconcertado por la “solidaridad extrema” que los ucranianos muestran entre sí, lo que ayuda a superar las circunstancias. “Todos esperan que no dure demasiado”.

 

Habitantes de Kiev hacen cola para acceder a un supermercado, el 1 de marzo (AFP / Dimitar Dilkoff)

 

La guerra también pone de relieve el antiguo dilema periodístico sobre la responsabilidad que tienen los reporteros hacia las personas sobre las que informan.

“Una imagen que se quedó conmigo es la de un abuelo que vi cargando un balde en medio de las ruinas de Chernígov”, dijo Daphne Rousseau. “Parecía completamente desorientado. Estaba preparando el sótano para sus hijos y nietos que no podían salir de la ciudad. Iban a encerrarse en el sótano hasta que todo pasara o hasta que llegara la muerte”.

“Tienes que entender que las personas se traumatizan tanto que no pueden irse porque no consiguen organizarse. Podemos volver al hotel por la noche donde estamos mucho más seguros. Pero no sabemos qué queda para esa gente”.

 

Una muchacha en un tren que parte de Leópolis rumbo a Polonia, el 5 de marzo (AFP / Daniel Leal)

 

La transición para regresar a casa, a un país en paz, puede ser difícil. Daniel Leal dice que lleva tiempo adaptarse. “Te sientes un poco perdido y triste. Me sentí profundamente decepcionado... Sientes que no has hecho lo suficiente, que podrías hacer más, mejor”.

Dave Clark, quien coordinó los equipos de AFP en Kiev, sintió que tenía que decirles a todos que “volvería” cuando regresara a casa. Pero como coordinador “sentía que tenía que dar el ejemplo” de irse.

Es que la rotación de equipos es importante,  como insistió Arman Soldin, periodista de AFPTV con sede en Londres, quien se fue con Clark. “Yo tampoco me quería ir, pero en el coche de regreso a Polonia me di cuenta de lo cansados que estábamos física y emocionalmente. Es peligroso no dar un paso atrás”.

La rotación de equipos también permite que las personas obtengan apoyo psicológico.

 

Réplica de la estatua de la Libertad en Colmar, este de Francia, cubierta con la bandera de Ucrania (AFP / Sebastien Bozon)

 

Olga Shylenko, que trabaja para AFP en Kiev desde 2014, ahora vive con unos amigos no muy lejos de Bruselas y también trabaja desde allí. Se siente “terriblemente culpable” por no haberse quedado en su tierra natal.

“Acabo de asistir a una reunión con otras mujeres ucranianas y todas dijimos lo mismo: nos sentimos muy culpables. Tenemos una vida agradable, no vivimos en sótanos. Preferiríamos estar ahí, participar, pero somos mamás”.

 

Puesto de control militar en Kiev, el 15 de marzo (AFP / Fadel Senna)
Un hombre llora junto a una víctima de un coehe en Kiev, el 17 de marzo (AFP / Fadel Senna)

 

Por la noche tiene pesadillas. “Me veo con mis hijos en Mariúpol”, dijo Olga. Sus gemelos de ocho años saltan cuando encienden la aspiradora, pensando que es una sirena antiaérea, y “se asustan con el sonido de los aviones”.

 

Rescatistas trabajan entre los restos de un avión ucraniano que cayó con 14 personas a bordo en el sur de Kiev, el 24 de febrero (AFP / Handout)

No hay cifras totales de muertes confiables en Ucrania. Pero las bajas han sido numerosas, como descubrieron la reportera Cecile Feuillatre, el fotógrafo Bulent Kilic y la videoperiodista Luana Sarmini cuando visitaron la morgue desbordada en el puerto de Mykolaiv, en el Mar Negro. La ciudad ha resistido el avance ruso hacia Odesa en el oeste. Hace unos 10 días informaron de las secuelas de un ataque con cohetes contra un cuartel militar en el que murieron decenas de soldados.

 

Funeral de un hombre muerto durante un bombardeo en la ciudad portuaria de Mykolaiv, el 1 de marzo (AFP / Bulent Kilic)

 

El joven que fue sacado a rastras de las ruinas en la fotografía de Bulent sobrevivió milagrosamente.

 

Rescate de un soldado ucraniano que permaneció 30 horas bajo los escombros de la escuela militar de Mykolaiv bombardeada por los rusos, el 19 de marzo (AFP / Bulent Kilic)

 

Solo en Mariúpol, las autoridades calculan que, hasta el 24 de marzo, murieron 2.000 civiles. Al menos cinco periodistas también murieron en el primer mes de guerra.

En una guerra,  el peligro está en todas partes, particularmente en los primeros días cuando nada está claro. Y la experiencia de verse atrapado en los combates es la misma tanto para los civiles como para los periodistas, dijo Daphne Rousseau.

Es como “entrar con los ojos vendados en una habitación con gente disparándote desde todas las direcciones. No sabes dónde están, a qué distancia están, ni qué te están disparando... Pueden ser Grads, los cohetes rusos a los que más tememos porque pueden caer en cualquier parte. O podría ser un comando ruso que se esconde en un matorral en algún lugar y está a punto de disparar.”

“Es una ruleta rusa.”

 

 

Esta publicación se basa en los testimonios de los primeros equipos que regresaron de Ucrania. Gracias a Dave Clark, Sophie Estienne, Dmytro Gorshkov, Antoine Lambroschini, Karim Menasria, Daphné Rousseau, Olga Shylenko, Arman Soldin, Daniel Leal, por sus palabras, y a todos los que estuvieron o están en la primera línea cubriendo este conflicto. Entrevistas de Michaëla Cancela-Kieffer en París. Versión en español de Yanina Olivera Whyte.