La bandera iraní ondea delante de la sede de la AIEA en Viena, el 3 de julio de 2014 (AFP / Joe Klamar)

Epílogo de una saga nuclear

VIENA, 22 de enero de 2016 – El sensacional anuncio llega el 16 de enero por la tarde: el histórico acuerdo nuclear iraní ha entrado en vigor. La Agencia Internacional de la Energía Atómica proclama que Irán ha cumplido con su compromiso de asegurar que su programa nuclear es estrictamente pacífico. Las sanciones a Teherán son levantadas y una peligrosa crisis internacional ha podido ser resuelta, trece años después de iniciada.

Y yo, que cubro este asunto desde hace casi cinco años, no puedo evitar sentirme un poco triste: esta saga, tortuosa, fascinante y a menudo desesperante finalmente ha acabado.

Bueno, mejor dicho, probablemente haya terminado…

Desfile militar en Teherán en el aniversario del comienzo de la guerra entre Irán e Irak, el 22 de septiembre de 2015 (AFP / Atta Kenare)

Esta larga trama, se trataba de mucho más que de impedirle a Irán conseguir una arma nuclear, una acusación que Teherán siempre ha negado. Se trataba del duelo entre el “Gran Satanás” estadounidense y el Irán del “eje del mal”. Esta es la historia de todos los iraníes que en sus vidas cotidianas se encontraban asfixiados por las sanciones económicas y que aspiraban a vivir una vida mejor. De la lucha interna entre diferentes facciones de la república islámica. De las arenas movedizas del poder en Medio Oriente y en Occidente, así como el papel que juegan China y Rusia en este asunto. También era una historia sobre el petróleo.

Tambores de guerra

Cuando llegué a Viena en 2011, el folletín había comenzado hacía ya mucho tiempo. Sus primeros capítulos se remontan a 2002 y no son una lectura placentera. Tras nueve años de diálogos, la situación queda bloqueada y no parece haber ninguna salida. Las sanciones se van acumulando mientras que Irán mantiene su desafiante postura y se acerca –al menos en teoría– al punto en el que podría fabricar una bomba atómica. Los esfuerzos internacionales para impedir la proliferación nuclear están en peligro, los vecinos de Irán están cada vez más nerviosos y los tambores de guerra empiezan a redoblar.

Y luego, en junio de 2013, asume Hasan Rohani la presidencia y promete mejorar las relaciones de Irán con el resto del mundo. Y de repente, todo cambia. Rohani y su ministro de Asuntos Exteriores, Mohamad Javad Zarif, diplomático formado en Estados Unidos, parecen verdaderamente resueltos a acabar con la disputa nuclear.

Noches en vela y aburrimiento

Con estos elementos los periodistas que cubrimos este espectáculo diplomático empezamos realmente a “divertirnos”, a acumular noches en vela, estrés, y sobre todo el espantoso aburrimiento, fruto de todas esas horas, y horas, y más horas esperando el resultado de las negociaciones a puerta cerrada . Durante los dos años siguientes, el circo ambulante del contencioso sobre la capacidad nuclear de Irán, se traslada de un lugar a otro, con su tropa de diplomáticos, de expertos técnicos, de analistas, de comunicadores y de periodistas.

Rueda de prensa de John Kerry en Viena, el 5 de julio de 2015 (AFP / Joe Klamar)

El primer logro ocurrió en Ginebra, en el amanecer del domingo 24 de noviembre de 2013. Irán y los países negociadores llegaron a un acuerdo preliminar. Todavía no se trata de un acuerdo completo, tan solo de un primer paso con el fin de ganar tiempo y establecer la confianza entre las partes. Los ojerosos periodistas saben que esto no es más que el comienzo de sus apuros.

Plazos incumplidos

No será fácil transformar este primer acuerdo en algo definitivo. Eso exigirá una cantidad incalculable de reuniones, cada una más interminable que la otra. Dos plazos quedan sin cumplirse, en julio y en noviembre de 2014. Poco a poco el proceso se comienza a eternizar y todos los días parece ser la misma historia. Los jefes de redacción empiezan a perder el interés, y los periodistas encargados de seguir el caso, el apetito y el entusiasmo.

El presidente iraní Hasan Rohani de visita en la central nuclear de Bushehr, el 13 de enero de 2015 (AFP / Iranian Presidency / Mohammad Berno)

Y luego, el 2 de abril de 2015, probablemente también gracias al viento primaveral de las orillas del lago Lemán, nace un esbozo de un acuerdo final, tras dos rondas de negociaciones en Lausana. Se trata de un gran avance. Solo falta negociar los detalles antes del 30 de junio. Pero es esta recta final, en la que se discuten con extrema minuciosidad los mecanismos del acuerdo, que termina siendo la más complicada.

El circo se despide

Al fin, el 14 de julio de 2015 se firma el acuerdo en Viena, tras una maratón diplomática de dieciocho días. El acontecimiento es histórico: el mundo lo aclama y los iraníes están exultantes.

Seis meses más tarde, el acuerdo entra en vigor. Otra vez más, estuvimos trece horas esperando que la AIEA lo anunciara, pero ahora ya está. El circo del programa nuclear iraní ya puede cerrar su espectáculo y despedirse definitivamente.

John Kerry y Mohamad Javad Zarif en Viena, el 16 de enero de 2016 (AFP / pool / Kevin Lamarque)

Terminada la confrontación, por momentos tan sabrosa, entre personalidades tan diferentes pero todas igual de fuertes: la de John Kerry, que llegó a las negociaciones en julio 2015 en muletas, luego de un accidente en bicicleta, y la de Mohamad Javad Zarif, que enfrentaba, solo, a los seis otros negociadores sin jamás dejar de sonreír. También estaba el malicioso negociador francés Nicolas de Rivière y el chino Wang Qun con su “arsenal” de pajaritas. “Si la AIEA desea inspeccionarlas, es bienvenida”, bromeaba en Lausana.

Con Johnny Cash de fondo

Nos quedaremos con todas aquellas amistades que se forjaron entre los cientos de periodistas –incluido el numeroso y alegre contingente iraní que tenía la costumbre de pedir platos del restaurante persa de la esquina– tomando una infinidad de cafés, chocolates calientes (a veces era el único alimento disponible) y de cigarrillos. Tras concluirse el acuerdo del 14 de julio, hubo muchas despedidas emotivas.

El centro de prensa en Beau Rivage en Lausana, el 2 de abril de 2015 (AFP / Brendan Smialowski)

Luego quedan los recuerdos de todos aquellos lugares… En Ginebra, las negociaciones se llevan a cabo en el Intercontinental, un gran hotel construido en los años 1960. Los periodistas se instalan en el hall. Una vez tuvimos que compartir nuestro espacio de trabajo con los invitados de una recepción y un grupo de música country que cantaba “Ring of Fire” de Johnny Cash.

La “crisis de rehenes de Lausana”

En Lausana aloja el espléndido Beau Rivage, un hotel de lujo del siglo XIX al borde del lago. Los delegados recorren los corredores por los que, en su momento, pasaron Marilyn Monroe, Victor Hugo o el dictador zaireño Mobutu Sese Seko. Pero mientras los diplomáticos se revuelcan en el lujo, la existencia de los periodistas es muchos menos feliz.

Durante la segunda ronda decisiva de las negociaciones, nos encontramos empotrados en tres salas, sin comida, sin agua y sin café durante seis días. Uno de los colegas bautizó este episodio como “la crisis de rehenes de Lausana”.

Bajo la carpa del centro de prensa en el Palacio Cobourg en Viena, el 9 de julio de 2015 (AFP / Joe Klamar)

En Viena, las negociaciones se llevaron a cabo en el Palacio Coburg, un edificio neoclásico apodado “Castillo Espárrago” por los vieneses por las columnas blancas que decoran la fachada. Su cava cuenta con 60.000 botellas de vino que datan hasta hace cuatro siglos, y en sus salas de reunión en el subsuelo – en las que a veces organizan ruedas de prensa – los teléfonos móviles no reciben señal.

Gritos desde el balcón

La información que se desprende siempre es escasa. “Tenemos la esperanza”, repite Kerry, mientras que su homólogo iraní prefiere vocear mensajes desde el balcón de su habitación. A los reporteros les cuesta narrar lo que está ocurriendo. Y aquellos que, antes de todo esto, no sabíamos nada sobre la energía nuclear ni teníamos ningún interés por el tema aprendemos para qué sirve una centrifugadora (para enriquecer el combustible nuclear), lo que significa una “unidad de trabajo de separación” (una unidad de medida de la eficiencia del proceso de centrifugación) y un “snapback” (un mecanismo para restablecer las sanciones en el caso que se viole el acuerdo).

El ministro iraní de Asuntos Exteriores Mohamad Javad Zarif grita algo a los periodistas desde el balcón de su cuarto de hotel en Lausana, en abril 2015 (AFP / Joe Klamar)

En Viena, donde se desarrollan las negociaciones la mayor parte del tiempo, la prensa espera en el vecino hotel Marriot, en las tabernas locales o bajo la carpa que los autríacos generosamente levantaron a este efecto.  Parece un casamiento que nunca se acaba. 

Todo este proceso es físicamente cansador. En una ocasión, Mohamed Javad Zarif fue hospitalizado por problemas de espalda. Y la jefa de negociaciones estadounidense, Wendy Sherman, confiesa que se ha quebrado la nariz, torcido un tobillo y fracturado un meñique en diferentes accidentes.

Cuando los transeúntes ven a los periodistas estacionados delante de una plaza, se divierten:

- ¿A quién están esperando?

- ¡A John Kerry!

- ¿Ah, el actor?

Ahora que el acuerdo ha entrado en vigor, seguiremos cubriendo la AIEA y a su trabajo de inspección en Irán. Pero los momentos más apasionantes ya han pasado.

A menos que el acuerdo se derrumbe. Lo cual, como bien sabemos todos aquellos que cubrimos estas negociaciones, nunca se puede descartar.

Simon Sturdee es periodista de la oficina de AFP en Viena. Síguelo en Twitter (@simonstu).

Este artículo fue traducido. Leer la versión original.