"Pocos segundos después de empezar su discurso en Cleveland, la antigua capital industrial de Ohio, Donald Trump ya había logrado que una buena parte de sus seguidores silbaran y abuchearan al unísono. Pero la diana de los enardecidos insultos no era ni Hillary Clinton, la favorita demócrata, ni sus rivales en la carrera por la nominación republicana. No", escribee Michael Mathes, corresponsal de AFP en Washington.
"El objeto de su desprecio era la prensa estadounidense. 's gente muy deshonesta, debo confesarles', dijo a sus seguidores".