Fraude en el techo del mundo

Katmandú – Todo comenzó con rumores y datos que no coincidían.  Continuó con horas de lectura de comentarios en el sitio TripAdvisor y semanas de recorrer el Everest. Pero nunca imaginé que examinar el fraude de las aseguradoras vinculado con los rescates por helicóptero, desembocaría en una investigación gubernamental y un ultimátum de los gigantes de seguros que podría ser una sentencia de muerte a una industria de turismo vital para el país.

Centenas de miles de visitantes llegan cada año a Nepal, seducidos por el Himalaya. El fraude los involucra a todos: una gran cantidad de los excursionistas son alentados a recurrir a evacuaciones por helicóptero costosas e innecesarias con el fin de enriquecer a  intermediarios con el dinero de las aseguradoras.

Cuando llegué a Katmandú en noviembre de 2016 para dirigir la oficina en Nepal, me esforcé en conocer a la gente del rentable sector turístico que rodea al Everest. Esta actividad genera millones de dólares al pequeño país. La temporada de ascensos en la primavera, cuando centenas de escaladores convergen en la montaña con la esperanza de alcanzar la cumbre de 8.848 metros, es el momento más interesante para nosotros. Hombres y mujeres baten récords desafiando los límites de la resistencia humana en los picos más altos. Muchos fracasan. Algunos mueren.

( AFP/ Phunjo Lama)

Como periodista soy adicta al Everest. El lugar tiene todos los condimentos para una buena historia: fuertes personalidades, mucho dinero involucrado y una enorme montaña.

Pero como “civil” y fanática del senderismo, el circo que rodea los ascensos representa lo peor de la naturaleza humana: la codicia, la corrupción y la necesidad incontrolables del hombre por conquistar y dominar la naturaleza.

El fraude del rescate en helicóptero, que afecta tanto a los que practican senderismo en el campo de base del Everest como a los montañistas que se dirigen a la cumbre, es sin duda el ejemplo más fuerte de la corrupción que afecta esta actividad. Para mi termina simbolizando el aspecto mercantil que Nepal tiene con su mayor atracción natural.

Cargadores nepalíes cruzan un puente colgante hacia Namche Bazar, en abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

A poco de mi llegada a Nepal escuché rumores sobre intermediarios que aprovechan los pagos de las aseguradoras para la evacuación injustificada de turistas por helicópteros. Pero fueron dos estadísticas que me llevaron a investigar. Primero que veinte helicópteros nuevos Airbus B2 y B3 fueron entregados en cinco años. Y luego que en Nepal los aparatos privados tienen más horas de vuelo al año que en otro país del mundo.

Datos que me hicieron pensar que el mercado de transporte por helicóptero era provechoso de manera anormal si se tiene en cuenta su pequeño tamaño.

Un buen número de mis interlocutores intentaron convencerme de que el fraude era un problema. Que fue solucionado hace años. Y que entonces allí no hay una historia.

Pero para la mayoría de los periodistas, este tipo de reacción es como una provocación. Comprendí rápidamente que el fraude había cambiado, que sería más difícil probarlo pero de todos modos lucrativo.

Un helicóptero desciende a tierra en Mong La village cerca de Namche Bazar, el 17 de abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

Cuatro años atrás, algunos operadores de helicópteros, con sus corredores, facturaban sumas exorbitantes y variadas a las aseguradoras por los operativos de rescate. He visto facturas por una evacuación cerca del Everest por 12.000, 10.000 y 6.000 dólares. El costo de un verdadero rescate estaría más cera de 4.000 dólares, pero las aseguradoras pagaban y la empresa del helicóptero, el guía de senderismo y el corredor se repartían la diferencia.

Es entonces que entraron en escena corredores mucho más avispados. Comprendieron que las aseguradoras habían descubierto la trama debido a la incoherencia en la facturación.

Entonces hicieron dos cosas. Primero negociaron una grilla tarifaria única con las empresas de helicópteros para la temporada de escalada (en primavera y en otoño). Y segundo establecieron vínculos estables con compañías internacionales de seguros para responder rápidamente a sus eventuales preocupaciones.

El resultado es que los precios bajaron, para satisfacción de las aseguradoras.

Excursionistas y cargadores caminan por un camino en la región del Everest, el 17 de abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

Y así fue que el nuevo fraude pudo comenzar. Más que facturar sumas astronómicas por algunas evacuaciones, los corredores convencieron a los guías de ingeniárselas para evacuar el mayor número posible de senderistas, muchas veces con varios turistas hacinados en un solo helicóptero. Mientras tanto la aseguradora de cada uno reembolsaría por un vuelo entero, y los guías recibirían una parte del pastel.

La mayoría de los guías ganan 2.500 rupias por día (unos 22 dólares) durante la temporada, pero hasta 500 dólares por comisión por una sola evacuación. El corredor de la compañía de transporte y los gerentes de las agencias de senderismo y escalada en Katmandú también se quedan con su parte.

Caminantes de Nepal ascienden por un camino de Namche Bazar al nor-oeste del país, el 18 de abril de 2015 (AFP / Roberto Schmidt)

La consecuencia es que el número de evacuaciones sanitarias escaló abruptamente en Nepal.

Difícil encontrar cifras precisas. No existe un centro que regule las evacuaciones y las diez empresas privadas de helicópteros no pudieron o no quisieron brindarme detalles de sus operaciones anuales.

Entonces recurrí a TripAdvisor.

Pasé horas sumergida en comentarios sobre los rescates en helicóptero antes de contactar a sus autores. Con esas conversaciones, comencé a medir la amplitud del problema.

Había comentarios de montañistas enojados porque tenían la sensación de haber sido presionados a una evacuación y sospechaban un engaño. Pero la inmensa mayoría de las personas no escatimaban elogios a su guía que había organizado su salida evitándoles sufrir –por ejemplo- diarrea en el campo de base.

Un helicóptero entrega víveres para un refugio del Everest, el 24 de abril de2018 (AFP / Prakash Mathema)

Me costó comprender tal ingenuidad. ¿Quién puede creer que un simple enfriamiento necesita de una evacuación sanitaria? ¿O quién puede pensar que sea más seguro descender en helicóptero que caminando? El descenso es la recomendación médica básica para quien presente síntomas del mal agudo de montaña, como dolor de cabeza, pérdida de apetito o náuseas. Estas señales desaparecen mágicamente a medida que se desciende.

Desde entonces, metí la mano en los datos y estimo que en la primavera pasada 8% de los turistas que recorren la región del Everest fueron evacuados por helicóptero. Lo que representa 17 vuelos por día. El valle del Khumbu, que lleva al techo del mundo, se convirtió en una autopista aérea.

Excursionistas caminan por un puente colgante cerca de Labja Dorhan en su camino a Namche Bazar, el 17 de abril de 2015 (AFP / Roberto Schmidt)

En la mayoría de los casos, los médicos no podían establecer si el paciente sufría un mal potencialmente mortal en el momento en que era rescatado. Dicen no poder hacer gran cosa para impedir los abusos, ya que otorgan el beneficio de la duda a sus pacientes.

Así, dejan a los guías, con poca formación de rescate, la responsabilidad de evaluar si una evacuación es necesaria.

Pacientes esperan ver a un doctor en la clínica de campaña Everest ER en el Campo Base Everest, el 24 de abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

Yo misma fui testigo.

Tras realizar entrevistas durante meses en Katmandú, amarré mis zapatos de senderismo y tomé el camino hacia el Everest. Junto al fotógrafo de AFP en Nepal, Prakash Mathema, partimos en un recorrido de ocho días hasta el campo de base del Everest, desde la pequeña Lukla.

Al llegar al poblado de Mongla, escuchamos que la evacuación de una senderista estaba en curso. Fui a verla.

Cargador nepalí Milan Rai, de 14 años, descansa en una roca en el sendero de ascenso en lo alto del pueblo Namche Bazar en el noroeste, el 18 de abril de 2015 (AFP / Roberto Schmidt)

Sunita, una estudiante de enfermería en Londres, estaba cansada. Había sentido náuseas. Subir la empinada cuesta hasta Mongla había sido demasiado para ella, me dijo. Quería regresar a casa.

Le sugerí caminar o alquilar un poni para el regreso.

Pero no, quería un helicóptero ya que su guía le había dicho que estaría cubierto por su aseguradora de viaje.

Luego dijo algo que me alertó: adquirió su seguro en la víspera.

Excursionistas van por un camino en la región del Everest, unos 140 km al noreste de Kathmandu, el 17 de abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

Las aseguradoras permiten adquirir una cobertura en medio del viaje, pero la mayoría, incluida la de Sunita, funcionan solo luego de 72 horas, a menos que seas víctima de un accidente.

Pero su guía insistía en que su empresa había confirmado que la aseguradora pagaría por la evacuación.

El aparato llegó una hora más tarde y Sunita partió a Katmandú. Intercambiamos algunos mails, y en el último –tres semanas más tarde- se mostraba confiada de que la compañía pagaría.

Una persona herida no identificada es ayudada a subir a un helicóptero en Mong La village cerca de Namche Bazar, el 17 abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

 Sunita había pagado 950 dólares por un recorrido de diez días por el valle de Gokyo. Cerca del Everest, ofrece desde su cumbre una vista impagable del pico más alto del mundo. El precio es muy barato, me confirmaron varias fuentes. Y diez días no son suficientes para una aclimatación que permita soportar la falta de oxígeno y evitar el mal agudo de montaña.

Monte Ama Dablam (6.812 metros) en una vista desde la ciudad de Pangboche en la región del Everest, el 27 de abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

Las agencias que ofrecen estos recorridos, muchas veces sin la aclimatación necesaria, se encuentran en el corazón del fraude. Atraen clientes con tarifas muy bajas, asegurándose de sacar provecho si uno de los integrantes del grupo es evacuado. Y aumentan las probabilidades llevando a los turistas sin preparación. Los guías me explicaron que están presionados por una cuota: obtener la evacuación de al menos un tercio de los miembros del grupo. Para alcanzar este objetivo, algunos colocan en sus comidas bicarbonato de sodio, con efectos laxantes que les provocan diarreas.

Decidí hacerme pasar por una turista y ver en qué terminaba. Con mis jeans viejos y sandalias, tomé mi mochila con decoración de elefante que compré en Sri Lanka antes de llegar a Thamel, el barrio turístico de Katmandú.

Una agitada calle de Thamel, el distrito turístico de Kathmandu, en septiembre de 2018. (AFP / Prakash Mathema)

Intenté con varios, contándoles la misma historia. Quería ir al campo de base con cinco amigos. Tras obtener el precio por un recorrido estándar de doce días, que iba de 650 a 1.050 dólares, pregunté si podía hacerse en diez días para tener tiempo de pasear. Una sola de las cinco agencias rechazó mi pedido, advirtiéndome que sería imprudente llegar hasta los 5.364 metros del campo de base sin una verdadera aclimatación.

Cuando pregunté qué sucedería si uno de nosotros enfermaba todos me aseguraron que un helicóptero llegaría al campo para rescatarlo.

“Una vez en Katmandú, llamamos juntos a la compañía aseguradora y le dices: ‘necesitaba una evacuación, no quisiera morir’”, me dijo uno de ellos.

“Es mi servicio a los turistas”, agregó.

Vista del Everest debajo de banderas, en abril de 2018 (AFP / Prakash Mathema)

La industria del turismo es vital para la economía nepalesa. En términos de ingresos es probablemente la segunda entrada detrás del sector de la construcción en los Estados del Golfo, y cuyas transferencias al país representan un tercio del PIB. Pero entre la pobreza, la falta de perspectivas, la debilidad del gobierno y la tentación de sacar provecho rápido, es fácil comprender porque el turismo de montaña se ha corrompido tanto.

La industria del Everest es víctima de una carrera agresiva por los precios, en detrimento de la calidad de los servicios. El costo de un recorrido hasta el campo de base no ha cambiado en 20 años, y el de una expedición a la cumbre cayó a la mitad. En estas condiciones y con márgenes mínimos, los fraudes en los rescates por helicópteros parecen un salvavidas difícil de ignorar.

A su vez, la industria turística funciona bajo el nepotismo, los mismos nombres aparecen como integrantes de consejos de administración y accionistas de las agencias de senderismo, empresas de helicópteros y una agencia de chárter.

A nivel gubernamental, el Ministerio de Turismo lanzó su propia investigación a principios de junio, semanas antes de la publicación de mi artículo -fruto de seis meses de trabajo-. La cerró en solo seis semanas con amenazas de acción contra 15 empresas.

Pero las autoridades parecen más interesadas en los dólares vinculados a los enormes pagos de las aseguradoras, que escapan a los impuestos, que a castigar a los responsables del fraude.

Reportero de la AFP Ammu Kannampilly (2D), y el guía nepalí Pasang Sherpa (D) parados en un risco sobre el valle del norte de la región de Khumbu, el 18 de abril de 2016 (AFP / Roberto Schmidt)