Manipulación de un asesinato en Estambul
Estambul-- Cuando Jamal Khashoggi ingresó el 2 de octubre al consulado saudí en Estambul, yo no tenía ni la más remota idea de que se convertiría en un evento de alguna importancia.
Pero su paso por esa puerta provocó una de las más horribles y grotescas noticias que como periodista haya cubierto en las últimas dos décadas, y también una de las más delicadas.
El caso de Khashoggi ha sido único en diferentes aspectos. En primer lugar porque se trata de la dolorosa tragedia de un hombre que entró a su consulado, en una gran ciudad para hacer un trámite de rutina, y nunca salió.
Los detalles del caso eran vomitivos: un hombre estrangulado, su cuerpo desmembrado con una sierra y luego disuelto en ácido por un grupo de asalto que llegó repentinamente de Arabia Saudita y que actuó bajo las órdenes del príncipe heredero. También constituyeron un desafío en el lenguaje más neutral y objetivo que tuvimos que utilizar para describir lo que había pasado.
Los eventos de aquella tarde otoñal conmocionaron al mundo y sus consecuencias se hicieron sentir en la Casa Blanca, el complejo presidencial en Ankara y el palacio real en Riad.
En los 12 años que he trabajado en Irán, Rusia y Turquía, he cubierto numerosos asesinatos, cada uno con sus propia tragedia humana y efectos políticos. Por ejemplo, el homicidio en 2009 de la activista de derechos humanos rusa Natalya Estimirova, en el norte del Cáucaso, del abogado turco Tahir Elci en 2015 o del embajador de Rusia en Ankara, Andrei Karlov, en 2016.
Sin embargo, el mero hecho del horror apenas imaginable de la barbarie por la que pasó Khashoggi detrás de las puertas del consulado hizo que este asesinato fuera diferente a cualquier otro que haya cubierto. La supuesta implicación de altos funcionarios saudíes agregó una dimensión geopolítica colosal que podría provocar un reacomodo en Medio Oriente.
También me pareció una historia de especial preocupación porque la verdad ha sido escurridiza y ha salido a la luz lentamente, algunas veces opacada con pistas falsas que los saudís fueron soltando.
La lentitud con la que surgió la información mantuvo por semanas la noticia en lo más alto de los titulares mientras el público ansioso esperaba que surgiera la verdad.
Esto significa que los asuntos relativamente pequeños en Turquía, como la búsqueda de un carro estacionado o al dueño saudí de una villa, llegaron a los encabezados en ausencia de hechos concretos.
Incluso la trágica verdad de que Khashoggi perdió la vida dentro del consulado solo fue confirmada días después de su asesinato, cuando algunos esperaban que él estuviera vivo una semana después del 2 de octubre.
Al principio fui sumamente cauteloso. El caso del periodista Arkady Babchenko en Ucrania, quien se dice que fue reportado muerto como parte de un operativo policíaco solo para que después saliera vivo, sigue fresco en mi memoria. Siempre me dije a mi mismo, nunca des algo por asumido. Pero aquí, el peor escenario fue la macabra realidad.
Sin embargo, no debería estar sorprendido por la lentitud con la que salió a flote la verdad sobre el caso de Khashoggi, dado que este fue un crimen perpetrado por altos funcionarios de Arabia Saudita en un consulado dentro de Turquía.
Arabia Saudita, una de las sociedades más cerradas del mundo, inicialmente cubrió el crimen con un montón de pistas falsas, especialmente la que mostraba que Khashoggi había salido del consulado vivo y en buen estado. Poco después se supo que alguien actuó como un doble con la ropa del periodista.
En los cuatro años y medio que he trabajado en Estambul, he sido testigo del control del gobierno turco sobre la prensa, bajo el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Los periodistas han sido arrestado y muchos compañeros fueron acosados en redes sociales. El creciente control desde hace mucho no ha venido del censor estatal, sino de los propietarios de los grandes medios en manos de compañía holding que están a favor del gobierno.
Este control ha permitido al gobierno turco crear con habilidad una narrativa mediática en un caso musulmán rival de Riad. Tratando de mantener la historia viva con detalles frescos, los periodistas nos convertimos de alguna manera en actores dispuestos en el tablero del juego.
En los primeros días, incluso semanas después del asesinato, las declaraciones on-the-record de ministros y fiscales turcos brillaron por su ausencia. En Turquía generalmente, este tipo de informaciones se emiten muy rápido, como ha sido en el caso de un importante proceso criminal relacionado con un ataque terrorista.
La circunstancia única de que había ocurrido el asesinato dentro de una misión diplomática, territorio saudí técnicamente, también significaba que no había testigos neutrales. Debido a eso, fuimos orillados a depender de nuestras propias fuentes, comentarios de funcionarios de bajo nivel, y sobre todo, de los medios a favor del gobierno de Turquía.
La mayor parte de la información crítica sobre el caso -que Khashoggi fue asesinado por un equipo de Riad, que existe un audio de prueba, que el cuerpo fue desmembrado- surgió primero de los diarios Sabah y Yeni Safak, incondicionales de Erdogan.
Esto nos puso todas las mañanas a buscar en las primeras planas de estos diarios, como principal fuente de información.
Había algo más que irónico en todo esto porque estos periódicos habían denunciado los últimos cuatro años a la prensa extranjera, incluso a reporteros individualmente, como agentes de conspiraciones contra Turquía de imperios de Occidente. A menudo habíamos tomado sus historias de portada con una pizca de humor.
Sin embargo en este caso, muchas veces a falta de otro material para hacer una historia, escribíamos nuestros papeles basándonos en la información de estos periódicos.
"Aquí está el equipo ejecutor saudí", fue el encabezado sensacionalista en Sabah el 10 de octubre. El artículo reveló las identidades e incluso con fotografías de 15 saudís, que según dijo, habían ingresado a Turquía en un avión privado específicamente para matar a Khashoggi.
Yeni Safak, que es seguido con atención por los medios extranjeros en Turquía, incluyó una historia en su primera página en la que cacareaba las veces que había sido citado por medios internacionales, incluida la AFP.
Las tácticas de prensa evidentemente fueron aprobadas por Erdogan, quien ahora puede pavonearse como un campeón de la justicia ante un periodista extranjero crítico de la autoridades de su país, a pesar de que la organizaciones de derechos humanos lo señalan como uno de los principales carceleros de comunicadores críticos turcos en su gobierno.
La escasa información regular significa que las declaraciones oficiales, cuando salían, tenían un impacto masivo. En un discurso el 23 de octubre el presidente finalmente dio información detallada, una declaración suya que despertó más interés internacional que cualquier otra que yo recuerde.
Al advertir esto, la presidencia incluso ofreció traducción simultanea en inglés y árabe.
Otros detalles importantes fueron dados a conocer el 31 de octubre cuando los fiscales turcos emitieron una declaración por escrito diciendo que Khashoggi fue estrangulado en un asesinato premeditado. La declaración, casi un mes después del homicidio, fue emitida luego de una visita del fiscal saudí que fue un fiasco.
Los detalles fueron cayendo gota a gota solo ocasionalmente interrumpidos por una repentina avalancha de noticias. El flujo de información ha sido una coreografía cuidada por autoridades turcas con una precisión militar para que solo se conociera la información que querían hacer del dominio público.
Sin más testigos y documentos, Turquía ha podido jugar el papel de policía neutral y convertirse en una fuente creíble en estas noticias.
Cubrir este caso y arrojar luz sobre la verdad de lo que exactamente pasó ha sido una lucha imposible. Porque existe una verdad y esa verdad la conocen las personas que están dentro de la élite en Riad y quizá un poco más allá. Aún ahora, dos meses después del asesinato queda una frustrante lista de preguntas.
¿Quién ordenó el crimen?, ¿Cómo se deshicieron del cuerpo?, ¿Hubo un intermediario local que ayudó a los saudíes?, ¿Esa cinta de audio saldrá alguna vez a la luz? Alguien, en algún lugar, sabe toda la verdad. Que la vayamos a conocer o no, eso es otra cosa.