Serendipity en Kivu del Sur
BUKAVU, República Democrática del Congo, 10 de abril de 2015 – El viaje en ferry desde Bukavu hacia Goma es una inmersión real en la sociedad congolesa. Me mudé a Kinshasa un mes atrás como fotógrafo independiente, y terminaba mi primer viaje fuera de la capital como parte de un equipo de la AFP que fue hacia el turbulento este.
Comencé a explorar desde que estaba en el barco, para observar las diferencias entre las clases sociales, los marineros y los pasajeros. Pasé algún tiempo con cada persona que se me cruzaba, incluso unos minutos con los mecánicos en la grasienta y ruidosa sala de motores. Luego fui a compartir un rato con los cocineros en las cocinas de la primera y segunda clase.
En el corredor de la cuarta clase, vi a un hombre hablándole a otros pasajeros. No hablo swahili pero pronto entendí que se trataba de un predicador dando un sermón. Su rebaño parecía feliz de saber que Dios estaba de su lado en este viaje.
Desde allí seguí hacia el piso de la primera clase. Era un escenario bien diferente: 15 pasajeros o más bebían gaseosas, tomaban fotos del lago, jugaban con sus smartphones, conversaban y comían los pescados del lago que había visto unos minutos antes en las calientes cocinas del piso inferior.
Nuestro viaje hacia Kivu del Sur debía durar dos semanas, pero mis cámaras fueron confiscadas en Kinshasa un día antes de nuestra salida, y me tomó cinco días recuperarlas. Finalmente volé con mis equipos a Goma, justo a tiempo de abordar un pequeño y rápido barco a Bukavu, en la orilla sur del lago Kivu.
Allí me reuní con mis colegas para la pauta: el jefe de la oficina de la AFP en Kinshasa, Marc Jourdier, la videoperiodista Kathy Katayi, y el corresponsal en Bukavu Jean-Baptiste Baderha. Estaba constantemente buscando imágenes a medida que íbamos al sur, hacia las orillas del lago Tanganyika, y casi todas mis tomas fueron hechas en el calor del momento. Al despertar en la ciudad costera de Uvira, vi desde la ventana de mi cuarto de hotel algunos barcos pesqueros acercándose a la orilla. Tomé mis cámaras y corrí a la playa. La luz del amanecer, barcos tradicionales y niños jugando son una combinación mágica.
Kivu del Sur a primera vista es un lugar hermoso, montañas verdes, tranquilos lagos y panoramas espléndidos. Pero cada uno de sus habitantes tiene historias para contar sobre las atrocidades perpetradas en la región durante décadas de lucha.
Si hablas con ellos, te traen rápido a la triste realidad: es una región muy inestable, golpeada por la violencia de milicianos convertidos en bandidos de autopistas y conflictos entre grupos étnicos, facciones armadas y el ejército que están lejos de ser resueltos.
Un día paramos en la villa de Mutarule, donde fotografié un pequeño cementerio cubierto con diminutas y delicadas flores rosadas, y 32 cruces marcando las tumbas de las víctimas de matanza entre etnias apenas un año atrás. En Kivu del Sur, no se necesita mirar muy lejos para encontrar rastros del pasado violento.
Federico Scoppa es un fotógrafo independiente quien contribuye con AFP y está radicado en Kinshasa. Encuentre parte de su trabajo aquí