"Voy a quedar enterrado vivo"

Roberto Schmidt, responsable fotográfico de la AFP en el sur de Asia, y Ammu Kannampilly, directora de la oficina de Katmandú, vieron como una avalancha, causada por el sismo que mató el sábado a más de 5.000 personas en Nepal, sepultó parte del campo base del Everest al que acababan de llegar para realizar un reportaje. Refugiados en la ciudad de Lukla, puerta de acceso para los alpinistas que emprenden el ascenso al Everest, cuentan esas horas de angustia.

Una nube de nieve luego del terremoto de Nepal corre hacia el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

LUKLA, Nepal, 28 de abril de 2015 - Acabábamos de llegar al campamento base del Everest tras una excursión de nueve días. Era una caminata desafiante y era difícil comprender el impacto que producía en nuestro cuerpo, pero era un lugar realmente increíble, de esos que te quitan el aire en el sentido metafórico y literal.

Saqué todo tipo de fotos y empecé a buscar nuestra tienda de campaña. No llevábamos más de 10 minutos allí cuando sentimos un rugido, un gemido. Ammu me preguntó: "¿Qué es eso?" Le contesté que la tierra se movía, que era una avalancha.

Rescatistas trabajan tras la avalancha en el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

Crecí en Colombia donde los temblores son comunes pero nunca había escuchado algo como esto. Salimos y entonces oímos ese ruido tan terrible. Era como un tren, pero venía desde un lugar tan profundo.

Todo se nubló. Ammu entró en la tienda, y recuerdo que miré a mi izquierda, y de repente vi esa ola acompañada de un rugido y pensé "!mierda!". Era tan grande, las fotografías no le hacen justicia. Agarré mi cámara, apreté el disparador, saqué tres fotos y estaba sobre nosotros. Salté al interior de la tienda y me refugié bajo la mesa.

Rescatistas trabajan tras la avalancha en el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

Sientes como una brisa y de pronto es como una ola rompiendo, fuimos barridos, no sabes si estás boca abajo o qué, solo que vas rodando. 

Finalmente, volví en mí, me eché sobre la espalda y oí ese ruido de piedras que caen y pensé: "ya está, me voy a quedar enterrado vivo"  

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Siguieron apilándose encima de mi, y de pronto vino la calma, una calma absoluta, sabía que estaba vivo. Sabía que estaba consciente y que tenía que trabajar en mi respiración.

Intenté liberarme, buscar aire y de pronto sentí una mano que tiraba de mí: era nuestro sherpa Pasang.

Un herido es llevado al helicóptero en el campamento base del Everest el 26 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

Ammu sangraba y tenía una uña arrancada en la mano izquierda.

Creo que tuvimos suerte de que nuestra tienda de campaña estuviera próxima a una roca que evitó que fuéramos completamente barridos. Tenía que encontrar mi cámara y Pasang me la acercó, estaba incrustada en un bloque de nieve. La cámara estaba bien, los lentes ni siquiera estaban quebrados.

Salimos de la tienda y la gente empezó a salir de todas partes, totalmente atónita. Empecé a sacar fotos y entonces me pregunté si tenía que sacar fotos o aportar mi ayuda. 

Rescatistas trabajan tras la avalancha en el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

Durante la hora siguiente, podía escuchar más de media docena de avalanchas alrededor. Estaban cerca pero no se veía nada. El sonido era atemorizante, no sabías si venían hacia ti.

Comencé a ayudar a un nepalés que estaba herido y recuerdo haberle hablado de nuestras familias y le dije que veríamos a nuestros hijos de nuevo, fue un buen momento, algo humano en medio de todo el caos.

Anduvimos hasta la tienda Himex (nombre de la agencia que organizó la expedición) y allí estaba Ammu, completamente vendada."

Roberto Schmidt es el jefe de fotografía de AFP para el sur de Asia y está radicado en Nueva Delhi

"¿Dónde están todos?"

Ammu KANNAMPILLY

Un helicóptero en el campamento base del Everest el 26 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

LUKLA, Nepal - Cuando acabó el temblor, abrí los ojos y todo estaba blanco, como si nos hubieran metido en un paquete de azúcar impalpable. 

Intenté liberarme de la nieve y me di cuenta de que mis manos estaban cubiertas de sangre, mis gafas habían desaparecido y grité el nombre de Roberto y lo oí susurrar "Dios mío" en español. 

Oí que el sherpa Pasang me llamaba y grité tan fuerte como pude, corrió y arrancó la tela de la tienda para sacarnos de allí.

Banja, uno de los trabajadores de la compañia de trekking se recupera luego de la avalancha en el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

Recuerdo levantarme y ver que todo era blanco y estaba muy calmo. Recuerdo que pensaba: "¿cómo es que todo está tan calmo' ¿dónde está todo el mundo?".

Vi un hombre herido, con mucho dolor y cubierto en sábanas. También, la persona que nos atendió durante la comida y que había conocido apenas dos minutos antes estaba allí, su cabeza sangraba. Vi un rollo de papel y traté de colocarlo en su cabeza y ella me tomó de la mano.

Tras las primeras réplicas, saqué mi cámara y empecé a filmar en modo automático, porque no veía muy bien.

Banja, uno de los trabajadores de la compañia de trekking se recupera luego de la avalancha en el campamento base del Everest el 25 de abril de 2015 (AFP Foto/Roberto Schimdt)

El papel con que había vendado antes a la chica no aguantó y la sangre comenzó a caer en la cámara, pero había muchas réplicas y el sherpa nos pidió salir de allí.

Fuimos a la tienda Himex - la llaman la cápsula blanca - y me limpiaron las manos. Me dijeron "siéntate", pero no estaba tranquila porque no estaba ayudando a nadie ni trabajando.

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Me sentía como si necesitara hacer algo más, entonces me dieron un par de guantes, y un sherpa me acompañó mientras capturaba algunas imágenes del rescate.

Recuerdo que pensaba que se habían movilizado rápido. No había helicóptero el primer día, pero pensé, caray, la gente ya está siendo atendida. Ellos estaban organizando ayuda médica y nos ayudaron con sacos para dormir. 

Había entre 15 a 20 personas en la tienda Himex esa noche pero yo no podía dormir y no paraba de pensar acerca del herido que había visto antes, no entendía cómo era que habíamos logrado sobrevivir.

A mitad de la noche, salí al baño y, al volver, levanté la cabeza y vi las montañas, un cielo inmaculado, como si no hubiera pasado nada aquel día". 

Ammu Kannampilly es la jefa de la oficina de AFP en Katmandú