Mujeres fotógrafas: Angela Weiss
¿De dónde viene la pasión por la fotografía?
Crecí en un pueblo muy pequeño de Alemania y desde pequeña me fascinaron los libros de fotos. Gasté en ellos mis primeros salarios, trabajando en una librería a los 16 años. Nada me predestinó para ello: mis padres eran científicos. Pero tenía un tío, un fotógrafo de renombre en Berlín, y recuerdo con fascinación haber visitado una gran exposición dedicada a él. También pasé noches sin dormir viendo los Oscar. El glamour de Hollywood me electrizó.
Finalmente me mudé a Las Vegas a principios de los años 2000, me inscribí en la universidad: ¡mi objetivo era sobre todo tener una visa de estudiante para poder quedarme en Estados Unidos! Tomé la opción de la fotografía. Aquí es donde empecé a pasar tiempo en la penumbra de un laboratorio fotográfico, el “cuarto oscuro”, para revelar mis fotografías. Me encantaba fotografiar espectáculos y conciertos en Las Vegas.
Disfruté de este entorno dinámico, de la tranquilidad del laboratorio fotográfico donde las imágenes cobraban vida. Ya sabía que quería dedicarme a una profesión creativa. ¡La fotografía, como el baile, te permite hacer tantas cosas!
Cuando comencé, la fotografía tradicional y la digital aún coexistían. Así que aprendí a la antigua: encuadrar, disparar, revelar, imprimir. Implicó mucha calma, concentración, para mí es una forma de artesanía. Tengo mucha suerte de haber dado este paso y creo que todavía me ayuda. Trabábamos más en profundidad, la foto debe estar lista para imprimir porque es mucho más difícil de corregir a posteriori que hoy.
Tomé fotos de bailarines y recuerdo mis dudas: ¿capté el momento adecuado? Y más tarde, en la paz del laboratorio tenía mi respuesta. Hoy es todo lo contrario. Todo es instantáneo, la foto se descarga y de forma rápida, rápida, llega al cliente. No tenemos mucho tiempo para dedicar a una instantánea, y mucho menos cuando se trata de noticias de última hora o de política.
Para grandes eventos como los Oscar o los Juegos Olímpicos, la AFP puede transmitir las imágenes casi instantáneamente, desde la cámara a los editores de foto en la oficina.
¿Cómo comenzó todo?
Mi verdadero lanzamiento en la profesión se lo debo a… ¡Madonna! Fue en 2004. Una amiga mía consiguió un trabajo como técnica de iluminación la gira de Madonna y obtuve un pase. Seguí la gira durante unos diez conciertos y su equipo me permitió tomar fotografías. Tenía una cámara digital bastante básica. Su mánager dijo: "Está bien, puedes hacer fotos, siempre y cuando me las enseñes después". Cubrí los conciertos y luego mostré mis fotografías a los bailarines y al manager, quien a su vez decidió mostrárselas a Madonna.
A Madonna le gustó una de las imágenes y decidió comprarla para hacer un afiche. Me dieron a firmar un contrato interminable que no pude entender en absoluto, hablaba de derechos de fotografía, etc, pero ella compró mi foto y con eso pude comprar mi primer coche.
Sin embargo, tenía todo para aprender de la profesión. Rápidamente me di cuenta de que había mucha gente muy talentosa y que no podía quedarme dormida con este éxito. Estaba planeando mudarme a Los Ángeles y tuve la suerte de conseguir un trabajo allí como independiente para la agencia Getty. Entonces mi vida se parecía a lo que había soñado cuando era niña: un mundo de alfombras rojas, actores, músicos y estrellas.
Ser fotógrafa de celebridades
Es una profesión particular, muy vinculada a la imagen y la vida de estas personalidades. Cuanto más conocidas, más elevados son los derechos o "regalías" que se reciben sobre las fotografías. Cuanto más únicas o sorprendentes sean las tomas, más dinero ganarás. Todo está en juego: un divorcio reciente, un nacimiento, el atuendo o un vestido que se rasga por la espalda.
Hoy no es lo mismo. Todos tienen un teléfono celular y pueden tomar la fotografía. Ahora debes observar, capturar momentos que se han escapado a otros. Es mucho más difícil para los autónomos. Hoy, en una gira con Madonna, sus bailarines, el manager, el maquillador, todos, se tomaron fotos tras bambalinas. Entonces, ¿quién hubiera necesitado mis imágenes?
Esta foto de Lady Gaga, a quien he fotografiado varias veces, es una de mis favoritas en lo que a ella respecta.
Es en la legendaria gala del Metropolitan Museum of Arts (MET) de Nueva York, la más loca de las galas. Todo lo que importa en la industria de la moda, el cine y la música está allí. Esta fotografía parece capturar un momento suspendido en el tiempo, de absoluta calma. Y, sin embargo, todo el hervor está en su apogeo. Los fotógrafos gritan: “¡Date la vuelta! ¡Mira sobre tu hombro! "
Gritan mientras intentan que ella mire a la cámara, para que mire directamente a los ojos a la persona que verá la fotografía. Esa mirada en mi lente es un verdadero milagro. Además, está la luz del flash de una colega, que cae de lleno en su rostro. Esto le da una textura aún más especial a la foto.
Tres palabras
Las tres palabras que elegiría para definir mi fotografía son muy sencillas. La primera es “diversidad”, muy de moda en estos días pero que me parece que caracteriza mi trabajo. Hay de todo: reportajes, noticias, fotografía deportiva, entretenimiento. Mi segunda palabra favorita sería “orgánico”, porque me gusta mostrar lo que es, sin manipulación al editar. Y finalmente, “auténtico”, porque quiero que esté lo más cerca posible de la realidad.
Uno de mis momentos favoritos más recientes fue en 2019, con mi primer reportaje fuera de Estados Unidos para la AFP. Fui a Jamaica para seguir al primer equipo de fútbol femenino seleccionado para el Mundial. Fue una gran misión, pude pasar varios días con el equipo, seguir su entrenamiento. No hubo un lanzamiento perfecto y el arco estaba remendado con trozos de cuerda, pero las jugadoras estaban muy involucradas, trabajaron muy duro, fue impresionante.
En Nueva York cubro tantas cosas todos los días que a veces no sé qué hice la semana anterior. Aquello fue una oportunidad para concentrarse en una historia, para tomarse el tiempo para descubrir personas.
Los primeros pasos en la cobertura política
Esta fotografía representa una de mis primeras incursiones en la fotografía política. Fue en 2016, la noche de la elección de Donald Trump. Me asignaron al equipo de Hillary Clinton y todos estaban convencidos de que ella iba a ganar las elecciones presidenciales. Tenía que levantarme muy temprano para ocupar el diminuto espacio que estaba reservado para mí. Me imaginé la lluvia de confeti cayendo sobre la multitud de simpatizantes reunidos a la espera de los resultados.
Y luego, de repente, los rostros que estaban pegados a las pantallas gigantes se oscurecieron, algunos lloraron. Fue un momento decisivo. Desde mi posición, se suponía que debía tomar la foto por detrás, de cara a la multitud, cuando Hillary Clinton pronunciara su discurso de victoria. Pero ella nunca apareció esa noche.
Mi vida como fotógrafa cambió cuando estalló la pandemia. Eva, de la mesa de foto en Washington, me llamó y me dijo: todos los espectáculos en Broadway están cerrando, ¿puedes ir? Entendí que el entretenimiento iba a desaparecer, que tendría que adaptarme muy rápido. Y luego, otros dos fotógrafos del equipo capturaron el covid-19. Tomé mi bicicleta y comencé a circular por Nueva York, todo estaba vacío, espeluznante. Recuerdo esos momentos con mi cámara como suspendidos.
Luego pude seguir a Joe Biden en la campaña. Unas semanas antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, me uní al grupo de prensa que viajaba con el candidato demócrata. Me sentí un poco intrusa porque las personas que viajaban con Biden se conocían desde hacía años y vivían en la capital, a diferencia de mí, que vivo en Nueva York. Al estar tan cerca de personas tan talentosas, puedes aprender mucho, muy rápidamente.
Cubrir una campaña tiene sus bemoles: hay que anticiparse e intentar encontrar ángulos originales. Todo va muy rápido. Cuando el avión aterriza en algún lugar, no sabes qué esperar en términos de luz o clima, por ejemplo. Tienes que bajarte del avión a toda velocidad, colocarte en el lugar correcto, hacer la foto. ¿Se detendrá? ¿Hablará? Nos encontramos con multitudes, con sus carteles... Es muy caótico. Y luego, una vez que volvamos al avión, tenemos que darnos prisa y enviar las imágenes.
Hay que estar muy alerta en todo momento. Recuerdo la campaña en Pensilvania, un estado que fue muy disputado. De repente, había cientos de partidarios de Trump en la ruta del convoy y, unos minutos más tarde, a la inversa en el lugar donde se iba a realizar el mitin de Joe Biden.
Mi experiencia en la cobertura de celebridades en enseñó a reaccionar muy rápido. Cuando un cantante salta en todas direcciones durante un concierto, tienes que ser reactivo. Y conocer bien el material con el que trabajas.
Para la noche de los resultados electorales, AFP tenía tres posiciones: un fotógrafo estaba exactamente frente al escenario y los otros dos a los lados. Yo estaba en uno de los lados. Pensé, maldita sea, tengo uno de los puntos malos, solo voy a tener el perfil de Biden.
Y además estaba detrás de esas mamparas de vidrio. Pero de repente vi la escena, al final de su discurso: estaba agradeciendo a la multitud, había luz detrás suyo, un foco y el reflejo de su rostro en la mampara. Esta imagen se publicó en la portada de muchos medios.
¿Cómo es ser mujer fotógrafa?
El fotoperiodismo sigue siendo una profesión bastante masculina. Pero durante la campaña de Biden, de repente nos dimos cuenta de que el grupo estaba formado por cuatro mujeres y dos hombres. ¡Fue tan sorprendente que tomamos una foto del grupo!
En Los Ángeles, cuando comencé, el ambiente de la fotografía de l entretenimiento también era bastante masculino, un "club de chicos". Las pocas mujeres eran muy competitivas entre sí y trabajaban muy duro. Siempre fueron un poco más allá para demostrar sus cualidades.
Hoy en día, las coberturas de guerra o de disturbios urbanos siguen siendo dominio exclusivo de los hombres. La moda, las alfombras rojas, son más femeninas. Me pregunto porqué. ¿Es porque algunos piensan que esas no son coberturas para mujeres?
No creo que haya diferencias entre mujeres fotógrafas y hombres. Puede depender de las personas. Evidentemente, si se trata de fotografiar a una mujer que va a pasar por un aborto, es posible que se sienta más segura, que tenga la sensación de que la entenderán mejor, que habrá más empatía, si lo hace una mujer. Por otro lado, un sujeto cargado de "testosterona" se preguntará qué estoy haciendo allí.
E inevitablemente existe una desventaja física ligada al peso del equipo.
Tengo una anécdota sobre ser fotógrafa: de no haber sido mujer, jamás hubiera tomado esta fotografía del exproductor de cine Harvey Weinstein, ¡ningún hombre podría haberla tomado!
Éramos un grupo de fotógrafas y encontramos un baño para mujeres en el piso 16 o 17 de la Torre de Nueva York donde Weinstein estaba siendo juzgado por agresión sexual. Tomé esta imagen con un teleobjetivo. Todo el mundo ya lo había fotografiado entrando o saliendo de la sala del tribunal, y éste era un ángulo diferente.
Ahora me gustaría dedicar más tiempo a ciertos temas. Quizás especializarse en fotografía política o medioambiental. Trabajar en temas relacionados con el cambio climático, dedicándome a algo que tenga impacto.
Entrevista con Angela Weiss: Michaëla Cancela-Kieffer en Paris. Traduccón: Yanina Olivera Whyte en Montevideo.