El fantasma de Kim y Kanye
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La celebridad estadounidense de telerealidad Kim Kardashian abandona su hotel el 23 de mayo de 2014 en París, a dos días de su boda con el rapero Kanye West (AFP / Kenzo Tribouillard)
Nanterre (FRANCIA), 29 de mayo de 2014 - "Hola, ¿sabe usted algo sobre el matrimonio de Kim Kardashian y Kanye West?", preguntaba a una de sus fuentes policiales Sophie Deviller, de la oficina de la AFP en Nanterre, en la periferia de París.
─¿El matrimonio de quién?
─Kardashian. K-A-R-D-A-S-H-I-A-N─ , gritó Sophie a su interlocutora en medio del bullicio de la redacción. Luego la escuché pedirle con resignación: ─¿Nos avisará si se entera de algo?
Todo lo que se sabía era que la estrella estadounidense de telerealidad y el popular rapero estaban por celebrar su boda en algún castillo de Francia. ¿Pero cuál? El secreto que mantenía la pareja era un problema gravísimo que nos movilizó durante casi dos semanas. Y todo para conseguir como resultado… Bueno, ya se sabe.
A lo largo de mayo, nuestros clientes internacionales estaban todos a la espera de la Gran Noticia. Era el matrimonio del año para el mundo de la farándula. Para bien o para mal, era un fenómeno de la alta sociedad que teníamos que cubrir, porque la misión de AFP es informar sobre todos los temas, del más trágico al más banal. El medio de prensa que consiguiera la primicia, y ni hablar de las fotos, alcanzaría la gloria. Y descubrir el lugar de la boda era una responsabilidad que caía particularmente sobre nuestros hombros, porque la sede de la AFP está justamente en París.
La tarea no obstante era a veces desalentadora. Decidida a guardar el secreto, la pareja de estrellas había convirtiendo nuestra labor en una verdadera búsqueda del tesoro. Jugaban con los nervios de nuestros aprendices de paparazzi y ponían a prueba todas nuestras fuentes y habilidades profesionales.
Entre entusiasmos, decepciones y carcajadas, esta investigación nos hizo pasar por toda una escala de emociones. Era un terreno completamente desconocido para nosotros, los plebeyos. Lejos del mundo de la ostentación, nuestro trabajo nos lleva más a menudo a cortes judiciales y manifestaciones que a fiestas VIP.
Sin embargo, el método de trabajo es siempre muy similar. La búsqueda de pistas comenzó con la activación de nuestras fuentes, que también están más acostumbradas a que les preguntemos sobre tráfico de drogas, violencia o cadáveres en el Sena que a responder preguntas sobre el tercer matrimonio de una celebridad que se hizo famosa por un video casero en que aparecía teniendo sexo.
El rapero Kanye West seguido de su futura esposa Kim Kardashian, quien lleva en un carrito a la hija de ambos, North West. París, 23 de mayo de 2014 (AFP / Kenzo Tribouillard)
“Lo leímos en Voici”
Una fuente “muy segura” nos indicó que la fiesta tendría lugar en el Palacio de Louveciennes, en el departamento de Yvelines a 24 Km de París. Escépticos, buscamos otra fuente que nos confirmara la información. Silencio absoluto. Decidimos ir al lugar, pero no se veía nada de acción. A una semana de una boda tan apoteósica, debería haber al menos algunos preparativos en marcha.
El problema era que esta encantadora ciudad en la que vivió hace mucho tiempo otra sensual celebridad, Anaís Nin, tiene dos castillos. Nuestra colega Estelle les preguntó a unas madres que estaban con sus hijos en un parque si habían visto algún movimiento fuera de lo común.
─Claro, Kim seguro que se casa allí. No en el castillo de Barry sino en el otro.
─¿Cómo lo saben?
─Porque lo leímos en “Voici”.
¡Argh! “Voici” es una revista de farándula de mala calidad que jamás puede ser usada como fuente.
Para comenzar, nuestro GPS no sabía dónde estaba este bendito castillo. Conseguimos llegar después de algunas vueltas en U y unas cuantas imprecaciones. Detrás de un gran portón negro se dibujaba un camino de grava blanca rodeado de candelabros y bosquecillos de arbustos. Todo lucía muy romántico, exactamente como lo soñaría una pareja de tortolitos estadounidenses. Si fuéramos Kim Kardashian, de seguro nos casaríamos allí.
Pero había que enfrentar el hecho de que Kim Kardashian no tiene el mismo gusto que nosotros. No había limusinas con vidrios polarizados ni guardaespaldas al acecho. Una pila de tablones podridos estaba tirada al descuido cerca de la entrada. Además, un sexagenario que trabajaba la tierra en un jardín colindante nos dijo que el alcalde había prometido arreglar el camino si la pareja estadounidense decidía casarse alli. Y el camino de tierra que bordeaba la propiedad estaba lleno de charcos. En definitiva, la tarea de despistaje había sido buena, pero no nos creímos demasiado el cuento.
Kim Kardashian y Kanye West en París el 23 de mayo de 2014, dos días antes de su boda en Italia (AFP / Kenzo Tribouillard)
Maratón nupcial
Una semana antes de la boda, una fuente en el palacio de Versalles nos dijo que Kim y Kanye organizarían para sus huéspedes un tour privado luego de que la instalación cerrara al público el viernes por la noche. Pero en su maratón nupcial europeo que habría de terminar en Italia, “KK”, como terminaríamos apodando a la pareja, también armó un escenario en el castillo de Valentino, que es amigo de ambos, en la ciudad de Créspières en Yvelines. Otro rumor. ¡A activar las fuentes!
La fecha límite se acercaba y entretanto Kim era fotografiada frente a la torre Eiffel, comiendo un helado y pasando el rato con sus amigos en las calles de París. Nuestro fotógrafo Kenzo Tribouillard logró interceptarlos a la salida de su hotel y seguirlos por la capital.
Y nos fuimos a al castillo de Wideville, el lugar de reposo del modisto italiano. En el pueblo de 1.600 habitantes, un gran portal antecedía la modesta propiedad de 35 hectáreas. Pero, curiosamente, a un día de la boda no se veía ninguna actividad. La gente era cautelosa y el guardia del castillo nos hizo saber muy educadamente que prefería no vernos merodear el lugar.
Un transeúnte, feliz de ser entrevistado, nos aseguró que no veía ninguna agitación en el pueblo, pero prometió mantenernos informados de sus pesquisas mientras paseaba a su perro. Pero no faltó mucho tiempo para que nos resignáramos a la idea de que no tenía sentido seguir languideciendo en ese lugar mientras los tortolitos evidentemente preparaban su boda en alguna otra parte.
Kim Kardashian pasea con amigos cerca de la torre Eiffel en París el 22 de mayo de 2014, tres días antes de su boda con Kanye West en Italia (AFP / Kenzo Tribouillard)
El paroxismo
Llegó el momento de poner a trabajar a todas nuestras fuentes. Nathalie comenzó a llamar a todo el mundo. “Les extenderé su solicitud”, respondían. Ya estábamos desesperados, hasta que la tarde del jueves una colega de otro servicio, que vivía en un poblado vecino, afirmó que estaba segura de que la fiesta tendría lugar en el castillo de Valentino.
Nathalie volvió a la carga en el teléfono, pero como su contacto estaba en una reunión le respondió por SMS:
─¿Algún asunto en particular?
─Sí, una boda─, escribió Nathalie.
─¿Este fin de semana?
─Sí. Kim Kardashian y Kanye West. Son unos estadounidenses muy famosos y ricos. Se dice que se casarán en el castillo de Wideville en Crespières, pero no tenemos confirmación.
Unos minutos después, el contacto respondió: ─Efectivamente. Hay un almuerzo en el castillo de Wideville. Cincuenta personas.
¡Eureka! Enviamos un despacho y programamos la cobertura del día siguiente. Estelle iría a plantarse frente a la entrada de la residencia durante el día y Nathalie haría una guardia nocturna en Versalles.
El viernes, esperábamos ver a Kim y Kanye rodeados de paparazzi y otros fotógrafos de prensa, pero después de largas horas de espera, a las 13H30 como previsto, apareció un cortejo de limusinas negras con vidrios oscuros tras los cuales apenas podían entreverse las siluetas de las estrellas y la familia. Dos horas después, el mismo cortejo pasaba en sentido contrario.
Nunca vimos a la pareja.
En Versalles, al final de la tarde, el paroxismo de la espera llegó a su clímax cuando un coche pasó a toda velocidad, con la intención aparente de eludir a los camarógrafos y fotógrafos. En vano. Kenzo Tribouillard, el fotógrafo que les siguió la pista durante dos días en la capital, reconoció con certeza el coche de Kim y Kanye. La fiesta comenzaba.
Habían celebrado una recepción en Versalles con trajes de época el 23 de mayo, para luego volar en un jet privado a Florencia, Italia, donde supuestamente se casaron al día siguiente en el castillo medieval Belvedere.
Un buen final para ellos, pero no tanto para nosotros. Sentimos que habíamos estado siguiendo a un fantasma.
Llegan los invitados al palacio de Versalles para asistir a una fiesta privada de Kim Kardashian y Kanye West, un día antes de su boda en Florencia (AFP / Kenzo Tribouillard)