Cuando cambia el juego en Irak

Su misión de cinco años en Irak llegaba a su fin. El jefe de la oficina de AFP en Bagdad Prashant Rao se preparaba para pasar sus últimas semanas despidiéndose de los amigos que ha hecho en el camino y visitando los lugares que ha aprendido a querer. En cambio, se encuentra en medio de la difícil cobertura de la avanzada yihadista que tomó al mundo por sorpresa y que, una vez más, cambió las reglas del juego en este país azotado por la guerra.

En la imagen superior, del 26 de mayo de 2008, soldados estadounidenses e iraquíes patrullan la norteña ciudad de Mosul (AFP / Marwan Ibrahim). La imagen inferior fue tomada de la cuenta en Twitter del grupo yihadista el 11 de junio de 2014

BAGDAD, julio de 2014 - En cierto modo, me siento como un periodista deportivo. Después de haber cubierto Irak durante más de cinco años, ya estaba terminando mi historia –mentalmente, emocionalmente, socialmente– sobre este adictivo y fascinante país. Estaba dispuesto a irme para siempre en cuestión de semanas. Sentía como si mi cronómetro marcara el minuto 85 y yo ya hubiera escrito casi toda la nota. Sólo había que esperar que terminara el partido para darle el toque final.

Cuando llegué por primera vez a Bagdad en 2009, el Irak sobre el que había estudiado en libros y noticias estaba allí, a plena vista: violento, militarizado, aterrador. Pero, poco a poco, otra versión de país fue apareciendo ante mí. Era un Irak con una gran selección de restaurantes, cines, galerías de arte y, por supuesto, mercados. A medida que pasaba el tiempo, sentía que entendía cada vez mejor a una ciudad de la que me empecé a enamorar, inadvertidamente.

¿Ahora? Ahora siento como si el equipo perdedor de golpe anotara cinco goles y yo no tengo idea de lo que pasó.

Un hombre herido abandona el lugar de una explosión frente al ministerio de Exteriores en el centro de Bagdad, el 19 de agosto de 2009 (AFP / Khalil Al-Murshidi)

En lugar de hacer un último paseo por el desierto iraquí para hacer los reportajes que he querido escribir desde hace años y que por una razón u otra nunca tuve tiempo de concretar, me encuentro atareadísimo en la oficina de Bagdad, buscando entender qué es lo que está sucediendo en un país que podría estarse desmoronando y luego comprimir todo eso en una nota de 800 palabras.

Irak es tan maravillosamente complejo, con sus lealtades tan cambiantes y dinámicas, que he pensado a menudo que los corresponsales extranjeros aquí –yo mismo más que cualquier otro– nos quedamos cortos cuando intentamos explicar cómo es este país.

Una mujer desplazada grita cuando aguarda para registrarse en un campo de refugiados temporal en el norte de Irak, el 17 de junio de 2014 (AFP Photo / Karim Sahib)

Tras todos estos años, he aprendido algunas cosas acerca de la cultura iraquí, su historia, su política. Pero incluso para un periodista que ha pasado años en el país intentando entender lo que ocurre para estar en capacidad de predecir lo que vendrá a continuación, la tarea es increíblemente difícil.

En lugar de reunirme con los amigos que he hecho a lo largo de estos años en Bagdad, para despedirme de ellos y reflexionar sobre cómo ha cambiado el país, sólo he sido capaz de sostener cortas conversaciones telefónicas, lacónicos encuentros en Facebook o, en ocasiones, el ahora raro correo electrónico.

Una imagen publicada el 14 de junio en el sitio web yihadista Welayat Salahuddin. Supuestamente, muestra a militantes del EIIL ejecutando a docenas de oficiales iraquíes en un lugar impreciso de la provincia de Salaheddin (AFP / HO / Welayat Salahuddin)

Una imagen publicada el 14 de junio en el sitio web yihadista Welayat Salahuddin. Supuestamente, muestra a militantes del EIIL ejecutando a docenas de oficiales iraquíes en un lugar impreciso de la provincia de Salaheddin (AFP / HO / Welayat Salahuddin) 

"¿Qué hacer con las horrendas imágenes de Irak?"

Me habría encantado entenderlos aún mejor, descubrir lo que verdaderamente significa para ellos vivir en Bagdad. Pero ahora, sólo puedo hablar brevemente con un par de amigos que sufren las circunstancias más desafiantes. Uno de ellos, que solicitó estatus de refugiado en Estados Unidos hace años, se acaba de enterar, en medio de esta avanzada yihadista que azota al país, que lo han rechazado.

En lugar de pasar un rato con mis colegas –gente a la que admiro más de lo que nunca imaginé por su coraje, su patriotismo, su curiosidad y su empatía–, me encuentro enzarzado en acaloradas discusiones con ellos sobre detalles de la cobertura, en momentos en que nos esforzamos por cubrir este súbito conflicto.

Mujeres chiitas se reúnen en Najaf para unirse a las fuerzas de seguridad iraquíes en su lucha contra los militantes yihadistas (AFP Photo/Haidar Hamdani)

Todos sabemos que nuestros gritos no son más que una manera de liberar el estrés en el calor de la acción y no le daremos demasiada importancia a estas controversias. ¿Pero era así como quería pasar mis últimas semanas con mis amigos?

Personas más inteligentes que yo debatirán las causas subyacentes a esta ofensiva militante, analizarán si se podría haber pronosticado la velocidad y ferocidad de su ataque, estimarán si los insurgentes podrán ser repelidos y verán cómo se resuelve todo, si se resuelve.

¿Yo? Congelado en mi cronómetro personal de 90 minutos, en estado de shock, intentando desesperadamente de comprender, reaccionar, actuar, antes de que suene el pitido final.

El jefe de la oficina de AFP en Bagdad Prashant Rao, en una exhibición de arte en Bagdad (AFP Photo/Khalil al-Murshidi)