Suárez, el héroe rabioso
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Luis Suárez saluda a sus fans junto a sus hijos en la casa de su madre en Solymar, cerca de Montevideo, tras regresar a su país envuelto en el escándalo del mordisco. 27 de junio de 2014 (AFP / Miguel Rojo)
MONTEVIDEO, 30 de junio de 2014 - Soy periodista. Y soy uruguaya. Por separado, hasta ahora.
Como cualquier periodista intenté remitirme a los hechos. Como uruguaya, sentí un inmenso dolor cuando nuestra selección se quedó sin su talismán, el delantero Luis Suárez, para disputar el Mundial.
Y recordé a Shakespeare en Ricardo III: “Hermana consolaos: todos nosotros tenemos motivos para gemir el ocaso de nuestra estrella refulgente; pero nadie puede curar sus daños a fuerza de gemirlos”.
No hay mucho consuelo. El único –al menos para mí- es entender qué pasó en su cabeza.
Being Luis Suárez
“Acá tienen”, cerró con voz llorosa Luis Suárez la conferencia de prensa tras fulminar con dos goles a Inglaterra y dejarla casi eliminada de Brasil 2014.
La victoria del 19 de junio–que revivió a la Celeste en la Copa del Mundo- tuvo todos los ingredientes de una épica: tragedia, tensión y emocionante desenlace con una victoria final de Uruguay (2-1), luego de haber caído 3-1 en el debut a Costa Rica sin Suárez que se recuperaba de una lesión.
Nuestro pequeño país se rindió ante el héroe charrúa, quien había sido operado de una lesión de meniscos menos de un mes atrás.
Le dimos el título de prócer, de Rey. Lo veneramos y le juramos amor eterno.
Suárez cumplió con creces su promesa de reponerse y dar todo de sí en el Mundial.
“Pasarán años/Cruzaré mares/Chocarán vasos/Y no habré olvidado/Estos dos golazos/Que metió Luis Suárez/Recién Operado”, escribió el cantautor uruguayo, Jorge Drexler, ganador de un Oscar, a modo de composición para Twitter.
En esa red social, el segundo gol de un inspirado Suárez, veneno mortal para Inglaterra cinco minutos antes de la final, provocó 214.246 mensajes en apenas un minuto, acercándose al récord de esta Copa del Mundo , que tiene el gol del chileno Charles Aránguiz a España, con 246.000.
Luis Suárez el 19 de junio de 2014, cuando anotó un gol en el partido ante Inglaterra, que finalmente ganaría Uruguay 2-0 gracias a un doblete del artillero estrella (AFP / Daniel García)
“Estoy disfrutando de este momento, por todo lo que sufrí, por las críticas que recibí”, dijo también el mejor artillero de la última temporada en la Premier League con 31 tantos, al salir de la cancha del Itaquerao, como se conoce al estadio mundialista en Sao Paulo.
El mensaje en tono de venganza tenía un destinatario claro: Inglaterra que lo conoce como pocos y donde fue considerado por muchos un verdugo por insultos racistas a Patrice Evra y morder al jugador de Chelsea, Branislav Ivanovic.
El entrenador Roy Hodgson, había dicho que Suárez era un excelente jugador pero que todavía tenía que demostrarlo en los Mundiales “para ser incluido en la lista de los grandes como (Diego) Maradona, Pele, ( Franz) Beckenbauer, (Johan) Cruyff y (Andrea) Pirlo".
Su doblete contra Inglaterra fue ovacionado en todo el mundo y aumentó los rumores sobre un posible fichaje por el FC Barcelona o el Real Madrid.
En Uruguay, tocábamos el cielo. Otra vez la gloria celeste. Volvimos a soñar: somos pequeños pero con talentos gigantes.
“Tengo que decirlo, Suárez es un fenómeno. Su actuación desafía los límites de la imaginación”, comentó la exestrella inglesa Gary Lineker, convertido en comentarista deportivo sobre quien fuera elegido la Bota de Oro europea.
La prensa británica fue mordaz al calificar como “asesino” el golpe del Pistolero. “Just two good”, tituló en portada el Daily Mail Sport. The Times apuntó que el delantero de los reds es una “molestia” en el campo, donde se muestra “absolutamente implacable, con una maldad que le da un hambre insaciable”.
Como si predijera lo que iba a pasar.
El ocaso
Una semana después Suárez, de 27 años, volvía “como un paria” con su familia a nuestro país, expulsado del Mundial.
La Comisión disciplinaria de la FIFA lo había castigado con nueve duelos internacionales y la prohibición de ejercer cualquier actividad vinculada con el fútbol durante cuatro meses por el mordisco que le propinó al defensa italiano Giorgio Chiellini en el hombro izquierdo, durante el partido entre Italia y Uruguay.
El mordedor y el mordido momentos después del incidente (AFP / Pablo Bielli)
Los uruguayos sentimos el castigo contra Suárez, un ataque contra todo Uruguay.
La FIFA lo marginó además de buena parte de la Copa América 2015 y de varias fechas de la Liga Premier con el club Liverpool. Durante la suspensión, el ariete tampoco puede entrar en los recintos del estadio donde la selección uruguaya dispute un Partido.
Demasiado fuerte de tolerar.
Muchos uruguayos pasamos por alto que ésta es la tercera vez que el atacante era sancionado por mordiscos a sus rivales.
Borramos, negamos o minimizamos sus antecedentes: en 2010 le fueron impuestos siete partidos de castigo en la Liga Holandesa por morder al delantero Otman Bakkal, y el año pasado, otros diez, cuando clavó sus dientes contra el serbio Ivanovic.
“No podemos tolerar ese comportamiento cuando los ojos de millones de personas están puestos en las estrellas que juegan en el campo”, explicó el presidente de la Comisión, el suizo Claudio Sulser.
La suspensión, antes del choque contra Colombia por los octavos de final del Mundial, es la más extensa que se impone contra un futbolista en un Mundial por un incidente entre jugadores.
“No es la primera vez que sucede”, aclaró el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke. “Si es una vez, se trata de un incidente; si son tres es grave y merece un castigo ejemplarizante”, dictaminó.
La FIFA puso fin al sueño de nuestro niño mimado de repetir el Maracanazo del 50 y llevar a la selección a ser la campeona mundial.
Al igual que todos los uruguayos, yo quería creer que la mordida no había existido, al fin y al cabo el juez no la había visto. Me dije que probablemente se trataría de un empujón, un mal empujón. Suárez siempre anda con la boca abierta y sus incisivos son enormes.
Pero mis colegas de la AFP –no uruguayos- constantemente me preguntaban: ¿cómo puedes defender a una persona que mordió tres veces? ¿Qué le pasa en su cabeza?
Un niño con la camiseta del Liverpool (donde juega Luis Suárez) protesta contra la sentencia de la FIFA en Natal, Brasil, el 26 de junio de 2014 (AFP / Daniel García)
Un niño calentón pero de gran corazón
Recordé a su abuela que aún vive en Salto, la ciudad a 500 km al norte de Montevideo, donde nació Suárez, al igual que su padre y madre. Había hecho declaraciones controvertidas años atrás con el caso Evra.
No fue difícil localizarla. Al principio me aclaró que no quería hablar. Insistió por algunos instantes: “Ya dije todo lo que tenía que decir”
Pero cinco minutos después estábamos conversando como viejas amigas.
“No sé qué le pasó a mi negrito”, se quejó Lila Piriz da Rosa, una anciana de más de ochenta años, que tiene ya 22 nietos y 23 bisnietos.
“Yo no sé lo qué le pasa, por qué tiene esos arranques….tiene todo para ser feliz”, dice con voz trémula, apesadumbrada.
Suárez alcanzó fama planetaria con su “mano de Dios” en el partido contra Ghana en el Mundial de Sudáfrica en 2010 que hizo clasificar a Uruguay para la semifinal. En los últimos segundos del tiempo extra, cuando iban 1 a 1, estiró la mano y sacó un balón disparado por un cabezazo del ghanés Dominic Adiyiah que iba directo a su portería.
La historia es bien conocida: Suárez, en ese entonces delantero del Ajax, fue expulsado.
Pero el milagro ocurrió y Uruguay clasificó en penales. Gracias a su 'sacrificio' Uruguay volvió a codearse con los grandes, tras décadas de decepciones en la Copa del Mundo.
“No es un héroe, es un vulgar tramposo (…) ¿Qué mano de Dios? Fue la mano del Diablo”, sentenció en ese entonces el técnico serbio Milovan Rajevac de la selección africana.
Desde que era niño, Suárez se destacó por torear a sus rivales en las canchas de Salto. Allí todo era válido, contó la abuela.
“Tenía muchos arranques, era muy bravo”, dijo entre risas.
Luis Suárez celebra un gol para el Liverpool revelando que lleva bajo la casaca otra camiseta con una impresión de su familia y la inscripción “Los amo!!!”. Sunderland, Reino Unido, 29 de septiembre de 2013 (AFP / Andrew Yates)
Pero se pone más seria y sigue: “Quizá el divorcio de los padres, las privaciones, se imagina, ellos eran un matrimonio joven que se fue a Montevideo con seis hijos”.
El matrimonio entre Rodolfo Suárez, un soldado, y Sandra Ruiz viajó desde Salto a la capital uruguaya. Suárez era el cuarto de los hermanos. En ese entonces tenía siete años.
Le costó mucho adaptarse al cambio, relata la periodista Ana Laura Lissardy en "Vamos que vamos", libro de entrevistas a los jugadores de la selección. La pareja no tardó mucho en separarse. Y los niños quedaron a cargo de la madre, que trabajaba de limpiadora. .
“La separación de sus padres "le desacomodó la tierra bajo los pies" nuevamente, narró Lissardy.
No fue ni un niño ni un adolescente fácil. Y su pasión por el fútbol tampoco fue una constante.
“En una casa tan numerosa los recursos no sobraban, así que nunca pudimos darnos muchos gustos”, escribió el delantero en su página oficial.
“A los 4 años ya corría más con balón que sin él…Pero no fue hasta los 14 años que ingresé a jugar en las categorías inferiores del Club Nacional” de Uruguay, añade.
Justamente allí su vida dio un vuelco, cuando conoció a Sofía Balbi, su novia desde la adolescencia y uno de los mayores motivos por los que decidió apostar al fútbol profesional.
Ella se convirtió en "una contención para mi vida y para mi cabeza", contó el jugador a ESPN Brasil en noviembre de 2013.
Pero la vida le dio un nuevo golpe cuando Sofía se mudó a Barcelona junto a sus padres.
Suárez concluyó que la única posibilidad de volver a verla era convertirse en futbolista profesional y ser vendido a Europa.
Cuando logró el pase al pequeño club Groningen de Holanda, su primera etapa en el fútbol europeo, Suárez no lo pensó dos veces. Lo primero que hizo fue pedirle a sus ahora suegros que dejaran a su novia de 16 años irse a Holanda a vivir con él.
Desde entonces, junto a sus éxitos deportivos el jugador siempre se ha hecho un lugar para agradecerle a su esposa e hijos por su constante apoyo.
Fans de Luis Suárez lo van a recibir al aeropuerto cerca de Montevideo, tras la suspensión de cuatro meses del delantero uruguayo por morder a un rival, el 26 de junio de 2014 (AFP / Pablo Bielli)
Después de la victoria contra Inglaterra, Suárez divulgó una foto de su familia, su mujer y sus dos hijos, una niña y un bebé, en su página de Facebook, que tiene más de siete millones de seguidores: “Gracias por venir a apoyarme y estar siempre. Más fuerza que la que me dais ustedes nadie!!! Los amo mucho!!!!
Pero pese a los éxitos y a una carrera fulgurante, el problema del enojo, o la falta de control sobre la ira, siempre estuvo ahí.
Del Groningen pasó al Ajax, uno de los equipos con más prestigio de Europa. Pero tres meses después de su llegada fue brevemente suspendido por el club de Ámsterdam tras un altercado con un compañero en el descanso de un partido.
Para definir la garra y la personalidad de Suárez, Tabárez dijo a comienzos del Mundial que el jugador "es el primero en estar acá (en el complejo de entrenamientos de la selección uruguaya) y va a hacer lo que hace siempre: enojarse mucho en los picados (partidos informales) que hacemos, criticar al profesor (José) Herrera que es el árbitro, (le dice) que está contra él y esas cosas, y está de malhumor las horas subsiguientes cuando pierde en esos picados que juega de arquero".
Sus familiares y amigos dicen que salió a su padre. “El padre es muy calentón, buena persona pero con arranques también. El peor carácter de mis seis hijos”, cuenta Lila.
“Y Luisito lo heredó. Es más, nunca pensamos que Luisito iba a ser el más famoso de todos con ese carácter”, aseguró.
El propio delantero ha reconocido que pese a las críticas sobre su carácter es precisamente su manera de ser la que lo ha ayudado a triunfar.
"Podés perder alguna otra cosa pero perder la picardía, la viveza esa que tenemos desde niño, de jugar en la calle y todo no la vas a perder nunca", dijo Suárez en entrevista con Giovanna Fleitas, nuestra corresponsal de la AFP en Montevideo, en marzo de 2013.
"Si yo no hubiera tenido el carácter que tengo hoy en día en la cancha creo que no hubiera llegado a ser el jugador que soy hoy", añadió entonces.
¿Será así?, me pregunto. ¿Sería Miguel Angel el más grande y revolucionario de los artistas florentinos del Renacimiento si no hubiera tenido un carácter irascible, terco y violento? Lleno de desprecio hacia sus rivales, siempre estaba listo para insultarlos.
El holandés Frank de Boer, quien fuera entrenador de Luis Suárez en el Ajax, consideró que el uruguayo "necesita ayuda psicológica".
"Cuando ve que no puede ganar o que algo se le resiste, a veces reacciona así", explicó al diario Algemeen Dagblad, De Boer, que tuvo a Suárez como pupilo en la temporada 2010-11.
"Esto se remonta probablemente a su infancia. Hay algo escondido en él, profundamente”.
Para Pablo Martínez, psicólogo de la Universidad de la República especializado en psicología deportiva, "la mordida se da en aquellas personas que han tenido una niñez muy agresiva, muy carenciada y es una forma de defenderse de la agresión externa o de los mayores".
Luis Suárez metiendo un gol para el Liverpool en enero de 2013 (AFP / Andrew Yates)
"Él ya estuvo tratado por un psicólogo por la ira y pensé que la tenía controlada", añadió. Pero "en este Mundial hubo alguna situación, algo que hizo que le saliera ese instinto más primario".
Siempre creí que no debe ser nada fácil la vida de estos jóvenes jugadores latinoamericanos, que pasan de la pobreza más absoluta a ganar millones y alcanzan de un día para otro una fama a escala planetaria.
En Uruguay, al igual que en prácticamente todos los países de la región, con gran inequidad (52,9% en América Latina, según el último informe del Banco Mundial) y poca movilidad social, muchas mujeres humildes sueñan con que sus hijos se conviertan en estrellas del balón y desde pequeños los entrenan en baby fútbol.
Como se sabe, América Latina es además una cantera de prometedores talentos. Las estadísticas dicen que sólo un 0,1% de los niños lo conseguirán.
“Los niños que triunfan han sido sobrevivientes de miles de cosas, lejos de las familias, con la responsabilidad de ser el sostén económico de la familia. No son niños, son trabajadores”, según la investigación periodística de Juan Pablo Meneses para su libro “Niños futbolistas”.
Todos somos Suarez
En Uruguay no se habló de otra cosa durante toda la semana. En peluquerías, bares, hospitales, oficinas y claro está las redes sociales, las reacciones fueron viscerales de apoyo a Suárez e indignación contra la FIFA.
Incluso, la agresión al defensa “azzurro” tomó ribetes de Estado y hasta el presidente, José Mujica, fustigó a la FIFA y respaldó al jugador.
"La FIFA son una manga (cantidad, ndlr) de viejos hijos de puta", dijo el exguerrillero a un programa de la televisión nacional, dando rienda suelta a su indignación, cuando fue a recibir al aeropuerto la llegada de la selección local.
“FIFA corrupta, Luisito te bancamos (te apoyamos)”, protestan los fans del artillero uruguayo en Montevideo, el 26 de junio de 2014 (AFP / Pablo Bielli)
"Podían haber sancionado, pero no sanciones fascistas", comentó, conocido por su estilo directo y sin pelos en la lengua.
Los mensajes se sucedían en la red donde políticos de todas las filas y frentes se sumaron a la protesta contra FIFA y sellaron el apoyo al goleador.
Las redes sociales se inundaron de mensajes - con el hashtag #FifaMafia-#TodosSomosSuarez mientras que miles de personas firmaron una petición online denominada: "Paremos a la FIFA - Dejen Jugar a Luis Suárez!", otras llamaron a manifestaciones de protesta o a retirarse con la cabeza en alto del Mundial.
Algunos decían que era una artimaña de La FIFA para distraer a la prensa de los escándalos de corrupción en los que se encuentra envuelta, sobre todo por La adjudicación del Mundial 2022 a Catar. Otros que fue una maniobra de Brasil para quitarse de encima el fantasma del Maracaná, se habló de la presión de la prensa británica, el odio de Inglaterra, que no se miden las agresiones con la misma vara, y que un simple mordiscón no es lo mismo que un cabezazo, golpe o fulminante patada.
Todos recordamos la brutal agresión del francés Zinedine Zidane, cuando dio un cabezazo en el pecho al italiano Marco Materazzi, nada menos que la prórroga de la final del Mundial de Alemania 2006. Una imagen que también pasó a la historia. El francés recibió un castigo de tres partidos, pero también acabó de la peor manera posible su trayectoria con los bleus. También la del brasileño Leonardo por romperle la nariz al jugador Tab Ramos de un codazo en el Brasil-Estados Unidos de octavos, en el Mundial Estados Unidos 94. Por eso fue castigado con cuatro partidos.
Pero el iraquí Samir Shaker recibió un escarmiento mucho peor –un año sin jugar - por escupir a Jesús Díaz, el árbitro del Irak-Bélgica en primera fase, durante el México 86.
Suárez quitó hierro al asunto cuando habló con una televisión uruguaya tras el partido contra Italia.
"Son situaciones que pasan adentro de la cancha, estábamos los dos justo ahí adentro del área, él me pechó con el hombro, así me quedó a mí el ojo también”.
El entrenador de la selección uruguaya, Oscar Tabarez, indicó que con el fallo se buscaba "un chivo expiatorio".
"Hay gente escondida atrás de un árbol para esperar que pase alguna cosita y ya empezar a atacar a Suárez", afirmó.
Mujica explicó que hay una campaña contra el delantero celeste porque "no le perdonan los defectos que tiene".
Fans de Luis Suárez reciben a su ídolo caído en desgracia en el aeropuerto cerca de Montevideo, el 26 de junio de 2014 (AFP / Miguel Rojo)
“Hay algo contra él porque continuamente hay una cámara que lo sigue. Después siempre digo que el fútbol a veces uno está a altas revoluciones jugando. Uno tiene que aguantar mil cosas en el caso de que le peguen, de que le hablen. Un montón de cosas. Y a veces llega un momento que te cansan. Y sabiendo como es el (Suárez), que es medio calentoncito, lo buscan”, explicó Roberto Mezza, un amigo del padre del delantero a nuestra corresponsal en Uruguay.
Los que teníamos esperanza de que no hubiera mordiscón, o quizá de que las imágenes se hubieran trucado, sufrimos pronto un puñal en el corazón.
La agresión del 'Pistolero' contra Chiellini ocurrió durante el segundo tiempo del partido en que Uruguay finalmente venció a Italia por 1-0 y clasificó para octavos de final del Mundial, dejando a la 'azzurra' por el camino, el martes en el estadio Arenas Das Dunas de Natal (noreste).
Suárez venía forcejeando con Chiellini por ganar la posición en el área italiana, cuando 'perdió la cabeza': mordió en el hombro izquierdo al defensa que reaccionó lanzándole un codazo al uruguayo.
Ambos jugadores cayeron en el área y en un principio pareció un típico forcejeo entre dos 'tanques' a los que les gusta el choque.
Pero las imágenes de televisión mostraron lo que el árbitro del partido, el mexicano Marco Rodríguez, y todos los presentes en el estadio no vieron, el mordisco de Suárez.
Algunos –no demasiados, o bastante menos ruidosos (no hay encuestas aún)- creen que Suárez la pifió, que debería buscar ayuda psicológica y pedir perdón. Pero no sólo él. Nadie puede escapar a la terrible presión de un Mundial. Sobre todo, si apenas 22 días atrás el jugador se sometía a una operación y ni siquiera sabía que podría jugar. ¿Nadie le avisó que todas esas cámaras lo estarían mirando, nadie –de los que ahora dicen que lo iban a provocar, a azuzar- le habló, le advirtió?. Quizá sí lo hicieron y aun así el delantero no pudo con su genio.
Entre las voces críticas destacó en tanto la de Alcides Ghiggia, único sobreviviente de la épica victoria de Uruguay en el Mundial Brasil-1950.
"Me parece que es un muchacho que anda mal de la cabeza, esas cosas en un campo de juego no se hacen", nos aseguró el exjugador, de 87 años.
No es fácil decirlo: te pueden tildar hasta de vendepatria o traidor.
Los que intentamos entender lo que pasó tampoco nos libramos del escarmiento. Una íntima amiga me dijo que se negaba a hablar conmigo sobre el tema.
Es que en Uruguay, un país laico, el fútbol es religión. Como me dijo un colega, los hinchas somos jugadores, los jugadores son hinchas.
El fútbol está en nuestro ADN.
Y el amor a Dios es incondicional. No se trata de entender a un Dios.
Ubicado entre los gigantes Argentina y Brasil, este país que nació como Estado tapón a principios de siglo XIX, forjó su conocida garra charrúa y su identidad a través de las glorias en la cancha entre otras cosas.
Luis Suárez celebra la victoria ante Italia en Natal que le dio el pase a octavos a su selección, el 24 de junio de 2014 (AFP / Javier Soriano)
Nuestro país de tres millones de habitantes, ha ganado dos veces un Mundial (1930 y 1950), uno de ellos el gran Maracaná y 15 veces la Copa América.
Eso lo convierte en el país con más gloria per cápita del mundo. Así lo repetimos y se lo transmitimos a nuestros hijos.
¿Qué es peor escupir, romper la nariz, morder o dar un codazo? El fútbol es un deporte y como tal hay reglas de juego.
Quizá las consecuencias de lo que pasó no hubieran sido las mismas si el mordedor hubiera sido Cavani, pero sin duda Uruguay perdió. Y no sólo contra Colombia (2-0) el sábado en los octavos de final, quedándose afuera del Mundial.
El castigo es el más extenso y severo que se impone contra un futbolista en un Mundial por un incidente entre jugadores.
A mí me gustaría que Suárez explicara qué le pasó. Recién este lunes, el goleador se disculpó: “Me arrepiento profundamente. Pido perdón a Giorgo Chiellini y a toda la familia del fútbol. Me comprometo públicamente a que nunca volverá a ocurrir un incidente como este con mi intervención”.
Desde hace una semana, una catarata de memes invadió Twitter: Suárez con bozal, de Suárez como Hannibal, bromas de la característica manzana de Apple mordida por Suárez e insultos de todo tipo. En uno de los últimos de los 57.726 comentarios de una foto familiar que el arriete divulgó en su página de Facebook, anónimo escribió: la familia de mordedores.
A Suárez le costará recuperarse de esta.
“Yo tengo una forma de jugar al fútbol que es muy peculiar", pero "soy muy autocrítico conmigo mismo y me doy cuenta cuando hago mis errores", señaló el Pistolero en la entrevista que dio a la AFP.
No, Suárez no es Dios. Pero tampoco un caníbal ni un perro rabioso ni un roedor.
Lo que sí demuestra todo esto es que los jugadores –nuestros héroes- son nada más y nada menos que seres humanos, simples mortales.
* María Lorente es redactora en jefe de la AFP para América Latina, con sede en Montevideo. El texto contó con colaboraciones de las corresponsales de la AFP en Montevideo Ana Inés Cibils y Giovanna Fleitas, y el reportero deportivo enviado a Brasil Mauricio Arbilla