Adiós a Sudan
Nairobi, Kenia - La última vez que estuve en la reserva natural de Ol Pejeta había un ambiente sombrío, pero se veía bella cubierta de vegetación tierna, característica de la temporada de lluvias en Kenia.
Cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer e interactuar con Sudan, el último rinoceronte blanco del norte macho, podía sentir esa melancolía tras su muerte a finales de marzo. Sus cuidadores, tan corteses y acogedores como siempre, parecían estar fuera de sí.
Que diferencia comparado con el 29 de diciembre de 2009, cuando Sudan llegó a Ol Peteja, cerca de la ciudad de Nanyuki (a 350km de Nairobi). Entonces se sentía el entusiasmo en el ambiente para dar la bienvenida a Sudan y a las tres rinocerontes hembras que lo acompañaban, entre ellas su hija Najin y su nieta Fatu.
Capturado en los años 70 en Sudán del Sur, luego fue transferido al zoológico de Dvur Kralove en República Checa antes de encontrar su hogar definitivo en tierras africanas.
Recuerdo muy bien mi sorpresa por la calma que conservaba el animal, mientras los fotógrafos hacíamos un bullicio para tomarles fotos a él y a las hembras. Todo el mundo forcejeaba y se inclinaba sobre su jaula, pero Sudan estaba completamente tranquilo.
En los años siguientes, los fotógrafos volvíamos a menudo para capturar nuevas imágenes del amable gigante, para documentar sus progresos en su nuevo hogar. Me siento un privilegiado por haber pasado tanto tiempo con él. Los cuidadores de Ol Pejeta fueron muy complacientes con nosotros cada vez que necesitábamos volver.
Cuando supimos que había contraído una infección viral, hubo un enorme sentimiento de pérdida. Sabíamos que lo más probable era que lo sacrificaran una semana y media antes de que en efecto ocurriera. Al principio había esperanzas de que se recuperara, pero su estado de salud empeoró y finalmente un equipo veterinario decidió practicarle una eutanasia. Murió a los 45 años.
Un colega de la agencia fotografió la muerte de Sudan en mi lugar. Me sentía aliviado de haber cambiado de lugar con mi compañero porque prefería no ver a Sudan en ese momento tan triste y recordarlo gentil, tranquilo, colosal y majestuoso.
Es un poco irónico, porque estaba en una cobertura sobre cazadores furtivos cuando supe de su muerte. En el camino de regreso a Nairobi, nos desviamos para poder detenernos en Ol Pejeta.
Sudan logró escapar de la crisis de cazadores furtivos de inicios del 2000, que diezmó la población de rinocerontes blancos del norte en Uganda, República Centroafricana, Sudán y Chad debido a la demanda de cuernos de rinoceronte para la medicina tradicional china en Asia y para mangos de puñales en Yemen.
Ahí estaba yo, fotografiando a cazadores mientras el animal moría de causas naturales en un entorno seguro. Vivía protegido por guardias armados.
Después de su muerte, vi algunos emotivos tributos y reacciones entorno al colosal animal. Toda la prensa nacional e internacional hablaba de su historia. El turismo es muy importante en la economía de Kenia, y Sudan jugó un rol clave en ese sistema, al ser la principal atracción.
Es alentador ver los logros y el continuo progreso en la investigación sobre métodos alternativos para proteger y preservar la naturaleza, ya que si son exitosos serán un salvavidas para los rinocerontes blancos del norte, lo cual sería un merecido tributo a Sudan y su legado.
Pienso que su muerte es parte del orden natural de las cosas, aunque sea un momento histórico. Dado que era el último rinoceronte blanco del norte macho, representaba la última esperanza de sobrevivencia de este animal porque ahora solo queda dos hembras como únicas sobrevivientes de esta subespecie.
Es normal que la gente esté tan triste, porque Sudan era el último símbolo de que continúe su subespecie. Habría que tener el corazón de piedra para no conmoverse con su muerte, no se trata de algo que se pueda racionalizar, es, simplemente, un sentimiento poderoso.