Buscando objetivos (AFP Photo / Karen Bleier)

El reportaje más seguro del mundo

Una pistola semiautomática exhibida en el salón de la NRA el 25 de abril de 2014  (AFP / Karen Bleier)

INDIANÁPOLIS (Estados Unidos), 13 de mayo de 2014 - La AFP fue acreditada para cubrir, a fines de abril en la ciudad de Indianápolis, el inmenso salón anual de las armas de fuego de la National Rifle Association (NRA), el mayor lobby en la materia de Estados Unidos. Pero “acreditada” no es sinónimo de “bienvenida”, al menos para los grandes referentes de esa asociación.

Wayne LaPierre, dirigente histórico de la NRA, dio el tono de lo que sería la 143 edición de este salón desde su inauguración. “Seamos claros. En esta misma sala, y en este mismo momento, las elites políticas y mediáticas del país nos están mintiendo”, dijo LaPierre ante miles de simpatizantes y algunos pocos y estoicos periodistas.

Tras los abundantes aplausos, todas las miradas se volvieron hacia nosotros.

“En vez de denunciar la deshonestidad del gobierno y los escándalos, como lo hacían antes, hoy las elites mediáticas blanquean todo. Sigan, sigan, nos dicen, no hay nada para ver. Una de las mayores amenazas para Estados Unidos son los grandes medios de prensa nacionales. Nunca fueron honestos en relación a la NRA, nos odian, y sólo porque decimos en voz alta lo que en verdad creemos, como si no tuviéramos derecho a hacerlo”.

La exposición anual de los lobistas de las armas fue inaugurada, de hecho, con este discurso de bienvenida. 

La National Rifle Association reivindica cinco millones de integrantes. Se trata de una organización hiperpolitizada, fuertemente implicada en cada elección nacional que tiene lugar en Estados Unidos. Varios candidatos oficiosos a la Casa Blanca por el Partido Republicano (Marco Rubio, Bobby Jindal...) no pierden ocasión de mostrarse en el estadio que hace las veces de sede del encuentro.

"Las armas de fuego no matan, son las balas"... (AFP / Karen Bleier)

Una galería, más que un coloquio militante

Sin embargo, para las decenas de miles de visitantes, el evento tiene más que ver con un espectáculo –ver las armas de cerca, tocarlas– que con una cita militante. Basta con colocarles un micrófono delante para que se explayen sobre su pasión. Más de 600 expositores muestran sus novedades a lo ancho y a lo largo de los 40.000 metros cuadrados del predio, en stands muy similares a los que podría haber en una feria del libro o en un salón del automóvil. La prohibición de porte de armas en lugares públicos ha sido aquí, de hecho, suspendida.

Uno puede ganar fusiles en una lotería, o dejarse llevar por alguna chica en minifalda hacia escaparates repletos de armas mortales del más diverso tipo. Las últimas novedades de los fabricantes son anunciadas en grandes afiches: Beretta presenta Pico, su pistola más pequeña, reservada a las mujeres; Walther su CCP, una 9 mm dotada de una culata muy agradable al tacto. Y allí se agolpan decenas de fusiles de asalto, adaptados para el mercado civil, las verdaderas estrellas del salón.

Tan seductor como disparar a una rata durante una cita amorosa

A algunos visitantes se les hace agua la boca con sólo observar cómo un fusil de caza Rino se transforma en segundos en un fusil de otro calibre. Un Jeep con metralleta en el techo recibe centenas, miles de fotos. Hombres y mujeres se divierten poniendo fusil al hombro y haciendo puntería sobre blancos imaginarios.

Me cruzo con una pareja de sexagenarios que recorre el salón, con fruición y método. Son fanáticos del tiro, como deporte, y disponen en casa de entre 20 y 30 armas. Viven a seis horas de automóvil, en Wisconsin. Se conocieron décadas atrás, y su primera cita amorosa fue en un baldío, para tirarles a las ratas.

“Respeto las armas, crecí con ellas”, me dice a su vez Jacci See, una agente inmobiliaria.

Jacci me pregunta si los franceses comparten la pasión por las armas que aquí se exhibe a todo lo largo.

–Las cosas son mucho más limitadas allá que aquí, le respondo con diplomacia.

–Tal vez si los franceses hubieran estado armados durante la Segunda Guerra Mundial hubieran podido defenderse de los alemanes, dice.

(AFP / Ivan Couronne)

Su respuesta alude, indirectamente, a la segunda enmienda de la Constitución de Estados Unidos, vigente desde 1791 y erigida en texto sagrado por el lobby armamentista. La norma establece que “en tanto una milicia bien organizada es necesaria para la seguridad de un Estado libre, no se podrá atentar contra el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

La segunda enmienda ha sido interpretada por la NRA y sus simpatizantes como un aval a sus reclamos. Una concepción fuertemente arraigada en la mentalidad de muchos estadounidenses, a pesar de las matanzas que conmocionaron al país en los últimos años, como la de Newton, en Connecticut, en diciembre de 2012, en la que murieron 20 escolares y seis adultos. Pocos meses después de la masacre, el Congreso bloqueó una iniciativa del presidente Barack Obama para reforzar las leyes que regulan la venta de armas.

(AFP / Karen Bleier)

Según el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, las armas de fuego matan a 86 estadounidenses por día, es decir unos 31.000 por año, incluidos quienes recurren a ellas para suicidarse. El multimillonario y filántropo lanzó una campaña de 50 millones de dólares para endurecer las leyes sobre el tema. En el salón de la NRA, cada vez que se lo menciona su nombre es abucheado. “Señor Bloomberg, usted es un hipócrita arrogante”, clama el lobista mayor de la asociación, Chris Cox, durante la ceremonia inaugural. “No entre a nuestras casas, a nuestros refrigeradores, sobre todo a nuestros depósitos de armas, esta es una libertad que no estamos dispuestos a negociar”.

Pero, ¿cuántas armas necesita una familia para defenderse?

En los alrededores del stand de Daniel Defense, especializado en fusiles semiautomáticos –cuya única diferencia con los fusiles automáticos es que no permiten mantener el dedo apoyado sobre el gatillo para disparar–, se encuentra Kyle Moore, un exguardia de cárceles de 46 años reconvertido en agente encargado del seguimiento de los detenidos.

Kyle vive en Gary, Indiana, una “bad city” poblada de barrios “sensibles”. Según cuenta, tiene varios fusiles, una pistola Sig, un Smith & Wesson... “Pero necesito un 5.56 (un tipo de fusil semiautomático, ndlr). Dispongo de otras armas, pero este es muy bueno, porque tiene un cargador de 30 balas. Dios quiera que nunca deba utilizarlo, pero trabajo en una cárcel, y sé bien de qué son capaces los tipos peligrosos”.

Los novatos podrán ver aquí más armas que las que vieron a lo largo de toda su vida. Y sin duda alguna saldrán del salón vivitos y coleando. Chris Cox, el lobista de la NRA, ya nos lo había advertido: “Este será el reportaje más seguro que jamás hayan hecho”.

Ivan Couronne es corresponsal de la AFP en Washington.