Los indignados de Hong Kong

Un manifestante prodemocracia en Hong Kong, el 30 de septiembre de 2014 (AFP/Xaume Olleros)

HONG KONG, octubre 2014 – Hace cuatro años, cubrí las manifestaciones de los "indignados" en el peor momento de la crisis económica en España. El movimiento prodemocracia de Hong Kong, que exige las reformas políticas prometidas tras la entrega a China en 1997 de la que fuera colonia británica, se parece mucho al de los "indignados" españoles: un grupo grande de gente que de repente despierta, se pregunta por qué ha estado tanto tiempo dormida y sale a la calle a gritar su enfado, arrastrando consigo a más y más gente. 

La diferencia es que nadie había imaginado que algo así pudiera suceder realmente en Hong Kong.

AFP/Xaume Olleros

La policía se vio desconcertada, poco acostumbrada como estaba al control y desalojo de manifestaciones masivas en la muy disciplinada megalópolis. Puede ser que esto explique la dureza con la que las fuerzas de seguridad dispersaron las primeras protestas, que eran pacíficas, en una represión que no obstante no se compara a la brutalidad de la que fui testigo durante las manifestaciones en España. Esta falta de hábito se vio también en su cansancio: los policías no contaban con las horas extras. Entre un turno y otro, los agentes descansan donde pueden, como éste, en una escalera de un edificio gubernamental, transformado en dormitorio improvisado para policías exhaustos. 

AFP/Xaume Olleros

La indecisión para actuar de la policía se ve también en el caso de esta mujer, que encolerizada se enfrenta sin más armas que sus manos contra los agentes antidisturbios, armados con escudos y porras, en la noche del 28 de septiembre. Esto ocurría en una plaza junto al barrio del Central, donde los manifestantes fueron desalojados por la policía con gases lacrimógenos. La manifestante no era ninguna niña, debía tener entre 30 y 40 años, físicamente era menuda y los agentes no se atrevieron a defenderse. La plaza estaba ya desalojada y la falda roja de esta asaltante furibunda resalta en mitad de la escena. Era perfecto para la foto. No sé lo que ocurrió con la mujer después de este arranque.

Manifestantes realizan un performance artísitico durante la protesta el 10 de octubre de 2014 (AFP/Xaume Olleros)

Los manifestantes prodemocracia, no obstante, siguen sin ser violentos. Claro que sienten rabia, pero es una rabia contenida. En España, en Francia y en otros países, las cosas degeneran fácilmente, los manifestantes comienzan enseguida a lanzar objetos a la policía, a romper todo. No es el caso de Hong Kong. Cuando se les dispersa con gas pimienta, los jóvenes simplemente cambian de lugar sin buscar enfrentamiento, para luego volver cuando pueden al sitio de la protesta original. 

AFP/Xaume Olleros

Durante la primera semana de octubre ha estado todo muy tranquilo, los estudiantes siguen en las calles, pero ya no hay policía alrededor. Mi impresión es que, de todos modos, esto no se va a acabar de la noche a la mañana. Los estudiantes, aunque los echen de las calles, se organizarán de otra manera, pero está por ver cómo van a a reaccionar unos y otros... Estamos todos a la espera de acontecimientos que parece que nunca llegan.

El movimiento prodemocracia de Hong Kong ha sido llamado "la Revolución de los paraguas", un objeto que todo el mundo lleva aquí, tanto para protegerse de la lluvia como del sol tropical. Cuando la policía comenzó a esparcir gas pimienta para desalojar a los manifestantes, éstos se protegían con sus paraguas. El utensilio, sobre todo abierto al revés, es perfecto para formar una barrera contra el gas, que de algún modo vuelve así a quien lo arroja.

AFP/Xaume Olleros

Desde la famosa foto "Muchacha ofreciendo una flor a los soldados", del fotógrafo Marc Riboud, tomada en 1967 en una marcha contra la guerra de Vietnam en Washington, es rara una manifestación en la que no se produzca algún intento de repetir la escena. Y tampoco podía faltar en Hong Kong. Poco después del incidente de la chica de rojo, que describía antes, las cosas se calmaron un poco y cada uno volvía a sus posiciones. Un joven sonriente se acercó a los agentes antidisturbios, con los cascos puestos, y les dio una rosa amarilla. Esto me permitió tomar esta foto, un gran clásico.

AFP/Xaume Olleros

Xaume Olleros es un fotoperiodista independiente que colabora con AFP en Hong Kong.