El loto sagrado
Prachuap Khiri Khan, Tailandia – Cuando supimos que el loto estaba floreciendo por primera vez en diez años, decidimos hacer una historia. Esta planta es sagrada en la cultura tailandesa, y la idea de ver cientos y cientos de ellas floreciendo en la superficie de un lago era demasiado buena para dejarla pasar.
Siempre estamos buscando temas interesantes para hacer en momentos en los que baja la actualidad, y ¿qué podría ser más visual o espectacular que ver la planta nacional en flor?
“Nelumbo nucifera” es sagrada para los budistas y los hinduistas y se encuentra por toda Asia, donde muchas deidades se representan sentadas en una flor de loto. Creo que esas religiones la asocian a la pureza y a la belleza por la forma que tiene de crecer: se trata de una planta acuática que se desarrolla como las azucenas o los lirios y que siempre luce limpia y pura, en contraste con el agua turbia de la que emerge. Además de su uso simbólico, las partes de la flor tienen múltiples usos y se emplean como ofrendas o en santuarios, e incluso en gastronomía y en decoración.
En Tailandia, país de mayoría budista, se llama “bualang” y, a causa de la sequía y de la polución, llevaba sin florecer en el parque Khao Sam Roi Yot casi una década.
Para hacer la historia, teníamos que conseguir antes un permiso, así que lo pedimos y conseguimos autorización del departamento de turismo, el cual nos advirtió que, a pesar de tener la luz verde, los guardas del parque podían no ser demasiado complacientes.
Llegamos al parque muy temprano para capturar la hermosa luz del alba. Siempre es mejor hacer fotos a primera hora de la mañana o durante el atardecer porque la luz intensa del pleno día engulle la textura y los colores, así que a las seis de la mañana estábamos ya en el lago acompañados por los aldeanos locales en sus canoas de madera.
El lago, rodeado de montañas, estaba lindo. No impresionante, pero lindo.
Tuvimos que ponernos a trabajar muy temprano porque no parecía que el tiempo fuera a colaborar con nuestros propósitos. Al poco tiempo de estar en el agua, empezó a arreciar un viento tan fuerte que el dron que habíamos enviado a grabar desde el cielo solo pudo trabajar unos minutos. Apenas conseguimos rodar media hora, antes de que las lluvias monzónicas empezaran a caer.
Era una escena tan serena y hermosa, tan tranquila. Pocas cosas hay tan sublimes como estar en medio de la naturaleza a primera hora de la mañana.
Pero en cuanto entramos en el lago, nuestro fantástico entorno empezó oscurecerse. El viento se levantó, la luz se disipó y nos encontramos empapados por un diluvio monzónico. Aunque no había mucho sitio para esconderse, nuestros guías fueron astutos y llevaron sus canoas hasta un área en la hierba donde pudimos improvisar un refugio y resguardarnos de las lluvias y los rayos.
Cuando regresamos, algunos guardas forestales con cara de pocos amigos, estaban esperando para verificar qué habíamos estado haciendo. El director nos explicó que el parque no se encontraba en un estado ideal y que los guardas estaban ocupados en plantar para restaurar la vegetación, aunque sus esfuerzos aún no habían dado su fruto. También nos dijo que temía que historias como las nuestras generaran una sobrecarga de visitantes que pudiera perjudicar todos sus esfuerzos para resucitar el sitio.
Como suele ser habitual en Tailandia, las cosas resultaron ser más complicadas de lo que parecían a simple vista. El lago ha sufrido la contaminación de los habitantes de la zona y parece que es un tema muy sensible políticamente del que las autoridades del parque prefieren no hablar.
De hecho la situación es un poco paradójica: los agentes de turismo en Bangkok están promocionando el parque para atraer el flujo turístico, pero los guardas forestales están más preocupados por su conservación.
La historia de la flor de loto en el lago es emblemática de otras muchas cosas que suceden en el país. Pensamos en lo que parece ser un buen tema con buenas imágenes, pero cuando llegamos al sitio nos damos cuenta de que no todo es lo que parece. Así que, una vez más, siempre es mejor ir y ver para poder comprender y contar.