Belleza ilimitada
Dikanas, Suecia – No esperaba encontrarme con tanta belleza. Siempre quise fotografiar a los pastores Sami de renos, pero nunca llegaba el momento. Cuando lo logré, fue mucho más espectacular y sorprendente de lo que había imaginado.
Los Sami viven desde hace miles de años en el norte de lo que hoy es Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia. Su modo de vida está muy ligado al de los renos que desplazan al norte en verano y llevan al sur en invierno. Su trashumancia les ha confrontado muchas veces a terratenientes, compañías mineras y empresas de energía eólica, por lo que esta tribu desconfía de los forasteros y mucho más de los periodistas.
Cuando me decidí a fotografiarles, envié emails a los poblados Sami. Margaret, de Dikanas –en la región sueca de Lapland— fue la que finalmente me respondió. Me hizo muchas preguntas sobre el propósito de mis fotos y qué uso les daría. Le dije que sólo quería mostrar cómo viven los Sami. Después de muchos intercambios para definir los detalles y reglas de mi visita, aceptó.
Más allá de mostrar sus hábitos, este reportaje tenía otro objetivo. Los Sami solían hacer las trashumancias de otoño y primavera a pie y con esquís. Ahora ya no pueden. Con el cambio climático, el frío llega más tarde y el suelo es demasiado blando para caminar. En su lugar, usan de todo, desde helicópteros y quads para mover a su manada. Pensé que si podía estar con ellos en otoño y establecer un vínculo de confianza, tal vez me permitirían acompañarles en la travesía de primavera, un viaje mucho más largo durante el que me gustaría tomar fotografías mucho más íntimas y especiales.
Al final pasé tres días enteros en un lugar donde había cerca de 10.000 renos, pertenecientes a dos poblados.
En este punto del viaje, los animales estaban congregados en un gigantesco corral donde son marcados. Cada propietario tiene su distintivo. Una vez hecho el proceso, los renos son trasladados a un corral más pequeño, donde cada familia recupera los suyos y deciden cuáles se llevan a pasar el invierno y cuáles envían al matadero.
Los renos son uno de los pilares de las tradiciones suecas. Su imagen decora desde guirnaldas navideñas, tazas y hasta calendarios. Su carne es igualmente apreciada por todos. Pero, aunque todos hemos oído hablar de los pastores de renos, yo particularmente no sabía qué hacen ni cómo lo hacen.
Cuando uno llega a un lugar desconocido, necesita un tiempo para encontrar sus puntos de referencia, por lo que no esperaba sacar buenas fotos el primer día. Resultó ser el mejor de los tres.
Margaret me contó lo que pasaría: los animales vendrían por aquí, serían introducidos en el recinto por allí… De repente, el suelo comenzó a temblar. Cientos de renos bajaban por una colina. Seguí a los pastores. Cuando llegamos a un lugar donde los animales iban a ser acorralados, aparecieron los primeros rayos de sol y todo se volvió precioso.
Cuando los renos tienen miedo, galopan haciendo círculos. Para entonces, el sol ya había salido, los animales levantaban polvo a su paso y, con el frío, se creó una atmósfera mágica. Viví varios momentos increíbles. Fue un espectáculo tan bonito. No hay palabras suficientes para describirlo. Fue realmente hermoso.
Estaba embargado por la emoción, al punto de que no me di cuenta de que todo cerraba a las cinco de la tarde. Olvidé comprar comida con antelación. Tenía que pasar la noche en una de las cabinas de un complejo que abrieron para mí. Cuando regresé, todo estaba cerrado, así que me quedé sin cena. Pero me dio igual: la experiencia fue tan hermosa que seguía con energías por la euforia.
La trashumancia ha cambiado radicalmente con los años. Antes, los Sami acompañaban a sus animales de un lugar de pasto a otro. Los terrenos estaban congelados en noviembre o diciembre y era fácil cruzar tierras y lagos. Pero las temperaturas aumentaron y las tierras firmes que se cruzaban, ahora son pantanos fangosos, convirtiendo las travesías en viajes pesados tanto para los humanos como para los animales.
Los Sami se han visto obligados a usar medios de transporte modernos. Acompañan a sus renos hasta un lugar donde los cargan en camiones con remolques abiertos. Caben hasta 250 por vehículo. Luego les llevan hasta el sitio donde pastan en invierno a 200 kilómetros, un trayecto de entre tres y cuatro horas.
En primavera todavía pueden trabajar a la antigua porque la tierra todavía está congelada. Intentaré regresar en la próxima temporada, ahora que me he ganado su confianza. Será simplemente increíble.
Otra cosa que se ha modernizado es la manera de acompañar a los renos. Antes les seguían con los esquís. Hoy en día les guían con motos de nieve, aunque solo en primavera. En otoño, para pasar el barro, usan quads y hasta helicópteros. Cuando vuelan bajo, el ruido de las aspas y el motor es de mucha utilidad para guiar a la manada.
Me sorprendieron dos cosas durante los días que pasé con ellos.
La primera es la extraordinaria belleza de este acontecimiento. La otra es la dureza del trabajo de los pastores. Es un trabajo de vaqueros, pero en lugar de hacerlo en el oeste de Estados Unidos lo hacen en el norte nórdico. Lo viví personalmente el segundo día, el menos productivo para mí, aunque me permitió comprender lo que hacen y las dificultades que enfrentan.
Estaba sentado en la parte de atrás de un quad intentando grabar un video, pero no capté nada porque había demasiados baches. Nos hundimos en el barro. Tuvimos que saltar para tratar de sacarlo a flote. Mi pie izquierdo se hundió. Tarde un minuto y medio en sacarlo del gélido fango. Luego se hundió el otro. Los Sami con los que estaba se morían de la risa. “Ahora ya sabes un poquito más de las dificultades que pasamos”, me dijeron.
Este blog fue escrito con Yana Dlugy en París.